EL CEMENTERIO DE TACALOA

Por :Guillermo Gamba López. Tomado de Grano Rojo-Narrativa desde Marsella  

El sermón de Chucho María Estrada con su camino a Cristo y la eternidad, fue interpretado por don Julio César Vélez (1889 – 1949) en la arquitectura del cementerio de Tacaloa. -Tacaloa es Marsella de la imaginación y las palabras.

El cura le encargó la misión de proyectarlo y construirlo, el maestro hizo un estudio topográfico: pendiente, terreno y luz a lo largo del día y la noche. Estudió arquitectura sagrada de estilo románico corintio, delineó  y presentó el proyecto con sus los planos en 1925; Chucho y el obispo en Manizales lo aprobaron, y lo inició en 1928, avanzo con gradualidad según fluyeran los recursos, inventiva, apoyo de la feligresía y culminó en 1946; consultó al italiano Giovanni Buscaglione, coadjutor salesiano y autor de infinidad de iglesias, este le dio indicaciones a Chucho María Estrada para que la iglesia de Tacaloa fuera construida con ladrillo a la vista y Julio César Vélez hizo los dibujos del frontis y las torres.

Buscaglione le dio lecciones sobre el manejo estructural con principios sagrados y su colega Constantino de Castro sobre el uso de estilos románicos, se reunían en el taller de artes y oficios de la comunidad salesiana en Cali, con Jorge Price, músico y arquitecto autodidacta, quien vivió en Manizales e hizo obras para la arquidiócesis y repartía sus conocimientos y cristiandad en la arquitectura y la ingeniería, le dio a estudiar partes de su libro: “Principios esenciales en la arquitectura”, una sección entera dedicada a la arquitectura eclesiástica. Julio César Vélez no fue un constructor más, fue miembro de un grupo avanzado, estudiaban y se orientaban, hizo en Marsella las mejores obras de la época, apoyados por la arquidiócesis de Manizales, arquitectos y obreros aprendices que se reunían en talleres de estudio. Eran eclecticismo abierto y sin menor reparo.

Julio César Vélez, oriundo de Jericó, combinó en la obra la armonía del barroco y el gótico, uso grafismos precolombinos de cerámica Quimbaya y muisca. Formó y buscó artesanos de construcción, capaces de manejar materiales, formatear, ensamblar, armonizar formas y técnicas constructivas.

Al Cementerio Jesús María Estrada, que clasifican neogótico y republicano, se entra por un portón ojival al frente, y de medio arco atrás, con puerta de hierro forjado en gran factura y diseño, el entorno del pórtico es parte de un conjunto con templetes con cúpulas de ojivas y columnas adosadas, con dos torres imponentes y al centro el ángel del silencio. Usó material de hormigón armado, difícil de manejar en la época, esa técnica tenía pocos años de uso y la trajeron para construir la Catedral de Manizales, la diócesis importaba el cemento requerido de Bélgica y Holanda.

Creó un sistema de tumbas en diez terrazas con frontis para lápidas entre arcos tipo romano medio punto. Hizo uso de linderos laterales y posteriores con una muralla ornada hueca bajo dos aguas y tramos que cambian de nivel, con arcos ojivales al exterior que son un conjunto muy logrado, y ubican al interior un conjunto de osarios con orificios redondos, la escalinata principal se alza entre terrazas y combina escaleras en tramos simétricos con balaustradas pequeñas de pequeñas columnas, arcos y columnas, torneadas con una geometría acoplada al estilo románico que usó en la construcción, esa calle principal culmina en un templete ojival exagonal en el centro superior. Construyó dos callejones laterales.

En el centro de la plataforma superior ubicó una imagen de cristo entre construcciones para bóvedas que al lado tienen espacios de jardín-cementerio. Al fondo el muro inicial fue de tapia pisada en tierra y pasto, tapada con tejas a dos aguas, al lado izquierdo localizó un lote cerrado en muros del mismo estilo, 36 metros cuadrados con entrada por una puerta hacia la calle posterior, enrejada de hierro forjado, un lugar para sepultura de no católicos, liberales declarados no católicos, suicidas o delincuentes condenados al ostracismo por las autoridades religiosas y civiles. Ese lugar fue demolido e integrado al cementerio en año posterior del Concilio Vaticano II, cuando la doctrina católica afianzó el ecumenismo. Ahí se encuentran al final del siglo XX y lo transcurso del XIX las tumbas de más de 450 NN, contados desde 1982, que han sido rescatados del río Cauca en Beltrán, víctimas de violencias por narcotráfico y paramilitarismo.

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