MONOGRAFÍA DE MARSELLA

Por :Célimo Zuluaga Aristizabal

A MANERA DE PROLOGO, PUBLICO ESTA CARTA ENVIADA POR UN ILUSTRE HISTORIADOR

El nombre de Marsella, villa y municipio del antiguo Caldas, tenía para mí resonancias afectivas por indicar la procedencia de amigos muy dilectos: los hermanos Guillermo y Julio Aguirre Quintero y Guillermo Uribe —mente inquieta y corazón abierto—. Pero cuando cayó en mis manos la Monografía de Marsella, 1.954 escrita por don Célimo Zuluaga me imaginé, al pronto que no pasaba de ser un folleto de información geográfica y cívica, puramente noticiosa, compuesta en estilo notarial y didáctico. Al recorrer sus bien impresas páginas, cuánta no fue mi sorpresa encontrarme con un estudio histórico, una semblanza evocativa de un pueblo, de una laboriosa y progresista comunidad ciudadana, desde sus primeros pasos marcados con el signo vigoroso y emprendedor de la raza antioqueña.—raza de conquistadores y dominadores— hasta sus más recientes esfuerzos por convertir la rústica fundación de don Pedro Pineda en apreciable centro de civilización y cultura.Todas las partes de su contenido están armónicamente,, compaginadas para ofrecer a las venturas generaciones la visión de un pasado estimulante y al erudito y al simple lector culto, rasgos y elementos para ilustrar la historia nacional, la verdadera historia del país que no es sino la confrontación y combinación de sus historias locales, urbanas y campesinas.Quien suscribe este sincero testimonio, no ha podido menos de compulsar datos y aspectos consignados por el señor Zuluaga con los que aquél mismo ha venido allegando para preparar una .serie de biografías de hijos egregios de Buga, su ciudad nativa. Es curiosa,, la semejanza y relación entre ciertos sucesos y figuras que le imprimen sello anecdótico a la investigación histonográfica realizada sobre centros de tan diversa formación y .desarrollo, como son la ciudad Señora, Guadalajara de Buga, de antigüedad colonial, aristocrático empaque y descollante figuración intelectual y política y esta discreta población de Marsella, que sólo cuenta poco más de un siglo de establecida con el nombre de Villa Rica de Segovia y menos de una centuria de su promoción a la dignidad municipal.
Así, el ingenuo relato de la hija del fundador, Valeria Pineda, se empareja con referencias tradicionales que oímos de labios ancianos sobre la primitiva condición del vecindario de Buga. Pero aquí resalta gran diferencia de actitudes y propósitos: los fundadores de Buga descienden «de la cumbre al llano» a demarcar e instalar una ciudad con todas las formalidades jurídicas y nobiliarias, de la España colonizadora; en tanto que los animosos fundadores de Marsella penetran en fa selva bravía bajo el brusco llamamiento de Pedro Pineda a su familia: arreglen para que nos vamos a fundar un pueblo. «De allí en adelante refiere doña Valeria -«seguimos abriendo trochas con calabozos, pues en esa época las peinillas y machetes no eran conocidos, hasta que acampamos en donde hoy está la plaza. Al pie de un grueso lembo junté candela para hacer de comer mientras mi padre y uno de los pequeños inspeccionaba los alrededores. Era tan tupido el follaje de la selva, que el humo se extendía bajo los árboles invadiendo gran trecho antes de elevarse, lo que obligó a gritar al pequeño lleno de temor: miren que sé está quemando el monte».
Todo ese relato reproducido en su primitiva llaneza por don Célimo Zuluaga encierra grandeza épica pues en la epopeya popular hay una grandiosidad inconsciente y verdaderamente humilde como la de quien cuenta cosas que tienen significado transcendental que el narrador no parece percibir. Y son épica también las precisiones genealógicas y datos de registro eclesiástico de los héroes ignotos que destrozaron la selva virgen, entre rugidos de fieras y columnas de humo que ocultaban el follaje protector para darle origen a una ciudad, como el de todos los centros urbanos de la historia.La «vida» de Marsella me ha sugerido paralelos de semejanzas y diferencias con comunidades urbanas que me son más conocidas. Espigando aspectos, tomo al acaso la afición teatral que no ha logrado en Colombia un cultivo intenso, perseverante y creador pero que, mantenida en esa etapa espontánea, no ha contribuido poco a la elevación del nivel estético de nuestro pueblo y ha procurado noble y sana expansión para remover la dureza y monotonía de la vida aldeana que duerme aún en el fondo de las ciudades populosas. Las compañías de aficionados que se formaban en Marsella recuerdan las similares que en el siglo pasado congregaban los altos espíritus de Vicente Becerra y Luciano Rivera y Garrido: las mismas piezas dramáticas que se representaban en la villa de los Bedoyas, Otalvaros y Betancures, «Los dos Sargentos» revelan identidad de gustos que equiparan estéticamente la sociedad guadalajarense y la sociedad marsellesa.
Hasta mi memoria infantil le sale al paso a estas «Reminiscencias» de Zuluaga: El nombre, perfumado de virtud y caridad, de Sor Vicenta López, tan vinculada a la educación femenina de Buga, donde murió en 1.919; el amor candoroso conque coterráneos míos se dedicaban a la erudición mistológica, en Marsella ha dado frutos tan curiosos y copiosos como ese Diccionario Mitológico Universal en siete tomos y La Historia de las Religiones Paganas, labor investigativa a que ha consagrado 32 años de su vida, Lisandrino Cardona Valencia; el periodismo esporádico y la poesía de tinte romántico y evocador, uno y otra, productos típicos del siglo pasado registran en Marsella, como en Buga, significativa reiteración.Pero no puedo detenerme en dos datos que relucen con lumbres de mi propia infancia: «Aproximadamente en ef año de 1916 el pueblo tuvo su alumbrado eléctrico…. Al tener luz se inauguró un salón de cine…. El primer cine que se conoció fue el del profesor Arak, ciudadano argentino, célebre ventrílocuo, prestidigitador e ilusionista que tan deliciosas horas de alegría nos proporcionó en nuestra niñez. Años más tarde se radicó en Medellín, donde organizó un hotel». Ahora bien, el mismo mago Arak estuvo en Buga en mayo de 1912, secundado en sus funciones por la hermosa Miss Judith y exhibiendo las primeras películas de cine de que pudo disfrutar la sedentaria Villa del Milagroso. Gracias a la minucia reminescente de don Célimo Zuluaga he completado mi información sobre ese personaje que también «alegró inolvidables horas de mi niñez».El otro dato se refiere a emociones imborrables causadas por los instrumentos del progreso moderno: «El primer grafófono fue traído a la ciudad por el señor Manuel Vázquez Hoyos y lo exhibía en su tienda. Traía ese aparato, que remplazó al fonógrafo, una gran bocina y sólo se oía a una distancia máxima de cinco a seis metros. Cada persona pagaba cinco centavos por oír un disco que era generalmente «La batalla de Palonegro». Sustituyase el nombre del señor Vázquez Hoyos por el de don Ernesto A. Ortiz y algún célimo de Buga podría consignar idéntico apunte.
Como en calidoscopio ilustrativo y pintoresco, la Monografía de Marsella ofrece, a vista de lector, un desfile de imágenes recortadas en piezas coloridas: servicios públicos, empresas privadas, actividades artísticas, manifestaciones religiosas, movimiento cívico, toda la «vida» de un pueblo colombiano con rasgos característicos comunes a comarcas distantes de una misma patria y con notas distintivas que piden una investigación sicológica y sociológica.
De la mano mágica de Célimo Zuluaga Aristizábal he contemplado toda esta «función» histórica desde la venerable figura tutelar de Monseñor Jesús María Estrada —ejemplar de heroísmo, abnegación y sabiduría no siempre reconocidos— hasta la humorística llegada del primer automóvil, noticia simbólica de progreso gradualmente asimilado y prudente mantenedor de salvadoras esencias ferrígenas.

