Julio Néstor Giralda A.
Año 1955, pibe aún, vendía cada domingo el periódico «Ecos de Marsella» que nos suministraba don Bernardo Hoyos. Había que venderlo rápido para cobrar la comisión y volarnos para la «cancha de la Normal» a ver el estelar «Atlético Marsella». Pero para venderlo pronto, me las ingenié: subía al «morro» y allí las muchachas me abejorriaban a cambio de hacer comprar a sus borrachitos los periódicos. No importaba pues cómo había que conseguir el dinero para entrar a ver el partido de fútúbol, lo cierto era que cada ocho días allí estábamos los chinches de «Chapinero» al pie del recordado «Pateguz» en su cabaña de arquero. Todavía revolotea en mi mente ese morocho volando de palo a palo con demostraciones de destreza envidiables por cualquier afamado jugador. Todos queríamos ser como Pateguz; cuando jugábamos con nuestra pelota de trapo a hacer disparos al arco, qué lío: no había quien disparara la pelota, todos queríamos lucirnos como lo hacía en esas tardes de gloria deportiva, ese humilde hombre cuyo oficio era ser ayudante de un bus y que cariñosa y deportivamente llamábamos «Pateguz».
No fue fácil nuestra juventud; la vida nocturna difícilmente existía. Temprano teníamos que estar en casa por el temor a los abaleos y al rapto de niños. La radionovela «Lejos del nido» hacía estragos en el corazón de mi madre, la que lloraba y nos hacía llorar cuando nos reuníamos al pie del radio a escucharla, previniéndonos de salir a la calle para que no nos fuera a suceder lo mismo de la novela.
Era época de violencia, de la que quedó una huella que conservo un físico miedo a las procesiones. Aún lo recuerdo, cuando salían en procesión a los gritos de «Viva Cristo Rey»; todos a cerrar puertas y ventanas y esperar al amanecer para saber cuántos y cuáles eran los muertos. Pero llegó don Libardo Toro como alcalde y el temor almacenado y represado en la semana, el domingo, niños y adultos nos volcábamos a la «Normal» a disfrutar de una tarde de goles y a gritar «vivas», no al partido liberal ni al conservador. era un viva analgésico, grande y rabioso al Atlético Marsella.