NUESTRA ADOLESCENCIA EN MARSELLA

María del Carmen Henao.

Siempre habrá entre nosotras retazos de vivencias juntas para recordar… Para quienes tuvimos la dicha de vivir en casas viejas, amplias con patios, y de grandes corredores… Añoranzas de nuestras experiencias…..A pesar de habernos separado y nuestras vidas hallan tomado caminos tan diferentes, existen recuerdos, e hilos de amistad que nos unirán para siempre….porque lo vivido en aquel entonces no tiene olvido ni fronteras…. pues como olvidar aquella adolescencia donde teníamos que estar unidas, de lo contrario no podíamos salir de la casa, pues debíamos cuidarnos mutuamente, salir juntas  ,regresar juntas….siempre había una que se ranchaba en las fiestas; “que nos peguen, y no me joda más” decía Mónica, que se creía la más verraca…“según ella”. Yo siempre tenía más miedo, más temor, era más puntual con los horarios obligados, yo hacía mis escapadas en las horas de la tarde, donde no se fuera a notar mucho , pero me tocaba hacer cantidad de simulaciones para poder escaparme, sin ser vista por mi primo Orlando, algo bastante difícil ya que siempre estaba en los billares de la esquina, de donde podía controlar las entradas y salidas que hacíamos de la casa, mi primo parecía un árbol ahí plantado. Allí, permanecía recostado contra el muro, se paraba en un solo pie, y con el otro empujaba la pared, como si fuera su pilar y sostén. Ahí permanecía…. pasaba horas y horas voleando su llavero, y esperando algún movimiento raro…… haga de cuenta el típico celador de barrio popular… cuando caminaba dando la espalda hacia el portón de la casa , yo calculaba bien el tiempo y los pasos que daba para poder salir corriendo y escaparme…. Pero mi primo parecía tener ojos en el rabo y espaldas, porque apenas salíamos a la puerta se volteaba como un relámpago y nos hacía entrar, no necesitaba ni siquiera hablarnos, solo nos miraba y con un movimiento de cabeza sin dejar de volear ese maldito llavero nos mostraba la puerta y nos hacía entrar de nuevo.

Le montábamos la guardia por largas horas….lo espiábamos por las hendijas de las ventanas desde los balcones….Y pacientemente esperábamos. Esperábamos, porque antes o después él tendría que ir al baño. En una de sus idas lograba escaparme, cuando él realizaba que había cometido un error, llegaba a la casa en en dos zancadas, obviamente ya no me encontraba. Le preguntaba a Rubí la empleada que si me había visto, y ella le contestaba inocentemente: “pues ella estuvo todo el tiempo atisbándolo por las hendijas, y después salió corriendo escalas abajo”. No sé, que le producía más furia a Orlando, el que me hubiera escapado, o el que Rubí pronunciara la palabra “atisbar” y me buscaba por todo el pueblo sin ningún resultado. En una de mis escapadas tuve la mala suerte de dejarme descubrir saliendo del Jardín botánico, cogida de la mano con JB, y esto me costó lavarle los tenis durante una semana entera con un cepillo de dientes, para comprar su silencio.

Los fines de semana cuando teníamos las salidas oficiales con nuestros novios nos íbamos para “Manhattan” que en aquel entonces era la discoteca de moda en Marsella, como el permiso era hasta las 9: 30, y en las fiestas de amor y de la amistad, podíamos quedarnos fuera solo hasta las 12 de la noche, pero eso si, que estuviéramos todos juntos y que fuéramos vistos por los señores en la caseta donde normalmente se presentaba la orquesta… y bailar no muy apretadas para no irnos a poner calentonas, decían las mamás….los novios llegaban siempre muy puntuales a recogernos, se aparecían muy bien vestidos, perfumados, los pantalones subidos casi hasta el ombligo, la camisa por dentro, y bien peinaditos, nosotras suplicábamos que nos dejaran quedar más tiempo, hacíamos miles de promesas, prometiendo levantarnos temprano y hacer los oficios de la casa bien hechos, y estudiar muy juiciosas, yo prometía hacer el desayuno para mandarle al papa a la carnicería y que fuera abundante, ya que era una tradición compartirse los platos entre los carniceros preparados en las casas, y el papa se ponía muy orgulloso cuando los demás carniceros llegaban a comer de los platos preparados por mi, el amaba enormemente cuando don Édgar se cumplimentaba con él, por la sazón de mi comida, nunca pensaba en gastos cuando de antojos se trataba, pero eso si, que fueran hechos en la casa. Mónica prometía arreglar la casa y lavar la ropa… Pero no había poder humano que le hiciera cambiar de parecer a mi tía Eucaris; “y para que quieren más tiempo del que se les da, y cuidadito con dejarse abejorrear, ni un minuto más se me quedan fuera , me oyeron malditas brujas .! Yo no veo que mas tienen que hablar, y si no les alcanza con el tiempo que se les da para hablar lo que tienen que hablar entonces orinen y se acuestan ya.!….porque se da cuenta su papa que se quedaron hasta tarde y viene y acaba hasta con el nido de la perra, si es solo para hablar mierda que se quedan hasta tarde” …

