EL WILLIS EN EL EJE CAFETERO

POR: DIEGO V FRANCO VALENCIA

Mis primeros recuerdos del «jeep» se remontan a los tiempos de mi infancia, hacia los años iniciales de la década de 1950. cuando a la vereda las Tazas le llegó el turno de «estrenar carretera», un sueño del campesino de la epoca que ya había trajinado la geografía con cargas pesadas en sus hombros o a lomo de mula, para hacer el mercadeo con los centros poblados. La vía Marsella- Pereira era el eje vial que permitía el comercio de las mercaderías necesarias en la zona.

Evoco aquellos primeros choferes de vereda que se constituyeron en personajes de la región, por obvias razones. Arredondo, con su carriol Willys (Station Wagón -1946) y Luís «Bavaria» con su camioneta Ford 48. indujeron en mí mente la curiosidad por conocer «algo más» sobre estos vehículos que, para los muchachos de mi generación, eran una verdadera novedad.

Ya. en mi pueblo, cuando nos iniciamos en la vida urbana, nos familiarizamos con la flota de jeeps que cruzaban agrestes rutas, caminos de herradura convertidos en rústicas carreteras,sirviendo al campesino y posibilitando el desarrollo de la economía rural…El Jeep Willys se convirtió en un personaje ineludible del paisaje rural. Ese aparato era «un verraco» para transportar carga y pasajeros!. Ningún camino le era imposible. Precisamente por sus característi­cas de vehículo liviano y de doble tracción.

Este  personaje mecánico creó una cultura que aún no se extingue. El conductor, llamado «Yipero». palabra derivada de «yip». una traducción montañera de Jeep, se convirtió en un actor y comediante del servicio público del transporte. Era el hombre de confianza para los «mandados» al pueblo. Darle la razón al patrón, traer a la finca el insumo faltante para el campo o la merienda: el bulto de abono, la libra de arroz, el hueso o el kilo de carne, olvidados en el «pueblo», por andar en «otros menesteres», no muy sanos, por cierto. Los «mandaderos» modernos, motorizados. llevaban, además, las cuotas para pagar la deuda en la Caja Agraria, la carta de los enamorados (oficiales o clandestinos) y guardaban secretos que se llevaron a sus tumbas.

Con todo, este vehículo pupo, trabajador y resistente, creado, inicialmente. para transportar armas, soldados y morteros en la segunda guerra mundial (1.939 a 1 945). se convirtió en vehículo «ciudadano», es decir, para servicio civil, hacia finales de 194S, cuando ya la guerra había terminado. Entonces se recomendó para labores agrícolas. Era el modelo llamado CJ-2A. Luego apareció el CJ 3 A. que es el que nosotros conocemos y data de 1948. Pedro Salazar Echeveny y Macario Gutiérrez fueron finqueros precursores del uso del jeep en Marsella. Imposible no hacer mención, y pecaríamos por ingratos, sí no lo hiciéramos, de aquellos «yiperos» famosos de nuestro entorno. Sin intenciones y, quizás, sin saberlo, formaron región y están inmersos en la riqueza económica y cultural de los pueblos y ciudades del eje caletero. Pocos se rememoran por su nombre de  pila. Era más común el apodo. Pero ahí estan indelebles en nuestra historia. Cómo olvidar al viejo José López «maletoM, posiblemente el primer transportador público del yip (modelo 19S0), Gustavo Castaño, «maletín**, su pariente, a Absalón Rivera con su «cacharro* 1951, a Hernando López y Enrique Arístizábal. entre otros. La familia de los Ríos, única en su género, que se dedicó por completo a este oficio, con Guillermo. Arcesio. Alonso y Aristides y que,con una «segunda generación’ formada por Alirio. Alvaro y Uriel y otros parientes.

Es cierto que de aquellos vehículos originales que nacieron en la Wíllys Overland Motors como necesidad de la guerra, solo se conserva el aspecto externo. Por dentro, otros motores y mecánicas funcionan en un ”engallamiento» típico que procura no dejarlos morir, dándole vida a la cultura cafetera y a la evocación.

Aún prevalece la «flota» de Jeeps, con unos 80 vehículos vinculados a la Cooperativa de Transportadores de Marsella, conducidos, seguramente por otros hombres más nuevos, pero que al verlos cruzar por nuestras veredas y calles, nos hacen pensar que quieren seguir existiendo en un mundo que nos suena más moderno, pero que identifica nuestra vida y nuestra historia regional.

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