ARMANDO ROMERO LOZANO ,Santiago de Cali, enero de 1970.

CAPITULO I
LA CONQUISTA

 

El territorio que forma actualmente el Municipio de Marsella perteneció a los quimbayas, cuyos dominios se extendían desde el río Chinchiná al norte, llamado Tacurrumbí por los indios, hasta el río de La Vieja, llamado Zegres, y la Cordillera Central, habitada ésta por los bravos pijaos. La habilidad de los quimbayas como tejedores de mantas, ceramistas, orfebres, decoradores, metalúrgicos, hace pensar en una organización social adelantada. Para la fundición del oro y los metales utilizaron la forja y los crisoles encontrados en los sepulcros de Montenegro, Quimbaya y Armenia y no la rara hierba de extraordinario poder fundente como se concebía anteriormente. También conocían una Jigo con la que forjaban instrumentos de un temple de acero parecido al cobre cortante de los peruanos. El doctor Zaffray en su «Viaje a Nueva; Granada» dice: «la mayor parte de los habitantes de Nueva Granada creen que los indios conocían plantas cuyo jugo tenía la virtud de comunicar al oro tanta maleabilidad como la cera: esta creencia» data de remota época, pues ya la encontramos en un libro muy curioso publicado en 1786″. En los viajes del conquistador Robledo y viniendo del norte, llegó a Irra. Por ser de gran importancia este dato, copio textualmente la relación de Juan Bautista Sardella, escribano de Robledo: «Avistada la población de Irra, Cananao su cacique, pasó con su gente al otro lado del río (Cauca). Robledo le hizo saber que nada debería de temer, que ningún daño le haría, y después de parlamentaciones que duraron dos días, el cacique repasó el río y vino a visitar al Capitán y le trajo una enorme totuma de oro; le refirió que a la ribera opuesta del río existía el pueblo de los quimbayas y que era tan rico que toda la vajilla que usaban era de ese metal. Por primera vez oía Robledo el nombre quimbaya y desde ese momento pensó en díri girse allí, pero antes regresó a Santa Ana (Anser ma), e hizo los repartimientos del caso, organizó gente y tomó todas las disposiciones necesarias para emprender sus nuevas conquistas».

Don José Tomás Henao, copiando y comentando al mismo Sardella dice: «Por camino distinto despachó Robledo otra expedición a órdenes de Melchor Suer de Navas, quien halló muy buenas poblaciones en las que fue visitado diariamente por tres o cuatro mil indígenas. Muy posible es que el punto a donde acababa de llegar el Alférez Suer de Navas estuviera en el Distrito de San Francisco (hoy Chinchiná) o de Segovia, quizá Naranjal, pues habla el cronista de «un extenso llano» Lo cierto fue que desde allí envió Suer de Navas «a ver desde unos altos si aparecían adelante más poblaciones y la gente que fue a ello hallaron que adelante iba mucha tierra poblada y se volvieron con, la nueva a dicho Alférez. Suer de Navas al ver la grandeza de esta tierra, que del alto dominaba, envió la noticia a Robledo con seis hombres de a caballo, de los que uno se adelantó a pedirte albricias, las que fueron otorgadas en joyas por valor de cuatrocientos pesos. La buena nueva fue muy celebrada entre los castellanos porque todo se había conseguido pacíficamente; y refiere nuestro cronista que «fue tal el júbilo del Mariscal, que al día siguiente se puso en camino y anduvo en una ¡ornada lo que era cuestión de dos, hasta juntarse con Suer de Navas». «Siguiendo mis apreciaciones, continúa el doctor Henao, creo estar en lo cierto al conjeturar que los altos donde los castellanos acababan de ver tan rica, extensa y poblada tierra, estaban en la Cordillera de El Nudo; el emporio de nación quimbaya no era ya para los conquistadores mera ilusión y la fundación de Cartago, hoy Pereira, cabecera de la rica provincia del Quindío, primera fundación en lo que hoy es Departamento de Risaralda, era cuestión de pocos días».Por lo expuesto se comprende que por el territorio de Marsella entraron los conquistadores al valle de los quimbayas, hoy Quindío. El 9 de agosto de 1540 Robledo fundó la ciudad de San Jorge de Cartago en el lugar que hoy ocupa Pereira, cabecera del corregimiento de Villa Rica de Segovia más tarde.En el Municipio de Marsella se encontraron ricas guacas, y se cree que los indios de este lugar hilaban el algodón, pues en ellas se encontraron husos,Los indios que poblaban anteriormente esto zona del Quindío tenían talla gigantesca, a juzgar por ciertas sepulturas o guacas Mamadas chaverronas, raza que aniquiló y dominó a la quimbaya, ia cual, a su vez, aseguran que vino del Sinú y que invadió este territorio en épocas muy remotas. Como recuerdo de esta raza desaparecida solo quedan algunas piedras con inscripciones indígenas en el río San Francisco, vereda de Miracampo. A Cartago, hoy Pereira, en 1565 concedió Felipe II su escudo de armas consistente en un sol que irradia luz sobre tres coronas imperiales. La traslación definitiva de Cartago al lugar que hoy ocupa, se verificó el 21 de abril de 1691. Presidía aquella importante odisea la Virgen de la Pobreza.