La verdad yo no recuerdo haber hablado mucho de cosas interesantes en aquel entonces con nuestros novios , solo nos reíamos hasta mas no poder, nos besábamos, y nos jurábamos amor eterno…. Aquellos besos eran largos y infinitos, donde hubiéramos deseado que el tiempo no pasara, que se detuviera, solo nos despegábamos para tomar aire, beber Coca-Cola, y llamar al mesero para pedirle las canciones románticas del momento, Y luego esperar….Esperar, hasta que el pedido se escuchara…. Una espera que parecía eterna a veces, ya que el tiempo pasaba demasiado rápido, llamábamos el mesero para reclamarle el por qué de tanta demora. “Hermano es que bacalao, Jorge William, cuca y medio metro pidieron antes, después de ellos siguen ustedes”…

Cuando el DJ ponía la canción que nos correspondía, miraba hacia a la mesa, y hacia una señal con la cabeza, indicando que la siguiente canción era la de ellos. Ahí todos nos enterábamos de la dedicatoria, y lo tragado que estaba el novio…. Al son de las baladas recostábamos las cabezas en los hombros de nuestros novios, entrelazábamos las manos tibias y buscábamos nuestras miradas, llámemelo magia, o como queramos llamarlo, pero nuestros mundos se detenían ahí y quedamos como congelados, solo nos descongelábamos uniendo nuestros labios para intercambiar, nuestros sabores, sentíamos nuestra respiración, el calor de nuestra piel y el palpitar de nuestros corazones. Descifrábamos nuestros sentimientos con las miradas, con un no, decíamos que si, prometiéndonos y jurándonos una vez más ese amor y esa fidelidad hasta la eternidad …

Mientras nos besábamos con un libido inocente, nos imaginábamos una cantidad de porquerías deliciosas, deseando que aquellos besos nunca se acabaran para así poder consumir esos deseos tremendos de tocarnos….. Cuando era la hora de regresar a la casa, nos parábamos de la mesa, y les decíamos a nuestros novios: tápeme por detrás, llegábamos hasta la salida de la discoteca, y ahí nos arreglábamos el pelo, nos acomodábamos el vestido, y les preguntábamos; míreme bien por detrás no se nota nada? , los muchachos tenían que sacarse la camisa del pantalón para que no se les notara lo excitados que estaban , ya arreglados salíamos de la discoteca, y pasábamos muy orondos por la plaza, alzando las cabezas para saludar a los señores…felices y relajados.

Creíamos amarnos pero sobre todo amábamos la vida. Nos sentíamos irresistibles en aquel momento, éramos vida, felicidad por naturaleza. Éramos las musas del pueblo de aquel entonces…de aquella época ,

Al día siguiente nos asomábamos a los balcones esperando verlos pasar para así poder intercambiar miradas y esperar hasta que el recorrido hubiera terminado y darnos las ultimas miradas de amor antes que doblaran la calle….. Regresábamos a nuestros oficios y nos preguntábamos, : si le dio las ultimas? si la respuesta era positiva, nos decíamos “ la quiere” no se la gozo”… y reiniciábamos los oficios más tranquilas, con más ganas, parecíamos vivir en un cuento de hadas.

Yo cambie de novios muy seguido, así que los amigos daban la vuelta según el novio del momento, pero el grupo oficial de amigos era el del parque, el de mi primo hermano Orlando. En uno de estos grupos fue el grupo de Juan Guillermo, en los cuales estaba JB y Jorge Evelio.

Que fueron mis novios durante cortos periodos.

Ellos eran más serios, más grandes, tal vez no en años pero si en vivencias. Algo que me marcó, fue mi noviazgo relámpago con Jorge Evelio. ÉL cometió un gran error, quiso, educarme, llevarme por el mundo de los libros, poniéndome reglas y tareas de las cuales yo debía hablarle en nuestros reencuentros. Me prometió venir una vez al mes de Bogotá, donde pasaba su tiempo estudiando en la Universidad de los Andes. En una de sus venidas a Marsella, me dejo varios libros de poesía para que los leyera , y le diera mi opinión en nuestro próximo encuentro… Yo le contesté que si, que los leería … puse los libros al lado de mi cama, los cuales nunca los abrí, cada vez que los miraba me daba dolor de oídos y ganas de vomitar sobre todo cuando se acercaba su regreso. Mónica noto mi desespero y me pregunto qué pasaba, le conté el horrible problema en el que estaba, y como buena hermana comprensiva y sabia, me dio el consejo que toda chica desea escuchar en esos momentos : veeeee ese que tan pentejo y tan bobo, como se le ocurre que la va a poner a leer libros, escóndasele este fin de semana y no le salga.!

