MEMORIAS DE UNA GENERACIÓN -26.
AUGE Y DECLIVE DEL MOVIMIENTO AMBIENTAL
Por Carlos Arturo López Ángel
El movimiento ambiental de Marsella tuvo su auge entre 1974 y 1995. Fueron 21 años de un liderazgo regional y nacional en la protección de la naturaleza que sentaron las bases para su reconocimiento como el Municipio Verde de Colombia.
Como hechos relevantes tenemos la creación de la Casa de la Cultura, la Reserva, el Jardín Botánico, el Parque de La Ciencia, el bosque Sucre y el bosque de don Manuel; además del Museo de la Cauchera, el Bono del Agua, el Concurso de Nacimientos de Agua, el Ecohotel Los Lagos, la Vía Panorama de Milochenta y la Vía Parque; la actividad de grupos ecológicos como COE, Gema y Corama; con respecto a eventos importantes, reunió por primera vez los líderes ambientales de Risaralda, organizó dos encuentros nacionales de jardines botánicos, el primer encuentro nacional de inspectores honorarios del Inderena y el primer seminario taller sobre extensión rural del convenio Andrés Bello. Y la organización de una sesión de la comisión de expertos encargada de redactar el proyecto de ley para la creación del Ministerio del Ambiente.
Marsella ganó los siguientes premios: En 1987, Medio Ambiente de Bavaria; en 1988, Global 500 de la ONU (Manuel Salazar); en 1991, “Jorge Bejarano” del Ministerio de Salud; y en 2012, el de estrategias urbanas para la mitigación del cambio climático del Ministerio del Ambiente y la Universidad de los Andes. En 1989, el Inderena lo declaró como Municipio Verde, y en 1990 los otros municipios galardonados se reunieron aquí y constituyeron su asociación nacional, la que tuvo como presidentes a dos marselleses: Carlos Arturo López y Tomás Issa. Y en 1985, Marsella ganó mención especial en el concurso del municipio más bello de Risaralda, por la protección de los recursos naturales. El premio consistió en la construcción del Parque de los Fundadores, por parte de la Carder.
El pueblo se convirtió en un emisor de hechos positivos para los medios de comunicación, en especial para la televisión con programas como las aventuras del profesor Yarumo y Naturalia de Gloria Valencia de Castaño.
Fueron muchas las visitas de dirigentes del Valle y Antioquia que llegaron a conocer el caso de La Nona, para replicarlo en sus municipios. Por ejemplo, el comité de cafeteros de Antioquia realizó giras desde 19 municipios con 760 personas en total, para vivir la experiencia de una cuenca en recuperación.
A la vez, El Jardín y el Parque de la Ciencia generaron un espacio único para el aprendizaje. Atrajeron colegios, universidades y grupos familiares que aprovecharon los módulos interactivos como salones de clase al aire libre, acompañados por niños guías de los colegios locales (Es muy recordado Jaime Andrés Cardona Ospina). En 1995 visitaron el Jardín 36.721 estudiantes de la región. Y después de su creación, nacieron los jardines botánicos de Pereira (UTP), Quinchía, Guática, Belén, Apía, Pueblo Rico, Balboa y La Celia.
Dado el prestigio del proceso, la Universidad de los Andes, con su facultad de administración, en 1993, dentro del programa de universidad y gestión pública, escogió como caso de investigación al municipio de Marsella, durante el cual entrevistaron los actores relevantes del proceso verde. Ese documento contiene información muy valiosa que hemos incorporado en estas memorias.
Los Beneficios de la Reserva:
En el Alto del Nudo se juntan la atmósfera y el bosque que activan el fenómeno natural llamado la “bomba biótica” productora de lluvia. Funciona con el vapor de agua que transpiran las plantas que asciende, se mezcla con el aire frío y crea un vacío que es llenado por más vapor, que a su vez se transforma en nubes cargadas de gotas de agua. Llueve entonces. De esa manera, la Reserva ha producido el agua para el acueducto en los últimos 46 años, aunque durante las ocurrencias de El Niño ya es deficitaria para abastecer a Milochenta y Alto Cauca.