CAPITULO II FUNDACIÓN

La fecha exacta de la fundación de Marsella no se ha podido averiguar con certeza, pero se tienen datos verídicos suministrados por la señora Valeria Pineda de Bedoya y se puede llegar a la siguiente conclusión: «El Tratado de la Expansión se firmó en Manizales el 30 de agosto de 1860 y doña Valeria Pineda, fundadora de esta ciudad, recordaba cuando pasaron las tropas por Villamaría. Esto pudo suceder, pues en esa población permaneció Mosquera varios días. «A su llegada invitó a los jefes Posada y Henao a una conferencia con el fin de poner término a la guerra. ,Las conferencias se efectuaron en Villamaría durante dos días, pero no se pudo llegar a un acuerdo, pues ninguno cedió y se retiraron a sus campamentos resueltos a «que los cañones dijeran la última palabra». Esto prueba que Marsella se fundó al finalizar el año de 1860, pues doña Valeria dice que llegó a este lugar cuando solo tenía doce años y en enero de 1952 cuando murió en Belalcázar, tenía 105 años.Este territorio fue visitado la primera vez por don Pedro Pineda el cual vino de La Aldea (Villamaría), en compañía de uno de sus hijos y construyó en el sitio de La Pereza, vereda de Valencia, un rancho de palmicha con el fin de volver más tarde con su familia a hacer la fundación. Esto ocurrió al finalizar el año de 1860.Doña Valeria Pineda, hija del fundador, que habitaba por los lados de Valencia en los mismos frenos heredados de sus padres, me refirió: «Tenía doce años de edad y vivíamos en la Aldea cuando dijo mi padre: Arreglen para que nos vamos a fundar un pueblo. Salimos con lo poco que pudimos llevar, hasta El Congal, en donde posamos en la única casa que allí había ocupada por Juan Ospina. De allí en adelante seguimos abriendo trochas con calabozos, pues en esa época los machetes y peinillas no eran conocidos, hasta que acampamos en donde hoy está la plaza. Al pié de un viejo lembo que estaba más o menos donde está el busto de Bolívar junté candela para hacer de comer mientras mi padre y uno de los pequeños inspeccionaba los alrededores. Era tan tupido el follaje de la selva, que el humo se extendía bajo los árboles invadiendo gran trecho antes de elevarse, (lo que obligó a gritar al pequeño, lleno de temor «miren que se está quemando el monte». Inmediatamente nos dirigimos al rancho con el fin de hacer el primer abierto. Mi madre se llamaba María Gregorio Muñoz y mis hermanos: Jesús, Eliseo, Benjamín, Rosendo, Ricardo, Rafaela y yo que soy la tercera en el orden de nacimientos. Mi padre empezó a cultivar el terreno, y las semillas de algodón, tabaco, cabuya, plátano y otras muchas las trajo de Santa Rosa de Cabal, pues a ese lugar salía cada mes a vender almidón de hobambo que era lo único que teníamos ya que se encontraba esta planta en grandes cantidades sin necesidad de cultivo.. El camino que acostumbraba era por lo que hoy es Miracampo hasta llegar al Chuzo. A su regreso traía mercado y semillas. La de café la trajo de Naranjal. El algodón lo hilábamos con husos encontrados en las guacas y de cabuya se hacían jicaras, costales y otros objetos». Todavía conservaba doña Valeria un carriel de cabuya, primorosa y artísticamente adornado el cual fabricó don Pedro» y usó hasta su muerte. Contaba doña Valeria que en este lugar no había indicio de que ser humano hubiera estado por estos lares antes que ellos. Había tigres que devoraban los terneros y atacaban el rancho donde vivían, defendiéndose durante la noche con hogueras que sostenían hasta la mañana cuando el animal se alejaba. De acuerdo con lo expuesto no puede reconocerse otro fundador, pues fue don Pedro Pineda a quien correspondió hacer las primeras viviendas para regalar a los colonos que llegaban y obsequiar las semillas para los nuevos cultivos. A él le correspondió construir la primera capilla, de hojas de palmicha y de vara en tierra, en el mismo lugar que hoy ocupa la iglesia parroquial.

OTRAS FAMILIAS DE FUNDADORES

La segunda familia que llegó a estos lugares fue la de don José Bedoya, el cual venía de Sonsón, invitado por Pineda. Su esposa se llamaba Estanislada Obando y sus hijos: José María, Jesús María, Esteban, Eladio, José Antonio, (primero que murió en este lugar), Bernardina, María Jesús, Eugenia y Justo. Don José empezó sus abiertos de Valencia hacia el occidente, donde se encuentran actualmente los tanques del nuevo acueducto, terrenos que todavía están la mayor parte en poder de sus descendientes. La tercera familia llegada fue la de Pedro Castaño, el cual se situó en el sitio denominado hoy El Porvenir. Sus hijos fueron: José Antonio, José María, Úrsula, Cipriano y Sara.La cuarta familia llegada a Marsella fue la de Luis Betancur el cual se instaló en el sitio hoy denominado «San Luis». Fue el padre de don Antonio Betancur, tronco de una numerosa familia. La quinta familia fue la de Felipe Otálvaro, el cual se estableció en «Siracusa». Después vinieron los siguientes que deben ser tenidos en cuenta como fundadores: Félix Toro, acompañado de su esposa, Juana María Toro, él cual colaboró en el trazado de las calles y plazas; Enrique Muñoz, Nepomuceno Correa, Pedro González, Cruz Jiménez, Carlos Morales y otros.

PRIMER MATRIMONIO

Justo Bedoya y Valeria Pineda, hijos de José y Pedro, contrajeron matrimonio en Santa Rosa de Cabal, y fue el primer matrimonio que se efectuó entre estas familias recién llegadas. El sacramento lo administró el Padre Juan Nepomuceno Parra llamado «Parrita», quien más tarde celebró la primera misa en este lugar. El primer hijo de este matrimonio fue José Domingo. La misma Valeria, su madre, llevó el niño a bautizar a Manizales, pues en Santa Rosa no encontró un sacerdote. Cuenta que por esa época Manizales estaba formado por unos pocos ranchos de paja y uno solo de teja donde tenía almacén de telas don Eduardo Hoyos, fundador de la ciudad, ya que formó parte de la célebre «expedición de los veinte» y había sido alcalde de esa ciudad en 1851.

CAPITULO III CORREGIMIENTO

Con el nombre de Villa Rica se conoció este territorio. Don Félix Toro, anciano venerable, suministró este dato que juzgamos verídico: «En el año de 1864 pasó por este lugar el General Mosquera con su comitiva, siguiendo una trocha que conducía de Chinchiná a Cartago, Al encontrarse con algunos individuos que trabajaban en la explotación de una mina de oro, les preguntó que cómo llamaban esta región, a lo que respondieron los interrogados: Esto se llama Villa Rica. El General les dijo: —»Deben llamarla Villa Rica de Segovia, pues es muy parecido el terreno a Segovia en donde me tocó combatir con el General París».

La existencia de este atajo o trocha se comprueba plenamente con la relación del doctor Zaffray en su viaje Manizales-Cartago efectuado en 1860. Dice así: «Yo no temía nada en cuanto a mi persona, pues era un poco amigo del General Henao, pero exponíame a que me quitasen el criado y las mulas. Por lo tanto, juzgué más prudente dejar en Manizales mis bagajes reuniendo en una maleta los efectos más indispensables, mis objetos preciosos y una bolsa bien repleta. Confíe a Miguel este ligero equipaje, y encarguéle que se dirigiera por los atajos al camino de Cartago en cuya ciudad les esperaría yo».