Cuando el pasó a recogerme, Mónica le salió y le dijo que yo no estaba, que me había ido para santuario, un pueblo vecino de donde era toda nuestra familia, obviamente como buen inteligente que era no le creyó mucho el cuento, y me montó guardia todo el día…. Ya de noche pensando yo que él se había ido, me asome al balcón, y ahí estaba él, borracho, en el estanquillo de don Julio Vélez. Me pegó un grito que casi me caigo del maldito balcón: Carmelitaaaaa cierto que las mujeres son la perdición de los hombres.? Me quedé mucho días sin salir a la calle por la vergüenza tan enorme que había sufrido por culpa de Jorge Evelio…..

Pasado algún tiempo le mande decir a mi antiguo novio que volviéramos, el acepto… y regrese con él , a un mundo donde todo era más relajado y podíamos vivir de sueños sencillos, donde no habían libros, donde no pensábamos en el futuro y creíamos que nuestra adolescencia, y frescura juvenil serian eternas…Éramos invencibles, felices con poco, éramos alegres y maravillosos.

El grupo permanecía en el parque casi todas las noches, riendo con las ocurrencias de cuca, siempre se reía hasta doler el estomago, sobre todo cuando Clarisa pasaba rondando para escuchar de qué hablaban. Clarisa era la que tenía que enterarse de todo lo que pasaba en el pueblo, según decían, y lo comprobamos, en una de esas noches pasaba muy cerquitica del grupo y creyendo ella que no la habían notado, cuca dijo con tono muy sorprendido y preocupado : pero si vieron pues esa hermana de los castaño tan puta, se esta comiendo los maridos de las señoras del pueblo, y dice que hasta que no se coma el último no va a quedar contenta. Y ahí mismo brincaba Clarisa: mmmmm, ¿como así muchachos por Dios cual hermana, y los maridos de quién ? Ah? noooo doña Clarisa nada , y se hacia el loco y dejaba la pobre Clarisa ahí, cocinándose a fuego lento en su caldo, la pobre clarisa paso mucho tiempo averiguando quien era la tal hermana de los castaños que estaba acabando con los matrimonios del pueblo, porque la sola familia castaño del pueblo eran los de una de las fincas cercanas y eran 10 hermanos y todos hombres.!

Esas fueron una de las tantas travesuras geniales del grupo del parque, anécdotas que son inolvidables, ya que hacían parte de nuestra vida cotidiana, cosas tan sencillas, que hacían de nuestro mundo, algo muy diferente a lo que es todo ahora. Cuca se creía con derechos de papa por ser el mayor, al igual que mi primo Orlando, se creían dueños del parque, pensaban que solo ellos podían estar, cuando Orlando me veía rondando, me hacía regresar a la casa, muchas veces me topaba con Arturo, uno de los hermanos menores de cuca, quien también iba regañado y llorando para la casa porque cuca no le permitía estar hasta tarde en la calle.…. Lo miraba y le decía: “se fue ya pa la casa guevón”, y el pobre Arturo salía con la cola entre las patas regañado. Lo más doloroso era que no se apiadaba del pobre Arturo ni cuando estaba estrenando su pantaloncito blanco apretado, con su camisa azul, muchas veces bajábamos insultándolos, y llorando calle abajo para la casa de cada uno.

Nuestros novios recogían dinero por mucho tiempo para invitarnos a comer chuleta a Pipatón, en las ocasiones especiales; en nuestros cumpleaños y el día del amor y la amistad y en las fiestas del pueblo. Pipatón era el restaurante caché ,de moda en aquel entonces, donde solo iban los que tenían dinero. Había una cierta competencia entre ellos…averiguaban que regalaba que a quien , y el otro hacia hasta lo imposible para regarle el doble a la novia…. llegábamos cogidos de las manos y nos sentíamos la flor y nata ,la crema de la crema.

