DON GONZALO ATEHORTÚA

Don Gonzalo Atehortúa y la fragua de su vida

Textos: Diego Franco V.

Foto; Naun Guerrero

Don Gonzalo Atehortúa Restrepo es uno de esos hombres típicos del pueblo, admirados por su con­sagración al trabajo y su espíritu cívico.

Lo conocemos los marselleses por su trabajo de herrero y su afición al fútbol. Unos años atrás se le encontraba siempre en las tribunas animando a su equipo, la Selección X; fue siempre fiel acompa­ñante de la Selección Marsella y hoy, ya viejo y agotado, refiere con nostalgia que hace seis meses no va al estadio, por enfermo.

A don Gonzalo lo podemos llamar «el hombre de hierro», porque en verdad ese ha sido su trabajo desde hace 66 años.

Vino a Marsella hace 76 años procedente de Girardota (Antioquia) pueblo donde nació el 31 de di­ciembre de 1900. Como quien dice, nació con el siglo. Al preguntársele por las razones del abando­no de su tierra natal cuenta que «lo echó la pobreza». Ganaba diez centavos de jornal diario para «comer de ellos» y aquí llegó a trabajar, siendo apenas un adolescente, ganando veinte centavos libres. De tal manera que el negocio era redondo. El trabajo de jornalero en la finca de don Ismael Cañas, lo cansó y pensó entonces en inde­pendizarse. Estableció su taller de herrería con una forja de la cual conserva su fuelle como re­cuerdo de aquellos buenos años, en los cuales su exclusividad de fabricante de herraduras, media­cañas, medialunas y templadoras de alambre hacía que se vendieran «como pan caliente».

Pero don Gonzalo fabrica, además, llaves para chapas, de esas que aún se conservan en las viejas casonas del campo y del pueblo. Las famosas llaves «de San Pedro»; fabrica escopetas de fistol y pistolas de un solo tiro, de aquellas que los viejos llamaban «lechuzas». Repara chapas y arregla ollas de aluminio. Difícilmente se encuentra hoy un hombre que haga tantas cosas, inclusive hasta construir su propia casa en el barrio Estrada, con maderas que le regaló Manuel Meneses en un lote donado por un cuñado.

La pasión de su vida ha sido el fútbol y recuerda con especial cariño los tiempos de Pategús, Piata, Sarria, Jaime la Hidalga, Charol, Cucho (Omar Franco) integrantes, según él, de la mejor Selección Marsella de todos los tiempos. Carlos «La Viga» Restrepo y la Hildaga han sido los mejores jugadores que ha visto en esta tierra y Pelé- Garrincha el dúo de oro del fútbol mundial.

Don Gonzalo hoy no aspira a nada más que recobrar la salud para seguir trabajando. Bonito pensamiento de un hombre que mira en el trabajo la verdadera realización del ser humano. No ansía llegar a un ancianato porque le parece incómodo, para él. Quiere que cuando «mi Dios» lo necesite y venga a llevárselo de su taller de hierros retorcidos y de fraguas olvidadas en el que las fotografías del Pibe, Pelé y Garrincha acompañan a la del Papa Juan Pablo II como símbolo de la comunión de lo que fue la pasión de su vida y la iluminación cristiana de los actos de un ser honrado, trabajador y bueno al que por sobradas razones hemos denominado «el hombre de hierro».

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