El primer Corregidor fue el señor José Reyes, y como no tenía local destinado para cárcel, usaba un cepo en la plaza para castigar a los individuos que violaran la Ley. De él se cuenta esta anécdota histórica» «Prohibió a los vecinos emborracharse y el que lo hiciera sería llevado al cepo. Un día lo encontró un comisario, (pues así se llamaba a los policías) borracho y lo condujo allí. Ante la protesta, el Comisario le dijo: —Usted lo ha dispuesto. Y amaneció en la plaza, amarrado del cepo que él mismo había hecho construir.

Como el Corregimiento, integrante del Distrito de Pereira, progresara rápidamente, pues las tierras son fértiles y se explotaban ricas minas de oro por los ingleses, empezaron a trabajar por la creación del Municipio ante el Gobierno del Cauca, siendo uno de los más interesados don Ramón Zafra el cual viajó en estas gestiones hasta Popayán, varias veces.La primera casa de teja la construyó Pedro Pineda, de un solo piso, en el lugar que hoy ocupa la Farmacia Real y vendió una pieza a don Emigdio Uribe en donde organizó la primera botica y empezó a recetar, siendo éste el primero que ejerció la medicina en el lugar. La segunda casa de teja es la que ocupa la familia de don Ramón Zafra, carrera 8 con calle 9.

Durante la guerra de Trujillo sucedieron acontecimientos importantes en este Municipio, pues en el Alto de El Nudo hubo un combate. Transcribo un párrafo del historiador Padre Fabo tomado de su «Historia de Manizales»: «Ante esta conducta injustificable el enemigo llegó a tener completa seguridad en sus posiciones y emprendió una ofensiva constante y tenaz. Los liberales hicieron lo que no hacían sus adversarios; quisieron éstos invadir el Cauca por una vía distinta de la que cubría el General Trujillo y la División caucana debió sufrir, en cambio, un fuerte rechazo, poco después en las alturas de El’ Nudo, cerca de Segovía. Fue hecho prisionero el Coronel Euse». Era abanderado José Domingo Bedoya, el cual una tarde llegó a la casa de su madre Valeria Pineda, según ésta me refirió, con la bandera perforada por las balas. Debió haber ocurrido en esta ocasión, pues venía por los lados de Pereira. En el camino de El Nudo, cerca del cerro, se veían los calvarios donde murieron los combatientes. Refiere la señora que los liberales vestían de bayeta roja y los conservadores de bayeta azul por lo cual era tan fácil distinguirlos.

MONOGRAFÍA DE MARSELLA

CAPITULO XVIII

ALGUNOS DATOS CURIOSOS

La primera partida de Bautismos de Segovia corresponde a María Ludgarda Morales, 1o. de ene­ro de 1880, bautizada por el Padre Manuel Desi­derio López, Cura. Las partidas anteriores a éste, se encuentran en Santa Rosa de Cabal.

Partida No. 1 de Matrimonios: Paulino Aguirre con María del Rosario Molina. 7 de enero de 1880 y fueron casados por el Padre Manuel Desi­derio López.

Partida No. 1 de Defunciones: María Rita Gi­raldo, casada con Agapito Aguirre. Ocurrió el 24 de agosto de 1880 y la firma el Padre Gregorio Pavas.

Las partidas de defunción números 129 y 130 corresponde a los esposos Francisco Piedrahíta y Raimundo Ruiz, muertos el mismo día. (9 de octubre de 1890).

Cuenta Monseñor Estrada que en una ocasión fue llamado para cantarle un entierro al cadáver de una anciana que estaba en la puerta del Cementerio y traída de «El Congol» (hoy «El Trébol»). El sacerdote pidió la trasladaran a la iglesia y cuan­do fueron a buscarla había desaparecido, pues só­lo había sido víctima de un ataque. Inmediatamente regresó a su casa y fué alcanzada en «El Edén». Es de hacer notar que en esa época los cadáveres de gentes pobres eran traídos del campo sin ataúd y «aquí se los fabricaban «sobre medidas».

La Calle Real era llamada «Calle de Marma­to», cuando estaba formada por casitas de paja.

La calle de Chapinero, llamada anteriormente de «El Gus», lleva este nombre por el siguiente mo­tivo: en la única casita de teja que existía en ese lugar, situada hoy en la carrera 7 entre calles 8 y 9, construida por el señor Nicolás López y habitada en esa época por un individuo llamado Marin­cito, amaneció un día un letrero que decía «Chapi­nero». Se le puso la queja al Alcalde, señor Juan fío Ocampo, el cual muy serio contestó: «Yo lo hice porque en esa calle hay cuatro chapines, y así debe llamarse la calle».

Otra anécdota de don Juan Pío Ocampo es lo siguiente: Como en Segovia no existía mercado los días miércoles, el citado Alcalde propuso crearlo y dispuso que los interesados podían sacar sus frutos para la venta con el compromiso de que lo que no sé vendiera él lo compraría. Así se hizo y al medio día recogía don Juan Pío los productos después de comprados y eran distribuidos entre personas pobres; El primer cerdo lo sacrificó el señor Antonio Cardona Álzate (Carnero) y la mayor parte la com­pró Ocampo, según lo convenido.

Siendo Alcalde don Juan Pío Ocampo, invitó a los vecinos a arreglar la plaza, pero nadie aten­dió. Para obligarlos resolvió hacer grandes cana­lones y de esa manera los vecinos se vieron obliga­dos a trabajar en los banqueos. Este gran patriota será recordado siempre con gratitud, pues contri­buyó con su dinero, su trabajo y su entusiasmo al progreso de la naciente ciudad.

La calle más importante fue durante mucho tiempo la salida para Manizales pasando por la quebrada llamada de «Ña Ramona». Por ese lado se extendió el barrio de Tres Esquinas, que fue el más concurrido y del cual se conservan más histo­rias y leyendas. Después se varió la vía por la apertura de la «Calle de las Madres», que está comprendida en la carrera 5 entre calles 5 y Esta calle la hizo abrir don Luis Eduardo López cuando ocupaba el cargo de Alcalde Municipal por un sistema demasiado ingenioso.

Anteriormente se denominaban las calles con nombre de héroes, como todavía puede verse en algunos avisos: calle de Páez, Zea, La Pola, Sucre, etc. Como la salida para Las Tazas, vereda que fue de las más importantes, era por La Mina, se pobló una calle llamada Carangal, que fue de gran im­portancia. Se creyó que la ciudad se extendería a ese lado por tener mejores aguas y mejor clima ;Esto lo comprueba el hecho de que el área urbana se extiende más a ése lado y se trazaron mejor las calles. Todavía existe una de ellas que empieza era el citado lugar de Carangal o Sacatín, la cual, pa­sando por El Sinai llega a Las Cuadras.

Del primer Concejo, al crearse el Municipio fue nombrado Presidente don Nicasio López, Vicepresi­dente don José de La Concepción Villa y Tesorero don Tito Restrèpo. Es bueno recordar qué don Ni­casio López fué el primer Alcalde al crearse el Mu­nicipio, y fue nombrado por el Gobierno del Cauca.