En aquellas ocasiones, íbamos siempre estrenando nuestros vestidos hechos por la mamá, quien hasta hoy es una de las mejores modistas de todos los tiempos, estábamos siempre a la moda y nos peinábamos a la gloria Trevi, Gladys la peluquera del momento era quien se encargaba de hacernos los peinados y el corte de nuestro cabello. Hasta que en uno de esos días que tienen las peluqueras de pueblo y les da por cortar el cabello sin compasión, me cortó y me dejo la cabeza como la de un niño, porque según ella era mejor cortar todo ese “rancho de paja” que tenía….llore como una viuda por culpa de la peluquera, ella se ganó una insultada del papá Genaro, y yo todos los apodos y burlas de Genarito, quien cada vez que pasaba por mi lado se ponía a cantarme: Cisne cuello largooooo… y yo me atacaba en llanto. Me quede mucho tiempo sin salir esperando que me creciera el pelo, y rezando cada noche para que Gladys se muriera, nunca más volvimos, y nos perdió como clientas. Ya nuestro peluquero era en Pereira, y el papá Genaro siempre nos dio gusto en todos los caprichos. teníamos que estar perfectas para las ocasiones, especiales ya que el restaurante estaba en el centro de la plaza y todo el pueblo nos vería.

La mayor parte de las ocasiones, éramos invitadas a comer, chorizos donde Inesita, donde Mónica y yo teníamos prohibido ir a comer, porque según nuestro papá Jenaro quienes iban a comer a medía noche eran solo las vagamundas, no se qué tendría de cierto, solo sé que los chorizos de Inesita, a esas horas, eran los mejores del mundo para nosotras….Tal vez porque era algo prohibido o tal vez por que íbamos casi siempre con nuestros novios… nos comíamos estos chorizos, gruesos pero del tamaño de un dedo pulgar… resbalosos, grasientos, brillantes, a causa del aceite saturado donde los habían freído , en el primer mordisco que les dábamos salía a relucir una larga hoja verde de cebolla junca, del mismo largo del chorizo, y venia siempre acompañada de un pedazo de cebo, nos quedaba el sabor rancio del chorizo hasta el día siguiente…

Terminada nuestra “cena” los novios nos acompañaban hasta las casas, estábamos atentos a que nadie nos viera a la hora de despedirnos, cosa bastante difícil porque en aquel entonces todos tenían derecho a reprendernos, y en las altas casa de balcón estaban todos los padres de familia esperando asomados por nuestro regreso, todos nos cuidaban y nos llamaban la atención si era el caso, abecés permanecían escondidos y sacaban las cabezas solo en el momento justo para pegarnos el grito o toser fuerte, nosotras nos recostábamos contra el portón a la hora de la despedida, esperando el momento para empezar a besuquearnos, besos retenidos, tan deseados y que nada ni nadie podía impedir, ni siquiera el sabor de chorizo en nuestras bocas…. .. mirábamos para todas las esquinas y las casas en forma muy discreta, esperando con ansiad a que se alejaran de los balcones, para poder dar rienda suelta a las rachas de pasión adolescente capases de hacernos olvidar todo, hasta los chorizo de Inesita.

En el pueblo nos cuidábamos solo de los señores que Vivian en la plaza, en las grandes casas de balcones, donde en algunas ,habitaban pocas personas y sobraban los espacios. Todos se conocían y en las mañanas se saludaban desde los balcones con una señal de cabeza. Nosotros éramos más escandalosos, y le hablamos desde las ventanas al primero que se asomaba y le pedíamos el favor de llamar a nuestros amigos. “Buenos días doña Rosita, le puede decir a Reina que se asome, si me hace el favor ? “si niña, ya se la llamo”, decía doña Rosita, y aparecía terremoto, quien saludaba abriendo los brazos, y gritando quibo, ¿ “que esta haciendo”? preguntaba ,”nada, desayunando y viendo muñequitos, porque” ?. “No, es que quería saber que se va a poner esta noche”, . Pa eso me llama ? Coma mierda y no me joda..! Y daba media vuelta y se entraba…

Siempre averiguábamos, para coincidir todas en la ropa, éramos unidas, nos protegíamos y ayudábamos, Reina tenía prohíbo salir con el vago de Jorge William, y doña Rosita le montaba guardia desde el balcón, pero lo que no sabían es que los meseros de Manhattan estaban comprados por los muchachos para dar la alarma y avisar cuales balcones tenían la luz encendida.

