Los felices años sesenta y la Casa de la Cultura

LOS FELICES AÑOS SESENTA Y LA CASA DE LA CIULTURA.

Artículo publicado en Marsella al Día, edición junio/2024

Carlos Arturo López Angel

Durante los años cincuenta del siglo pasado, Marsella sufrió La Violencia que dejó pobreza, orfandad, traumas y odios sectarios. La vida del pueblo giraba alrededor del tradicionalismo, los ciclos de bonanza -peladez por el cultivo del café, el clasismo subyacente y las expresiones de la cultura paisa.

Pero, llegaron los años sesenta con sus transformaciones en el mundo que pusieron “patas arriba” mucho de lo antes conocido. En Marsella, los procesos políticos, sociales, económicos y culturales que se desataron, crearon condiciones para nuevas iniciativas como la Casa de la Cultura. Miremos algunos de los cambios.

Durante el Frente Nacional (1958-1974) La Violencia partidista cesó. Se pactó la alternancia de los partidos tradicionales en el gobierno. Eso fortaleció la participación política y la emergencia de nuevos liderazgos.

La creación de Risaralda en 1967 devino en una época de progreso y fácil acceso al poder político que se trasladó de Manizales a Pereira. También nació el Comité Departamental de Cafeteros que, en coordinación con la Acción Comunal, el Municipio y el Departamento arrancó con la electrificación del campo y la construcción de escuelas, acueductos y carreteras. Fue una explosión de civismo y concertación entre el Estado y la sociedad civil.

Además, los jóvenes de esa generación tuvieron la fortuna de una excelente educación. En el Instituto Estrada y en el Instituto Agrícola con las rectorías de don Tomás Issa y don Héctor Bejarano, acompañados por profesores inolvidables, se forjaron muchas vocaciones que abrieron caminos hacia el empleo o la educación universitaria. Tal realidad trajo nuevas ideas, muchas de ellas contestatarias, que empezaron a erosionar el tradicionalismo local.

Por ejemplo, a través de los suplementos literarios de los periódicos, llegaron las noticias sobre el “Realismo Mágico” de García Márquez; y sobre el movimiento “Nadaista” enfocado en desacreditar el orden y el sistema, acogido por algunos jóvenes que vieron en esa rebeldía una causa propia que, además, se expresaba en los poemas de Dukardo Hinestroza, nadaista marsellés, activo todavía en la producción literaria.

También influyeron: La rebelión de los estudiantes en mayo del 68, en Francia, con lemas como “Sean realistas, pidan lo imposible” y “Prohibido prohibir”, y de los jóvenes norteamericanos contra la guerra de Vietnam. La revolución cubana con las figuras de Fidel y el Che Guevara. El concilio Vaticano II que sacudió la Iglesia. El hippismo que irrumpió con su música, su indumentaria, su oposición a la sociedad de consumo, las drogas, la libertad sexual y su interés por la ecología. La aparición de la “Nueva Ola” con el rock and roll, el twist, el go-go y el ye-ye, el rock en español y la canción protesta (Algunos de esos ritmos se bailaron en el Club Marsella). A su vez, los muchachos adoptaron la moda de la bota campana y el pelo largo. Y las jovencitas se impusieron sobre las prohibiciones para usar la minifalda.

Esos y otros acontecimientos transformaron la vida de nuestro pueblo. Y solo faltaban algunos detonantes para que la Casa de la Cultura apareciera en el escenario, hace ya 50 años. Es una historia que merece ser contada.

Contador de visitas
Live visitors
0
0
Total Visitors