En mayo de 1906, el Gobernador del Depar­tamento de Caldas nombró Concejo Municipal, así:

Principales:

Suplentes: ;

Luis Gallego

Manuel Cardona

Luis López O.

Luis López H.

Bérbaro Sánchez

Jesús Montoya

Emilio García

Julio Ramírez

En 1910 es elegido el

siguiente Concejo:

Principales:

Suplentes:

Ramón Zafra

Temístocles Botero

Bernardo Escobar

Vicente López O.

Luis María López O.

Nepomuceno Vásquez

Evaristo Peláez

Joaquín Restrepo

Ramón Ramírez

Juan C. Posada

Cándido Hurtado

Elias Uribe

Juan Pío Ocampo

Leónidas Peláez.

 

Personero, Jesús María Bedoya R,

El primer Jurado Electoral de Segovia fué nom­brado el día 8 de julio de 1905, integrado así: Principales, José de la Concepción Villa. Vicente Uribe. Nicasio López. Suplentes: Emilio García. Juan Pío Ocampo. Manuel Gómez.

El primer Recaudador de Hacienda, llamado Colector, fué don Ramón Ramírez, nombrado por Decreto No. 72 de 1905, septiembre 14.

El primer Comisario (Policía), nombrado por el Gobierno de Caldas, fué Gumersindo Henao (De­creto No. 85 de 1905).

El Decreto No. 139 de 1905 declara insubsis­tente el nombramiento de Gumersindo Henao y nombra en su remplazo a José Basilo Enciso.

El Gobernador, por Decreto No. 147 de 1905 nombró Personero a don Maximiliano Gíraldo y su­plente a don Camilo Uribe.

Inspector Local de Educación en el año de 1906, Pedro María Echeverri.

Tesorero en 1905, Ramón Zafra Rosales.

Según la Ley No. 59 de 1905 circulaba en Segovia las siguientes monedas: Condor, diez pesos papel moneda; doble Cóndor, veinte centavos papel moneda; medio Cóndor, cinco décimos de peso en oro; el Rea!, valor de un décimo de peso en oro.

El primer Grafófono fué traído a esta ciudad por el señor Manuel Vásquez Hoyos y lo exhibió en una tienda que ocupaba parte de lo que hoy es café, bajos de su casa de habitación. Este aparato que remplazó al fonógrafo tenía una gran bocina y só­lo se oía a una distancia máxima de cinco a seis metros. Cada persona pagaba cinco centavos poroír un disco que generalmente era «La Batalla de Palonegro». Estos aparatos fueron remplazados porlas victrolas y luégo por las ortofónicas. El mejor vendedor de estos aparatos fué don Emiliano Hoyos.

La primera bicicleta fué traída a este lugar por una sociedad compuesta así: Apolinar Restrepo, Nano Bedoya T., Manuel Bedoya L. y Emilio Hoyos. Sobre este particular se cuenta la siguiente anécdo­ta: Cuando don Eladio Bedoya supo que su hijo Manuel había traído una bicicleta para montar lo llamó enojado y le dijo: «Consiga pasto, pues eso sí no se lo permito en la manga».

El primer automóvil traído a Marsella era de propiedad de don Jesús Noreña, reputado como el hombre más rico de estos contornos. El auto fué traído de Pereira en bueyes de propiedad del mis­mo Noreña. El chofer que se encargó de armarlo y manejarlo era de apellido Zambrano. No podía sa­lir de la plaza y por cada vuelta en ella se cobraba a cada pasajero la cantidad de cinco centavos. Más tarde lo manejó un tiempo el señor Marco Fidel Jaramillo, el cual logró llevarlo por el camino de Al­to Cauca, hasta el lugar donde hoy se encuentra la Escuela de La Palma en el alto de La Inquisición. Más tarde este automóvil fué comprado por don José Restrepo H., quien lo hizo desarmar de nuevo para llevarlo a Pereira donde sirvió un tiempo.

CAPITULO VII

HISTORIA DE LA EDUCACION PÚBLICA EN MARSELLA

ESCUELA URBANA DE VARONES

Según los archivos que se conservan en varias oficinas, en el año de 1904 sólo existía en Segovia una escuela alternada y en el año de 1905 empezó a funcionar la Escuela Urbana de Varones con un solo maestro: Luis Eduardo López. La matrícula en ese año fue de 79 niños y el local carecía de ban­cas, tableros y útiles. Los alumnos se sentaban en el piso. Antes habían venido otros maestros nom­brados por el Gobierno del Cauca, y en su orden fueron: Sinforoso Delgado, Luciano Jaramillo, Ale­jandro Moreno y Joaquín Ceballos. Este había ejer­cido su profesión en Manizales más o menos en 1890.

Don Luis Eduardo López se había posesionado en febrero de 1905 nombrado por el Gobierno del Cauca, pues el Departamento de Caldas se creó el 17 de abril de ese año, y empezó a ser administrado como tal el día 15 de junio con la posesión de don Alejandro Gutiérrez, primer Gobernador. En mismo año don Luis Eduardo López renunció siendo nombrado Director don Ramón Zafra y subdirector don Francisco Botero.

En 1907 la matrícula fue de 154 varones con dos maestros: Luis Eduardo López y Francisco Bo­tero.

En 1908 el Director de Educación Pública de Caldas, don Juan Andrés Echeverri en gira por el Departamento, hizo su visita a esta ciudad. El día 4 de abril se presentó a la escuela acompañado de su comitiva, así: Alcalde, Lino Vallejo; Personero, Sandalio Palacio; el Presidente del Concejo, Camilo Uribe; Inspector Local, Pbro. Jesús María Estrada y el Secretario ad-hoc Juan C. Castrillón.

Dos días después el Director de Educación o Secretario General de Instrucción Pública, como entonces se llamaba, provoca la reunión de las autoridadess con el fin de cambiar la casa cural antigua por el solar en donde está edificada la actual.

Al finalizar el citado año, es nombrado maes­tro don Rodolfo Velasco, pero en 1909 vuelve a quedar la escuela con dos maestros, pues Velasco se retiro ese año rebajó la matrícula a 118 ni­ños por 154 en 1907.

Los demás maestros que han prestado servicios en este Municipio, son:

1911 Miguel Angel Villegas

1912 Rafael Osorio

1913 Luis Felipe Ramírez

1914 José Dolores García y Atanasio Ríos

1915 Pedro José Hoyos, Luis Amador Jiménez y Daniel Ramírez. En este año la matrícula su­be a 227 niños.

1916 Diego Jaramillo, Luis Felipe Alvarez. Matrí­cula 199 niños.

1917 Ciriaco García 1981 Eduardo Osorio

1910 Luis N. Gómez. Matrícula 150.

No cabe duda que uno de los maestros más meritorios de la escuela urbana de varones fué don Luis Eduardo López, natural de Aguadas, a quien tocó la organización de tan importante estableci­miento.

Le correspondió educar a la mayoría de los actuales ciudadanos de Marsella, y su nombre se recordará por todos con gratitud. Su retrato debie­ra adornar el salón de la Dirección de nuestra Es­cuela Urbana de Varones.