En una de esas noches, doña Rosita ya no la espero en pie en el balcón, si no que saco una silla y la espero ahí sentada, “porque , que ni crean que me va a pasar por la galleta”. Elsa sacó a Reina de la discoteca con la cabeza envuelta en un poncho minúsculo tejido en croché, y todos alrededor escondiéndola, haga de cuenta como cuando llevan un asesino preso a la cárcel de máxima seguridad Guantámo, y la pobre doña Rosita, perdió ese noche la trasnochada, la cantaleta que tenía ya preparada y la calentada de la correa en sus piernas. todos éramos como teléfonos vivientes avisándonos . Nos comunicábamos, de balcón a balcón, En nuestras mentes y mundos era como si solo las casas de la plaza fueran las única existentes en el pueblo… Casas donde abundaban las plantas de hojas grandes, verdes y brillantes que hacía parte de la decoración natural, adornaban las esquinas, los salones y comedores, helechos colgantes , plantas frescas y fértiles, en los largos y amplios corredores, donde la luz y el aire circulaban, muchas veces los pájaros entraban y se quedaban atrapados revoleteando y cantando por los salones …..En una de esas despedidas el papa Genaro alcanzo a ver que mi novio me tocaba la cara, no sé como hizo pero como un relámpago bajó las escalas cogió mi novio por el pelo y lo arrastró. A mí me agarró de un brazo y en dos brincos me llevo hasta el salón, me sentó de un estrujón en una silla y empezó….”Y como así que está saliendo con ese vago que no sirve pa mierda, ah!!, y que paso con ese muchacho tan querido, tan elegante con el que estaba? Que pena por Dios bendito, que va a pensar, que yo soy un pobre guevón que me pasan por la galleta y no me hago respetar? y en los portones como las sirvientas y las putas, dejándose abejorrear por ese malparidito negro ah.! Cuantas veces yo no les he dicho que negro ni el teléfono ah! ? Entre los dientes alcance a contestar: pero el no es tan negro.! Y sasssss ,me pego. Fue la primera y última vez que lo hizo. Doña Eucarissss y me las saca del colegio donde no van si no hacer quien sabe qué y me les pone oficio, y ahí brincaba Mónica, y yo por qué.! Por qué? usted que cree que yo no me di cuenta que le dijo a ese muchacho que esta brincona se había ido pa santuario? por cuartera, también se sale del colegio….Mónica me insultó, y esa noche me cerró la puerta del cuarto, y me dejo durmiendo afuera. Lo mas duro fue que me escondió la almohada, y eso si fue lo más doloroso y peor que el que me sacaran del colegio….Ana María y Gloria Amparo vinieron a la casa para saber por qué Mónica no había asistido a clases, llegaron muy formales,.. Hola melita por  qué no fueron al colegio… No me dio tiempo de contestarles cuando salió Mónica y con esa soberbia que la caracterizaba, las llamo, y se encerró en el cuarto con ellas…luego salieron, las tres, pasaron por mi lado y me volearon el pelo, se despidieron de Mónica…. y a mi me ignoraron….Ahí, comencé mi amistad con Aleyda. Aleyda era una de las muchachas más bonita de todo Marsella de aquella época, pero ya, ella tenia su novio oficial, y podía salir en las noches, y los fine de semana solo con su novio, y abecés conmigo. Ella era quien habría el desfile de gala en los banquetes de amor al pueblo, muchos pagaban la entrada al banquete solo para verla desfilar y así poder apreciar su belleza, más de cerca. Los muchachos, nos llevaban a los banquetes, porque según cuca verle las piernas a Aleyda, así fuera una vez al año valía darse la pela.

Era increíble pero nunca hubo celos de parte de nosotras hacia Aleyda, al contrario le suplicábamos que desfilara, ya que así los muchachos hacían hasta lo imposible por ir, y tenían que llevarnos . La condición de Orlando era que teníamos que sentarnos solas en una mesa y ellos solos en otra, para así poder hablar de todas las porquerías que se imaginaban viéndole las piernas a Aleyda.

Yo amaba sobre manera, el hecho de poder estar en una mesa separada de mi novio, ya que el banquete de amor a Marsella era algo muy famoso en la región cafetera y venían de todas partes y hasta de la capital. Yo me le perdía a mi novio en medio de la gente para poder bailar con los más guapos. A los feos les decía que tenía novio y que él no me dejaba bailar. Pero lo negaba, si me hacían la corte los buenos mozos.

Orlando decía que yo parecía una zancas de mirla corriendo y escapándome de mi pobre novio. Con Aleyda de amiga podía salir y estar en el parque, un buen rato. Pero nos duraba poco las salidas, por que don Tomás muy discretamente se nos acercaba, nos saludaba, preguntaba por nuestros padres, y nos decía: señoritas ya comienza a serenar… El sereno era la palabra clave para hacernos regresar a la casa..

Sin el colegio, la vida se convirtió en un infierno, algo tenía que inventarme, así que comencé a llorar, y lo hacía en el momento que me viera el papá. Él, a pesar de ser EL más temido era el más fácil de conmover, pues le partía el corazón vernos llorar, pero a mi tía no, ella nos veía llorar y nos daba con la chancla para que lloráramos por algo que valiera la pena, Prometí a Rubí, darle la mitad del dinero que nos daba el papá cada semana, si me ayudaba en el plan que tenía ya preparado: el plan era que cuando el papá llegara, ella me llamara a comer. Obviamente yo le respondería que no quería, y ella debía responder: pero carmelita no ha comido en todo el día y ayer tampoco comió.!

