Marsella,periodismo e historia

Marsella, periodismo e historia

Publicado 20/01/2019

Jorge Emilio Sierra Montoya (*)

(Prólogo al libro Marsella: Periodismo e Historia, de Gilberto López Ángel, que se presentará el próximo primero de febrero en la Casa de la Cultura de ese municipio)

Los pueblos son su historia, pues el presente que ahora vivimos, donde nos movemos, es sólo el fruto de su pasado, de su trayectoria a través de los años, como sucede en cada uno de nosotros, en la vida personal y de nuestras familias. “Quien no conoce la historia -reza una célebre sentencia-, está condenado a repetirla”.

Debemos, pues, conocer la historia de nuestro pueblo, algo indispensable además para conocernos a nosotros mismos, para saber quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Quien no lo hace, carece de su propia identidad, del máximo sentido de pertenencia para ser un auténtico miembro de su comunidad, y de nuestros más hondos valores culturales, los únicos que pueden darnos la verdadera condición del ser humano, diferenciándonos así de los animales, de los seres sin conciencia.

En Marsella, por fortuna, poseemos una gran historia, de la que debemos enorgullecernos. Se remonta hasta las poblaciones indígenas, anteriores al descubrimiento de América, como dignos representantes de la cultura quimbaya (artistas por excelencia, según consta en el Museo del Oro, en Armenia y Bogotá); se extiende a su fundación como municipio, nacido tras la legendaria colonización paisa, y llega hasta hoy, en pleno siglo XXI, cuando lamentablemente muchos pretenden borrar el pasado por completo, mientras los fuertes vientos de la globalización tienden a arrasar con la todavía incipiente identidad cultural que hemos logrado forjar con tanto esfuerzo.

Nuestra historia, asimismo, ha quedado escrita o, mejor, impresa. En primer lugar, en la extraordinaria “Monografía de Marsella”, de don Célimo Zuluaga, que todas nuestras familias deberían tener en sus casas como documento obligado de consulta, en honor a los ancestros. Sin duda, esta obra fue producto de una investigación rigurosa, guiada por el espíritu didáctico de su autor (maestro en sentido estricto), y donde cada marsellés puede encontrar sus raíces, su razón de ser, el origen de su existencia.

Pero, también hay otros libros que pueden servirnos al respecto, los cuales por lo general tienen un sello personal, nostálgico y anecdótico, como “Marsella y sus historias”, de don Alfonso Ramírez, quien hasta hace pocos años nos acompañó tras haber alcanzado un siglo de vida, o “Historias y leyendas de pueblo”, de mi autoría, que bordea más bien el terreno de la literatura, entre otros cuya mención se destaca en publicaciones actuales de fácil consulta por internet.

Sin embargo, la mayor y acaso principal fuente de nuestra historia está en los periódicos locales, entre otras cosas porque el periodismo es historia y siempre lo ha sido. Marsella, por cierto, ha tenido una vasta y notable tradición periodística (en especial, de la prensa escrita) que, gracias a la tenacidad y la pasión intelectual de Gilberto López Ángel desde la dirección de la hermosa Casa de la Cultura, todos pudimos descubrir, maravillados, en el Museo del Periodismo y en sus continuos hallazgos que durante los últimos años él suele divulgar en redes sociales.

Pues bien, este libro -Marsella: Periodismo e Historia- reúne tales hallazgos y muchos más que siempre nos sorprenderán por el trabajo paciente, prolongado e incansable de quien logró rescatar del olvido numerosos periódicos y escudriñarlos con lupa, con el profundo amor a nuestro terruño, para sacar de nuevo a la luz pública su contenido, reviviendo un pasado cuyas huellas marchan, queramos o no, junto a las nuestras.

Es un libro que también debe convertirse en texto de consulta para todos los marselleses, sin excepción, por ser un extraordinario aporte a la historia local y al periodismo regional, al que debe servir como ejemplo para los demás municipios, los cuales en su mayoría deben reclamar que se avance por ese camino en busca de su identidad cultural, que es la nuestra.

Y debe ser, sobre todo, material de estudio en escuelas, colegios e incluso universidades, donde niños y jóvenes ahonden en la presente investigación y otras similares, explorando no solo en los documentos pertinentes sino en las voces de nuestros abuelos, con su sabiduría a cuestas basada en la experiencia, al contar sus historias y recrear sus ya lejanas épocas de infancia y juventud, de modo que podamos dejarlas por escrito y salvarlas del olvido en que han caído tantos hechos de importancia en nuestra vida colectiva.

¡He ahí uno de los grandes retos que no podemos eludir como marselleses, dignos de serlo!  

(*) Miembro Correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua

 

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