El fortalecimiento de ese fenómeno natural se debió a la regeneración de los bosques que fue muy rápida. Así lo afirmó Jaime Cardona, gerente de la empresa de acueducto en 1993, en la entrevista para la investigación de la U. de los Andes: “Cuando la Empresa empezó a funcionar en 1983, yo me puse a revisar los libros de novedades. En 1981 llegaba a Marsella el agua turbia, animales y todo a las viviendas y había que racionar el agua 12 horas al día. Entre 1983 y 1985 había caudales de 24 litros por segundo (l/s) que era suficiente para atender a todos los usuarios. Cuando empezaron los programas de reforestación con la comunidad en 1981, junto con el Bono del Agua, el grupo ecológico y todas esas cosas, empezó a prosperar y a madurar la agüita en Marsella. Entre el 81 y el 83 se tuvo un incremento de 9 l/s en el caudal. Ahora mismo (1993), estamos captando en la planta 48 l/s…”. También se hicieron estudios para la creación de la empresa de acueducto que proyectaron su capacidad para abastecer el municipio hasta el año 2030. Sobre esa fecha debe abrirse un debate amplio, porque todo apunta a que va a ser una realidad.
La Reserva no solo impacta a Marsella, las lluvias que genera también nutren el caudal del San Francisco y otras fuentes de Dosquebradas y Pereira.
Como si fuera poco, ayuda en la mitigación del cambio climático. Sus bosques atrapan toneladas de dióxido de carbono (CO2) que es uno de los gases responsables del calentamiento global. Es un refugio de biodiversidad, pues según documento de la Carder y la WWF (World Wildlife Fund), allí viven 149 especies de aves; 308, de plantas; 44, de mariposas; 10, de murciélagos y 11, de mamíferos. Hay especies de flora amenazadas como los cedros negros y de montaña y de animales como el águila solitaria y el tororoi bigotudo. Atrae ecoturismo con el sendero Palosanto y el centro de visitantes. Y de contera, enfría la región que la circunda.
Los Beneficios del Jardín:
El Jardín, además de ser un aula abierta para el conocimiento de las plantas, la fauna y “aprender jugando” en el Parque de la Ciencia, ofrece los siguientes beneficios: Atrapa CO2 de la atmosfera contra el calentamiento global. Con su arbolado es un regulador del clima en la zona urbana. Es una pared natural para moderar vendavales. Su dosel retiene lluvia y sus suelos sanos son esponjas que infiltran las aguas lluvias y mitigan posibles inundaciones en la avenida. Preserva su quebrada y su nacimiento de agua “El pozo de la dicha” que en el pasado sirvieron como fuentes en tiempos de sequías y daños en el acueducto. Y es un espacio tranquilo, con aire limpio, apto para la meditación y el contacto con la naturaleza.
Su importancia como refugio de biodiversidad la resaltó en 1992, el biólogo y director Jorge Iván Henao, con su publicación “Índice de Semillas” en donde aparecen clasificadas 465 especies vegetales presentes en el Jardín, con sus respectivos usos. En 2017, según documento de Julián Zapata, la colección de plantas era la siguiente: Etnobotánica, especies 27; Ornamentales, especies 107; Arboretum, especies, 89; Exóticas, especies 74. En síntesis, eran 297 especies vegetales que aún se conservaban en ese santuario natural.
A su vez, El Grupo “Sirirí” de niños observadores de aves, entre los años 2015-2017 realizaron la caracterización de las aves residentes y migratorias del jardín. El resultado fue de 64 especies de las cuales 8 eran migratorias. Los integrantes eran: Ximena Barbosa, Sara Arcila, Estefanía Ospina, Sergio Salazar, Bernardo Hilarión, Esteban Morales, dirigidos por Julián Zapata.
El Declive de la Reserva:
El empuje inicial para proteger la Reserva duró 10 años (1979-1989) durante el cual fueron compradas 19 fincas que suman 234 ha. Y en 2025 – 36 años después- el alcalde, Alberto Peláez, compró la Julita con 6 hectáreas para controlar una erosión que amenaza el acueducto, todo con la asesoría de la Carder. Todas esas fincas están por encima de la bocatoma para fortalecer el acueducto. En 2008, el alcalde Carlos Andrés Gómez, compró la finca Venecia de 4.2 ha situadas por debajo de la bocatoma.
Eso quiere decir que, a pesar de ser un recurso vital para el presente y el futuro, la Reserva desde la última ampliación en 1989 hasta 2025, no creció. Todo a pesar de los pedidos y las denuncias en el concejo y de columnistas de Marsella al Día, para adquirir las 11 que faltaban, pero nada pasó.
Además, ha sufrido atentados como la construcción de una carretera interna, arboricidios, contaminación por las fincas que faltaban por comprar, pastoreo de ganado e instalación de mangueras para fincas de Pereira.