“Es que usted se quiere morir de hambre o que”? ahí, yo pasaría delante del papá llorando…..El plan funcionó, de maravilla y yo todavía le debo el dinero a Ruby … como ya era mitad del año no se pudo regresar al colegio, pero el inmenso amor de padre que profesaba don Genaro el papá por nosotras pudo más que todo y dijo: Venga mijita no llore mi negrita, dígame que quiere… le puse la mirada de ternero huérfano … y le dije que yo si quería hacer algo, bueno mija, hable con su mama y me dice. Al final la convencí de poner un negocio, pero tenía que ser en la plaza . Y así fue, lo hicimos en los bajos de la casa de doña Julialba, un local con jugos frescos y empanaditas, lo llamamos Antojitos. era un truco para volver a ver a los novios y amigos…… el negocio duró poco, por  qué de todo lo que los clientes se antojaban no teníamos.. así que se cerró. Luego nos mandaron a estudiar alta costura a Pereira, salíamos en las mañanas y regresábamos en la buseta universitaria en las noches, fuimos a las clases pocas veces. Era muy maluco y difícil hacer esas pinzas que forman el busto, así que la mayoría de las veces nos íbamos al cine, o comer pollo frisby cerca del Lago . Un día mi tía Eucaris nos preguntó que habíamos aprendido, como buena modista nos vio muy perdidas, así que nos dijo que iría a averiguar qué era lo que estábamos haciendo, porque a ella le parecía que había gato encerrado, Mónica empezó a comerse las uñas por el temor a ser descubiertas, y como supuestamente era yo la culpable de toda la situación por la que estábamos pasando, me obligó a inventarme algo, para salir del problema.

Yo conociendo ya la brujería, se me ocurrió llamar a Regina 11, una especie de bruja que tenía un programa en la radio, la llamada duro largo rato. El hecho es que me dijo que comprara rosas amarillas y las pusiera en un florero con agua, y las dejara en un lugar oscuro durante 3 días, pasado el tiempo me tomara un vaso diario durante 3 días mas. Tome agua de florero podrida, pero de la paliza no nos libramos. Esa fue la tragedia mas grande para la tía Eucaris, porque se había ya imaginado una gran empresa de modas, donde Mónica y yo estaríamos realizando lo que ella tanto amaba… Lloro por mucho tiempo no solo por su sueño frustrado si no por la cantidad tan enorme de dinero despilfarrado como decía ella. Cuando ya se le estaba pasando el dolor y la rabia, no faltaba Genarito para hacérselo recordar…. Como siempre con esa manera de ser tan efusiva le decía: ¿amá… y las muchachas que… si aprendieron algo para que le ayuden en el costurero ? y ahí ella recordaba el fiasco, y decía : que va mijo si esas malditas brujas lo único que hicieron fue hacerme gastar plata, yo no se qué le voy a decir a su papá, y se atacaba a llorar, y el Genarito nos miraba de reojo y se burlaba de nosotras… se reía con esa risa burlona que lo caracterizaba….

Teníamos que caminar casi con la espalda pegada del muro para así evitar los chancletazos que nos lanzaba mi tía Eucaris.

Esa fue la causa para que Mónica y yo sintiéramos mas remordimiento. Por largo tiempo nadie nos tuvo que despertar. Mónica era siempre la primera en despertar y luego ella me despertaba, hacíamos los oficios de la casa, sin lamentarnos, las comidas estaban a horas, y hasta hacia postres … Cada día en la nevera estaba lista la jarra del jugo de frutas, y despedimos, a la pobre Rubí, para, así poder ayudar, en algún modo con los gastos. Orlando fue el mas feliz de todos, ya que sufría enormemente del que Rubí entrara en la cocina, fue el periodo feliz para los muchachos y también para la mamá, ya que no tenía que pensar en nada más que en su costura y el club de leones.

Ya todos se estaban acostumbrando a esta rutina, y muy felices y contentos excepto nosotras, ya teníamos las manos muy destruidas de tanto trabajo en la casa, y Mónica pensaba que ya nunca más nuestros novios nos irían a querer, pues con esas manos así todas carrasposas quien se deja coger, no mijita, ya tenemos manos de guisas invéntese algo, porque todo esto es culpa suya, decía de nuevo Monoica.