Consagro un recuerdo a la memoria de don Francisco Botero L, digno maestro que me enseña las primeras letras en el año de 1910. Hoy se encuentra olvidado de los hijos de este pueblo después de haber prestado importantes servicios. Aquí si cabe decir: «El maestro permanece a la orilla del camino sosteniendo la antorcha de la sabiduría pa­ra que todos pasen; pero él permanecerá allí abandonado». Don Santiago Ramón y Cajal dijo: «Ser padre, algo es; ser maestro afortunado, más aún; pero desenvolver un buen entendimiento, colaborar en sus triunfos, es alcanzar la paternidad más alta y más noble, es como corregir y perfeccionar la obra de la Naturaleza, lanzando al mundo, pobla­do de maravillas, vulgares y repetidas, una flor nueva, que acredita la marca de fábrica del jardín de almas, y que se distinga de la muchedumbre de las flores humanas por un matiz raro, precioso y exquisito».

Con el progreso de la educación y para atender sus necesidades se fundaron las siguientes escue­las: Concentración »Mariscal Sucre» la cual empezó a laborar el 2 de febrero de 1967 bajo la dirección de Hernando Echeverri Hernández con 12 secciona­les. Tiene una matrícula de 500 alumnos.

La escuela urbana mixta «Juan José Rondón» fundada el lo. de agosto de 1969 con 12 profeso­res y bajo la dirección de Fernando Carmona Ossa.

COLEGIO DE VARONES

Con el nombre de «Colegio de San Luis Gonzaga fundó el Padre Estrada un magnífico establecimiento privado, de enseñanza secundaría. Los pro­fesores fueron el fundador y el Padre Bernal, cooperador en esa época. Después estuvo bajo la dirección de don Genaro Bueno, en el año de 1914. Allí se formaron hombres que empezaron a desempeñar puestos importantes en el Gobierno, el Periodismo y el Comercio. Ese mismo año lo dirigió unos pocos días don Álvaro J. Herrera, natural de Granada.(A.), y en 1915 quedó bajo la dirección de don Manuel Duque Z., también natural de Granada, siendo la época más floreciente de este establecimiento, pues don Manuel estaba dotado de una gran cultura y sobresalió por sus grandes conocimientos en la difícil ciencia de la Pedagogía. El local estaba situado en el sitio que hoy ocupa el Restaurante Escolar, barrio conocido en esa época con el nom­bre de «El Vergel». El Director fue ayudado un tiem­po por el señor Juan José Ortiz, y después por don Ignacio Buitrago.

PROFESOR FELIX CASTRO

Con Joaquín Zapata dirigió el Colegio de Varones en 1925, en Marsella. En 1938 fue nombrado Director de la Complementaria de Varones hasta 1942. Miembro de la Sociedad de Mejoras Públicas y Concejal. Después se trasladó al Rufino Cuervo de Armenia, donde permaneció 13 años. En enero de 1956 al Deogracias Cardona. El Club Rotario lo seleccionó «como uno de los mejores educadores del Risaralda\ Aunque no nació en Marsella si fue un buen servidor y por eso merece nuestra gratitud

En 1920 se retiró don Manuel Duque a Pereira donde desempeñó importante cargo en el ramo de la educación. Lo remplazó don Miguel Ángel Ville­gas. En ese tiempo fué dirigidlo el Colegio por Joa­quín Zapata y Félix Castro. En 1922 dirigió el Cole­gio don Juan E. Pérez, siendo remplazado por don Benigno Cardona el 7 de febrero de 1924, quien le dio el nombre de «Liceo Pestalozziano» y funcionó en el local que hoy ocupa el Hospital «San José. esta fue una era de cultura para Marsella, pues don Benigno preparó un magnífico personal. Dedicó su entusiasmo a la reorganización del «Salón Dramá­tico» el cual cosechó sus mejores triunfos con tan emínente Director de escena y actor.

En 1926 fue Director don Marco Fidel Jaramíllo y en 1930 ocupó la Dirección don Pedro Gallo, quien también ayudó mucho al Salón Dramático en sus nuevos triunfos. Por esta época el Colegio ter­minó sus labores.

En el año de 1945, en vista del numeroso per­sonal salido de la escuela primaria por haber cur­sado el año quinto, sin medios para continuar sus estudios, los Reverendos Padres Jesús María Estra­da y Carlos Giraldo Vélez fundaron el «Instituto Estrada» ayudados por otras personas entre las que se cuentan: Delía Alvarez, Celia Bedoya, Jesús Ma­ría Peláez y Eduardo Posada. Fue encargado de la Dirección o Rectoría el distinguido pedagogo don Horacio Castaño. Lo acompañó como seccional don Aníbal Morales y catedráticos los Reverendos Padres Jesús María Estrada, Carlos Giraldo Vélez y Jesús María Morales. En este año se organizó la primera Banda de Guerra. Tuvo su Cuadro de Honor, integrado por distinguidas damas, el cual contribu­yó a la organización y buen éxito del Colegio.

En el año de 1946 fue nombrado Rector don Juan José Ortiz. En el año de 1948 se organizó este establecimiento con carácter oficial. El año quinto a cargo de don Martín Londoño se trasladó de la Escuela Urbana de Varones. Para el año primero de secundaria y Rector fue nombrado el señor Pedro Ramírez A., ex inspector departamental de educa­ción. Catedráticos: Padre Carlos Giraldo Vélez, Pa­dre Efrén López; Guillermo Uribe. El señor Ramírez se retiró pocos días después y entró a remplazarlo en la Rectoría el señor Martín Londoño y Secretario, Célimo Zuluaga A.

En el año de 1940 se creó el segundo año de Bachillerato. El Profesorado quedó integrado así: Martín Londoño, Rector; Diógenes Erazo, Vicerrector; Tomás Issa A. profesor, y Célimo Zuluaga, Profesor- Secretario. Externos: Padres Carlos Giraldo Vélez y Horacio López García, Guillermo Gil B., Fabio Hiniestrosa. La matrícula en este año es de 79 alumnos: Preparatorio, 27; Primero, 35 y Segundo 17.

En 1950: Rector, Martín Londoño U.; Vicerrector, Tomás Issa. En este año estalló un movimiento sub­versivo impropiamente llamado «huelga» pero no prosperó, pues la Dirección de Educación Pública dio su respaldo al Profesorado, ordenando la expulsión de los responsables.

TOMAS ISSA ALVAREZ

Ocupó la Rectoría del Instituto Estrada veinte años. Durante este tiempo, asesorado por el secretario Fabio Giraldo Vélez inició y terminó el magnífico edificio dotado de todas las comodidades. Puede llamarse su administración, la Edad de Oro del Instituto Estrada. La mayoría de sus discípulos son profesionales que ocupan importantes cargos y han dado nombre a su pueblo natal. En el año de 1951 fue nombrado Rector don Tomás Issa A.