En 2016 la Carder detectó el corte ilegal de árboles en un predio de su propiedad. El autor – para respaldar su acción- mostró un registro de cultivos forestales del ICA del 2010, en donde se mencionan 400 árboles para aprovechar.
La Reserva fue olvidada, ni se amplió ni se vigiló; los responsables aquí no vieron nada, quedó a merced de taladores e invasores. Las consecuencias se hicieron evidentes en 2024. En efecto, la Carder interpuso una querella ante la Inspección de Policía relacionada con su predio La Esmeralda, por “Intervención asociada a erradicación de rastrojos altos y tala de árboles de especies no identificadas, en un área de 0,46 hectáreas, sin autorización ni permiso”. El inspector, Sergio Mejía, profirió decisión policiva de restitución del inmueble, que derivó en el operativo del 15 de noviembre de 2024 realizado por la Carder, la Gobernación, la Alcaldía y la Policía del Agua. El predio fue intervenido, cercado e instaladas dos vallas informativas. Antes, en mayo, la Alcaldía ya había ordenado la evacuación de seis viviendas de invasión en Cajones, en predio de la Carder.
También aparecieron problemas en los predios Ermita 1 y 2 de la Gobernación -uno de los cuales fue entregado en forma voluntaria. Según datos preliminares las afectaciones sumarían entre 30 y 35 hectáreas
Los marselleses creímos que la reserva era sagrada, que nadie se atrevería a atentar contra ella, pero nos equivocamos.
El Declive del Jardín Botánico y el Parque de la Ciencia:
Desde 1989, Julián Zapata fungía como director de jardines de botánicos de Risaralda con sede en Marsella, situación que le permitía estar al frente del Jardín. Pero en diciembre de 1995 el alcalde del momento solicitó a la Gobernación su entrega y Julián fue trasladado a Pereira para atender los otros nueve jardines del departamento. Al asumir el municipio su manejo con los respectivos costos operativos y salariales, empezó la crisis económica. La situación se agravó en el año 2000 y un diagnóstico dio como resultado la inviabilidad económica de la institución. Por eso, su manejo fue entregado a la Umata, como un programa más, sin prioridad alguna. El funcionario encargado trató de hacer algo mediante convites.
En 2008 empezó el saqueo, empezando por el Parque de la Ciencia y la Tecnología: Hurtaron las cajas de la ciencia, los cables de ondas, el brazo balanza, la estación y el museo de meteorología, la rueda Pelton, destruyeron el busto de San Francisco y el panel solar. Y tampoco se salvó la colección del orquidiario.
El Jardín estuvo cerrado durante dos años. La crisis fue de tal magnitud que llevó después a algunos alcaldes a usarlo como aula del Sena y sala de sistemas. Cuando lo abrían al público eran muchas las quejas y la indignación por su abandono.
En 2017, Julián fue llamado de nuevo por el municipio. Inició programas como actualización del inventario de flora, instalación de vallas informativas, recuperación del Museo de la Cauchera, ampliación del sendero principal, pintura de los módulos interactivos, cebaderos para aves.
La Umata, durante algunas administraciones, con grandes esfuerzos, ha tratado de hacerle inversiones y mantenimiento para evitar cierres. En otras palabras, el Jardín ha fluctuado entre el cuidado y el abandono, que dependen de la voluntad política o la vocación ambiental del alcalde de turno. No ha conseguido un sitio en el organigrama del municipio que le otorgue dirección y presupuesto propio.
A pesar de todo, el Jardín sigue activo en la Red Nacional de Jardines Botánicos, cuenta con el aval de funcionamiento del Instituto Humboldt y el permiso ambiental de la Carder.
En 2025, la Umata trabaja en su recuperación como se puede apreciar en la restauración del mural y en el trabajo de Fabio Hernán Giraldo, acompañado del auxiliar administrativo Freddy Marín.
Durante su historia, los directores o encargados han sido: Tomás Issa, Julián Zapata, Jorge Iván Henao, Jaime Alberto Cardona, Humberto Aguirre, Juan Guillermo Ángel, y la Umata (Diego Villa y Fabio Hernán Giraldo).
En síntesis, el Jardín Botánico de Marsella es un bien público lleno de significados y pertinencia total con los tiempos de crisis climática. Está insertado ya en la identidad local. Y es un recurso fundamental para el turismo y la educación. Estas y muchas otras razones garantizan su existencia a pesar de sus crisis recurrentes. Tiene futuro.