Si el agua de florero de Regina 11 no había funcionado, algo se me tenía que ocurrir. En eso días el papa le había dicho a mi tía que hiciera un buen almuerzo, que traería un amigo suyo ganadero a la casa, ya que aquel amigo suyo había oído hablar mucho de lo bonito y lo culto que era Marsella. Cuando esto pasaba, nosotras sabíamos que teníamos que estar bien vestidas y bien peinadas , el amaba sobre manera que le dijeran que tenía unas hijas muy hermosas. Así que fui donde Rubí le pedí prestado uno de sus vestidos mas feos, prepare un balde con agua y jabón, agarre una esponja de alambres y me fui a lavar las escalas justo en el momento en que entraba el papá con su amigo ganadero de Pereira. Cuando me miró con esos ojos que se le salían de las orbitas, y resoplando como un toro, parecía que los botones de su camisa fueran a reventarse de un minuto al otro, y me dijo: “quiubo mija, y donde esta Mónica”, y ahí, le di el golpe de gracia y le contesté: “lavando la ropa, desde esta mañana, que pecado ya tiene las manos todas arrugadas por el agua”.

Se puso así como se ponen los piscos cuando están a punto de atacar … llamo a mi tía.. y le dijo: “doña Eucaris y es que yo no les pago empleada? por que las niñas están trabajando,? y Carmelita por que esta vestida como limosnera? Oh es que toda la plata que le doy no le alcanza”? mi tía le contestó con esa elegancia y diplomacia que la caracteriza cuando está con alguien desconocido, “cierto don Augusto que es así como se castigan las muchas cuando van mal en el colegio y no quieren aprender” ? Don Augusto le dio toda la razón a mi tía y la felicitó por ser tan sabia, ahí el papá se calmó un poco de la vergüenza que había sentido, ya que era bastante orgullo.

Mientras almorzaba nos dijo a Mónica y a mi: “mijas: arréglense que nos vamos para Pereira, a que se hagan arreglar las uñas, y por ahí derecho se pegó la mamá, ya que no se perdía ni la corrida de un catre como dice Orlando. Le dijo al papá que tenía que ir a calzado Natalia a mandarnos hacer los zapatos y los bolsos que salieran con los vestidos que ya nos estaba haciendo….Ese fue el fin de la esclavitud en la casa…. Comenzamos de nuevo con los novios pero ellos tenían que venir a la casa hacernos la visita.

Abecés los fines de semana, yo le suplicaba a Luis Alfonso, uno de los muchachos menores de la familia castaño que viniera en las tardes hacerle visita a mi tía en el costurero, a entretenerla, el aceptaba, ya que a el le gustaba enormemente escucharla cantar y tomar tintico. Nosotras aprovechamos para escaparnos al jardín Botánico con los novios, para intercambiar los besos que no habíamos podido darnos, durante todo ese tiempo encerradas. Las visitas de salón eran muy vigiladas, así que era sumamente peligroso intentar el mínimo acercamiento.

Las escapadas se hicieron más frecuentes, hasta que al final las salidas, se hicieron oficiales y por lo tanto aburridas, ya las familias se conocían, y eran amigos de mi tía …Orlando nos cuidaba… pero para que no fuéramos a traicionar a nuestros novios. Yo me cansaba muy rápido de esos noviazgos, me desesperaban las rutinas, necesitaba sentirme libre, salir cuando yo quisiera y con quien quisiera, nunca pude entender, porque no podíamos salir a comer o a tomar algo con alguien que no fuera el novio. Me sentía esclava, de la misma mirada, mirada que al comienzo disfrutaba pero que luego me aburría.

Solo ahora comprendo que mi alma no podía pertenecer a alguien en particular. Era demasiado salvaje para vivir una vida tan pequeña, siempre quise muchas cosas diferentes de las que estaba viviendo, cosas simples, pero grandiosas, buscaba magia, , abecés me tallaban los zapatos y los noviazgos, me tallaban, los compromisos, todo me tallaba. Me hacía falta el pasto, y la frescura de la tierra, imaginaba la belleza del mar, en como seria caminar descalza en la arena…. poder percibir nuevos aromas, conocer el mundo entero…..Mi apetito sexual y erótico, lo deleitaba y calmaba con los besos, robados .Las apretadas y roces del cuerpo eran suficientes, para calmar mis deseos.

Siempre quise algo o alguien diferente, que me deleitara con la mirada que me hiciera sentir importante, que me acariciara el pelo y me diera seguridad, pero que me dejara ser libre, alguien grande, que me contara cuentos , que me leyera el cantar de los cantares, la única cosa que me gusta leer, alguien que disfrutara de mis tonterías de mis bailes arrabaleros, alguien que no me preguntara a cada instante que me pasaba, por que a mi no me pasaba nada solo me ausentaba a mis mundos imaginarios, viviendo en sueños las bellezas que no conocía….. Allí donde nadie podía entrar por que nadie se había ganado ese lugar, eran demasiado ansiosos demasiado intensos y yo demasiado elemental para hacerles entender lo que deseaba.

