Tomado de la edición dominical El Diario
Por Diego Franco Valencia
A propósito de la declaratoria del «Año Leónidas López, recientemente adoptado por la «Academia de historia de Marsella”, es necesario casi que construir la semblanza de este poeta de aldea que creció en el paraje que enmarca geográficamente uno de los pueblos más preciados del paisaje Cultural Cafetero.
La Segovia de finales del siglo XIX atrajo familias pobladoras y aventureras que. desde otros lares. Querían asentarse en estas feraces tierras que guardaban en sus entrañas una especial riqueza en oro. Atraídos por su clima, sus fuentes de agua natural. entre Otras «bondades y su especial topografía, se pobló la aldea con personales de la provincia antioqueña y de otros pueblos de Caldas.
Una de ellas fue la de Nicasio López y su familia conformada por su esposa Beatriz López Ocampo y sus tres hijos, provenientes da Aguadas, entre ellos Leonidas. quien contaba apenas con un año de vida.
Como cualquier muchacho inteligente de provincia y de la época creció el amparo de su acomodada familia que se preciaba de haber sido la pionera en el cultivo de café de la comarca. Inquieto por la ciencia y las letras. ya adolescente, logró cursar los estudios de Medicina convirtiéndose en el primer médico de la localidad y a fe que. ya graduado, se convirtió en uno de los personajes locales, sirviendo a su pueblo por varios años. Nunca desatendió a sus paisanos y jamás pensó en hacer de su profesión una fuente de fortuna. No lo necesitaba. ni lo sentía.
Leónidas creció y se hizo hombre en una época en la que el Romanticismo». dominaba las letras. Así que se hizo periodista de opinión en los periódicos locales, de los cuales se han rescatado ejemplares valiosos que se conservan en la hemeroteca de la Casa de la Cultura y en la recopilación que hace ahora uno de sus parientes. Gilberto López Ángel. En lo poético quiso también «hacer historia’. Influenciado, seguramente, por la lírica de José Asunción Silva y Julio Flórez, entre otros, elaboró una colección de poemas que delatan su pensamiento romántico. con una tendencia al tragicismo.
Parte de su obra fue publicada en la primera Monografía do Marsella (1954) escrita por el educador Célimo Zuluaga. De allí se desprende nuestro conocimiento del médico poeta que. en su época, mereció el reconocimiento de su obra por historiadores como el Padre Fabo. en su Historia de Manizales, por entonces capital provincial del «Caldas Grande».
Si bien al personaje no fue un frustrado vivencial. por lo menos su vida sl fue signada por la tragedia.
Amores clandestinos 0 imposibles llegaron a afectar su estabilidad sentimental. Se cuenta que esa circunstancia Io condujo a encontrar la muerte trágica en las aguas del río Cauca. camino a Belalcázar, una noche oscura de agosto de 1921.
Muchas historias se tejieron alrededor de Su deceso. Alguna de ellas aseguraraba que habla acudido a salvar la vida de una hermosa mujer. que había sido su frustrado amor de juventud y que se había casado con otro, ante la larga ausencia. Este acontecimiento originado en la realización de sus estudios médicos, fuera del terruño. Otra refiere que andaba en «plan de fuga romántica” con su amor “clandestino», encontrado en las cantinas de «El Morro » (nombre dado coloquialmente a la zona de tolerancia. en la salida al camino del río). Cuenta el académico Jorge Emilio Sierra, integrante del mismo tronco familiar, quo un hermano del médico había mandado a cerrar el puente de Beltrán, por sugerencia de su madre, para que “ese zambo” no se saliera con las suyas” … Y no faltó quien atribuyera su angustia existencial al amar imposible con una de sus bellas parientes. ¡Vaya Dios a saberlo! Ni Io uno ni Io otro jamás fue aceptado por su familia que se preciaba de una «altísima posición social” referenciada en el “noble abolengo» de la pequeña localidad. Eran los tiempos de la aldea mística y religiosa, llena de prejuicios, que en los tiempos modernos hasta producen hilaridad.
Lo cierto es que allí se apagó la vida de uno de nuestros grandes pensadores que, seguramente, no trascendió al nivel de los grandes poetas hispanoamericanos. pero que sí dejo su legado a la historia local.
Loa, entonces, a uno de nuestros poetas olvidados, que hoy procura revivir nuestra Academia y que, alguna vez, como los hiciera Porfirio Barba Jacob, escribió los presagios de su trágico final