Por medio de la ordenanza 068 de noviembre 23 de 1961 es departamentalizado por la Asamblea de Caldas. Actualmente posee un moderno edificio con amplias zonas deportivas y en general una do­tación perfecta para su funcionamiento. Su prime­ra promoción de bachilleres egresó en 1967, tiene actualmente 450 estudiantes y 23 profesores. Tam­bién funcionan los 3 primeros cursos de bachillera­to nocturno.

Este importante centro educacional ha dado magníficos bachilleres de los cuales la mayor parte han adquirido su título profesional y hoy ocupan importantes cargos en muchos lugares de la Repú­blica.

ESCUELA URBANA DE NIÑAS

Por ser tan escaso el archivo de este estableci­miento no damos el nombre de todas las instituto­ras como lo hicimos al hablar de la Escuela Urbana de Varones, pero si daremos algunos datos históri­cos sobre tan importante centro de Edu La primera escuela con carácter de privada fue dirigida por doña Francisca Henao de López. Después empezó a funcionar como oficial a cargo de Doña María Jesús Velasco; luégo ocuparon tan importante cargo, en su orden: Teresa Valencia de Jiménez; Eloísa Castillo, Mercedes Villa, Margarita ■ i

Castillo; Genovevita Alvarez; Zoila Arcila; Julia Botero; Elena Herrera; Sara López; María Herrera;Luisa García de Hernández; María López.

En el año de 1923 se subdividíó la escuela en dos: la Superior con una matrícula de 32 niñas, bajo la dirección de la Reverenda Madre María Luisa Me- jía y la Elemental con una matrícula de 108 niñas dnJo a cargo de las señoritas Esther Hincapié y SofíaOsorio.

En 1924 se hacen cargo de la Escuela las Re­verendas Madres Betlemitas Luisa y Lucía y una sola agrupación fuera del Convento, a cargo de So­fía Osorio.

En el año de 1926 la matrícula asciende a 450 niñas, siendo el mayor número alcanzado en todos los tiempos, pues en 1933 rebajó nuevamente a 308.

La Escuela de Niñas funcionó primero en los bajos de la casa doña Nina Alvarez situada en el cruce de la carrera 8 con calle 9; después en la casa situada en la plaza, cruce de la carrera 8 con Calle 8, hoy propiedad de don Uldarico Peláez; en la casa de doña Esfher Arango; en la Escuela de Varones cuando ésta funcionó en el Hospital en el año de 1937 y por último en su nuevo local propio ter­minado en el año de 1945 en el cruce de la carrera 8 con calle 10.

 

ESCUELAS RURALES

La primera escuela rural alternada creada en el Municipio fue la de «Alto Cauca», el 2 de agosto de 1906 bajo la dirección de doña Eloísa Villa de Hoyos. El local de esta escuela se construyó en lote obsequiado por el señor Jesús Castaño, progresista vecino de esta vereda.

La segunda Escuela Rural que se creó fue la de «La Linda», en 1908. Directora, Mercedes Villa.

La Escuela Rural de «Las Tazas» fue creada en 1915 y fue nombrada directora Teresa Jiménez.

En 1917 ya existe la Escuela de Varones de «Alto Cauca» bajo la dirección de don León Galle­go con una matrícula de 74 niños. La Escuela de Niñas a cargo de doña Julia Botero de Roldan tiene una matrícula de 85 niñas. En 1918 la Escuela de Niñas está a cargo de dos maestras: Carmen y An­gela Vásquez.

 

En el año de 1918 las rurales están dirigidas así: «Las Tazas», Zoila Arboleda; «El Rayo», Teresa Londoño; «La Linda», Emilia Vélez; «Cantadelicia», Margarita Echeverri; «El Guayabo», Adela Cuartas. La Escuela de «El Rayo» se creó primero en la vereda de Valencia y llevaba este nombre. Por grave descuido, en las escuelas rurales no existen archi­vos, motivo por el cual no se dan otros datos que serían de gran importancia. Los pocos que damos son tomados del periódico oficial del Departamento.

El Colegio de las Reverendas Madres Betlemitas fue fundado en el año de 1911, funcionando sin interrupción unas veces oficial y otras veces pri­vado pero siempre con prestigio, pues allí se han educado nuestras mujeres. Este plantel lleva el nombre de «Colegio del Sagrado Corazón de Jesús» y funciona en amplio edificio propiedad de la Co­munidad, construido por el Reverendo Padre Jesús María Estrada. La Comunidad se instaló primero en una casa situada en el mismo lugar que hoy ocupa el edificio, comprada a don Liborio Caro.

CEMENTERIO
El fundador señaló para el cementerio el lugar hoy denominado «El Placer», propiedad de don Emilio Cardona en la salida para «Cantadelicia» y el primero que sepultaron en ese lugar fue a José Antonio Bedoya, hijo de José y Estanislada Obando. Para abrir las sepulturas era necesario rozar y arrancar raíces, motivo por el cual a los pocos días era imposible encontrar de nuevo la sepultura. En este mismo lugar fue sepultada la señora María Gregorio Muñoz, esposa del fundador, la cual murió el 4 de junio de 1873. (Partida No. 72 del Libro de Defunciones).Pedro Pineda también fue sepultado en el viejo cementerio, pues falleció el 2 de mayo de 1905. {Partida No. 135 del Libro d» Defunciones). Esta es la sexta partida de Defunción firmada por el Padre Estrada.

CAPILLA Y TEMPLO PARROQUIAL

La primera capilla la construyó Pedro Pineda en el lugar que hoy ocupa la iglesia parroquial y era de vara en tierra o estantillos, cubierta con hojas de palmicho. En este lugar se reunían cuatro familias que había en esa época a cantar los versos léer la Pasión, todos los domingos en las horas de la mañana. En esa ramada cantó el Padre Juan Nepomuceno Parra, venido de Santa Rosa, la primera misa. En el año de 1904, durante la administración del Padre Ismael Valencia se elaboraron los planos del templo de madera que actualmente se está des­truyendo. Para la nueva construcción, se iniciaron los banqueos y se recogieron algunos materiales, los planos fueron elaborados por Jesús Correa, (Correita), que había sido constructor de la antigua ca­tedral de Manizales, destruida por el incendio en EL año de 1926. Murió en Chinchiná en Junió de 1.923. Al llegar el nuevo Párroco Padre Jesús María Estrada el 6 de marzo de 1905, inició definitiva­mente la construcción. Esta estuvo encomendada los primeros días al señor Manuel Castillo y después

continuó la obra hasta su terminación el señor Rufino Morales, el cual construyó también la casa cural que habita Monseñor Estrada. El Nuevo Frontis y Templo, obra de ladrillo y ferroconcreto se inició en 1946, a cargo del contratista señor Libardo Gon­zález y Director de la obra el señor Luis Ramírez] Los planos fueron elaborados por el doctor Cons­tantino de Castro, de nacionalidad española. Vino a Colombia en el año de 1925. Trabajó muchos años con el difunto ingeniero salesiano Juan Buscaglione; Cuando éste murió, el señor de Castro quedó al frente de la sección de arquitectura. Religioso ejemplar, muy estimado por todos, conocido por haber llevado a cabo muchos planos de iglesias de colegios, no sólo en Colombia sino en otras na­ciones de Centro y Sur América. Pertenecía a la Congregación Salesiana y era coadjutor del Colegio León XIII. Falleció el día 19 de junio de 1949 en Bogotá.