Solo sabía que nadie me entendía. Buscaba miradas que me supieran a lloviznas de agua fría, a café servillo en pocillos blancos de esmalte, a hojas verdes, a charcos de agua transparente, a mis frutas favoritas, las guamas los mangos y los zapotes…. Pensaba en mi abuelo quien no hablaba, conversaba, él con mirarme sabia lo que me pasaba, ¿por que no podía ser igual con los demás?…… Tal vez mi forma de amar era abstracta, natural diferente a la de ellos.

Nunca pude entender, ni comprender el por qué me cansaba tan rápido de los novios. Me bastaba con que se enamoraran y quisieran atarme para llenarme de angustias, de ganas de llorar y de escaparme… Escaparme de sus miradas tristes, melancólicas e inseguras. Me sentía mal, me dolían los oídos, me daban nauseas, ,cuando esas relaciones querían controlar mi vida, era una sensación tan desagradable, hasta el punto de hacerme llorar….. Ahora miro hacia atrás y no siento nostalgia de aquellas relaciones perdidas, al contrario, porque he ganado.

Viví, mi niñez humilde y pura al lado de mis abuelos, y una vida cómoda de adolescencia y juventud gracias a mi tía y el papá Genaro, al cual amo con el alma, y al que le debo gran parte lo que soy. Pude ver bellezas del mundo civilizado, admiré templos de muchas culturas, museos y jardines, conocí los deleites gastrónomos, caminé descalza por las playas de mares colombianos con cocoteros y por playas mediterráneas rodeadas de leyendas e historias .

Puedo ir por el mundo cada vez que lo deseo, disfrutando sus bellezas, he visto mundos diferentes y me gusto hacerlo. Pude hacer lo que quería, viajando por la tierra, sin perder nunca mis valores y me esencia campesina. He ganado y he crecido como persona, cultural y profesionalmente. He conocido grandes personajes que me han apreciado por lo soy, un ser humano simple, pero sumamente orgulloso de sus ancestros y su tierra colombiana. Esa es mi energía en la vida, y donde quiera que valla recuerdo mi amado terruño de Marsella, el Jardín Botánico y los consejos de los viejos sabios que nos enseñaron a convivir en armonía con la naturaleza. Siempre pienso en dejar a mi país por lo alto. Mas allá de mi trajinar por el mundo, recuerdo y llevo en mi corazón la tierra de Marsella y las aventuras juveniles en el marco de la plaza.

He vivido con responsabilidad pero con muchos sueños, nunca he dejado de soñar y lo seguiré haciendo, porque la vida va vivida según nuestras posibilidades y capacidades sin demostrar lo que no tenemos y lo que no somos. Para otros la meta es casarse y tener hijos, verlos crecer y seguir en las mismas casas y eso está muy bien. Muchos de nosotros, del grupo de soñadores del parque emigramos, hicimos vidas diferentes, excepto medio metro, quien también emigró pero trajo consigo su amor de la niñez, de adolescencia, y como no hacerlo, si como Ana María no hay otra. Ella es fuerza, energía y como se dice en nuestro lenguaje paisa: “ pa las que sea “ Hay seres que se acoplan y se convierten en una solo carne, así sucedió con ellos, y ahí van amándose, llorando, riéndose de lo bueno y malo que les sucede, pero siempre juntos, a pesar de las dificultades que la vida les ha traído como prueba.

Pero ese es el secreto de la vida; reír siempre y nunca perder la frescura. Por eso nuestro grupo es y será el mejor de todos los tiempos en la vida sencilla de Marsella, porque a pesar de todo lo que hemos vivido, aun reímos, aun gozamos y volveríamos a vivir una a una todas las experiencias de nuestra adolescencia inolvidable pero en Marsella.

Porque Marsella es magia, allá todo es hermoso, todo es vida, todo es verde, sus cafetales con sombrío, entre guaduales, allí protegen las quebradas. Sus habitantes son especiales y quedan gravados en el alma del que llega.

Hay un dicho en Nápoles Italia que se adapta perfectamente a Marsella “ Se llora dos veces, cuando llegamos, obviamente por las curvas, y cuando nos despedimos atrapados por el encanto de sus gentes “

Nosotros en Marsella no envejecemos, vivimos, disfrutamos y recordamos la feliz adolescencia en la plaza y para siempre.

Dedicado a “la Barra”

Ruben Dario

Orlando

Mónica.

Bacalao

Ana María

Medio metro

Elsa, Bety, Lina

Cuca

Claudia la “ saraviada”

la punti

Jorge Wuilliam

Reina

Godo

Carla

Gloria Amparo

Aleyda

Gloria la punti.

Olga Isabel Meluk .

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