E! templo de Marsella es hermoso; fue el primero, después de la Catedral de Manizales, que fué pavimentado con baldosa, en Caldas. Este con­trato lo celebró el Párroco con don Ambrosio Echeverri; posee un sagrario que es una magnífica obra de arte francés; tres altares góticos y hermoso pul­pito, obras de don Baudilio

Vergara; un bello co­mulgatorio, obra del mismo Vergara, estrenado el 15 de agosto de 1916, un Vía-crucis traído de Estados Unidos y erigido el 14 de enero de 1919 ;poséemás de cincuenta imágenes construidas en los talleres de don Alvaro Carvajal, de Manizales, y dos traídas de Barcelona (España): el Señor del Huerto y el Señor de la Caña. Entre ellas sobresale por su perfección la estatua de la Doloroso. De ella y de su autor hizo el Padre Fabo en su Historia de Manizales el siguiente elogio: «Cuando vibra la fibra artística de su inspiración, modela estatuas religiosas como la Doloroso de Segovia o Marsella, a la que, a los veinte años de hecha, no supo el artista hacerle corrección alguna, y como la Virgen del Carmen de cierto pueblecillo caldense, la cual supera en unción mística y en pureza de líneas a las de la Catedral de Manizales, siquiera fuese construida en los afamados talleres de la viuda de Reíxach, de Barcelona». El reloj de la torre fué co­locado el día 24 de julio de 1916 por el señor Emilio Burgos. Fue construido en Medellín por «Escobar,Londoño y Cía.». Se retiró de la torre unos dos años mientras se construía el nuevo frontis y se coloca nuevamente en enero de 1949. También posee nuestra iglesia unas magníficas campanas traídas de Europa.

EL MUNICIPIO

Después de gran lucha sostenida por los veci­nos del Corregimiento, consiguieron que la Asam­blea del Cauca dictara la Ordenanza que crea el Municipio, que dice así: «ORDENANZA No. 83 de 1904. —Julio 18—. Por la cual se crea el Distrito de Segovia en la Provincia de Robledo. — La Asam­blea del Departamento del Cauca? en uso de sus facultades legales y CONSIDERANDO: Que por losvecinos de Segovia se han llenado las condiciones que establecen los Artículos 189 y 190 del Código de Régimen Político y Municipal, y que la Goberna­ción estima justificativas, como en efecto lo son las pruebas aducidas y apoya lo solicitado, ORDE­NA: Artículo lo.—’Créase el Distrito de Segovia en la Provincia de Robledo, el que queda comprendi­do, segregandolo del Distrito de Pereira, dentro de los límites siguientes: «Por el Oriente y Norte los líneas que lo limitan con Santa Rosa y San Fran­cisco, (hoy Chinchiná), respectivamente; por el Occidente, el río Cauca, y por el Sur el río Otún, hasta la desembocadura de la quebrada de Combia, y de ahí por las cuchillas Escaleras, Tazas y Nudo aj buscar el límite con Santa Rosa. Artículo 2o. — Desígnase para capital del nuevò distrito la población de Segovia. Artículo 3o. — Esta Ordenanza empezará a regir tan pronto como sea sancionada. Dada en Popayán a diez y ocho de julio de mil novecientos cuatro. — El Presidente, Rafael Pombo M.» El Secretario, Adriano Muñoz. — Gobernación del Departamento . Popayan,julio19 de 1904.Publiquese y ejecútese. Pedro Antonio Molina. El secretario de Gobierno, Ulpiano Riascos G.

Es de hacer notar que la cuchilla de Las Tazas citada en esta Ordenanza es la conocida hoy con el nombre de La Ceja. Para comprobarlo, pueden verse escrituras de fincas situadas en ese lugar y otorgadas en esa época. Hoy se conoce con el nom­bre de Las Tazas la cordillera situada entre las que­bradas de La Nona y El Guayabo y se explica que lleve ese nombre, pues es la ramificación más im­portante de La Ceja.

En el Decreto No. 27 dictado por el Ilustrísimo Señor Obispo de la Diócesis de Pereira, por el cual se segregara la Parroquia de Marsella, se denomi­na esa Cordillera Las Tazas, pues seguramente se tuvo en cuenta el texto de la Ordenanza de crea­ción del Municipio.

El nuevo Municipio de Marsella sólo se organi­za debidamente con la creación del Departamento de Caldas, según Ley que se copia en parte: «Ley 17 de 1905. —11 de abril— Sobre División Terri­torial. — La Asamblea Nacional Constituyente y Le­gislativa de Colombia, DECRETA:

Artículo 3o. — Créase el Departamento de Caldas entre los Departamentos de Antioquia y Cauca, ] cuyo territorio quedará delimitado así: el río Arme desde su nacimiento hasta el río Cauca; éste aguas arriba hasta la quebrada de Arquía que es el límite de la Provincia de Marmato. Quedarán comprendidas dentro del Departamento de Caldas las Provincias de Robledo y Marmato, por los límites legales que hoy tienen, como también la Provincia del Sur del Departamento de Antioquia. La capital de este Departamento será la ciudad de Manizales.

Dada en Bogotá a diez de abril de 1905- El Presidente, Enrique Restrepo García. — El Secretario, Luis Felipe Angulo. — Po­der Ejecutivo. — Bogotá, abril 11 de 1905. — Publíquese y ejecútese. — Rafael Reyes. — El Ministro de Gobierno, Bonifacio Vélez».

Esta misma Ley creó los Departamentos de Galán, capital San Gil; Santander, capital Bucaramanga y Atlántico, capital Barranquilla.

Al posesionarse el primer Gobernador de Caldas, don Alejandro Gutiérrez, nombró por Decreta No. 432 de 1905, firmado el 10 de mayo, Alcalde para Marsella a don Manuel María Ángel. Este fue el segundo.

Es de advertir que el territorio llamado antes; Villa Rica y después Villa Rica de Segovia, tomó el nombre de Segovia. Este nombre fue cambiado por el de Marsella, según la siguiente Ordenanza: «Número 24. —8 de abril de 1915 — Por la cual se cambia el nombre al Distrito de Segovia. — La Asamblea del Departamento de Caldas, CONSIDE­RANDO: Que existen en la República algunas poblaciones con el nombre de Segovia, y siendo en extremo perjudicial para la correspondencia epistolar, y para el comercio tal anomalía, ORDENA: Artículo Único. — El Distrito de Segovia se denominará en adelante Marsella. — Dada en Manizales a ocho de abril de mil novecientos quince. — El Presidente, Marcelino Arango. — El Secretario, José Manuel Botero H.».

Los demás Alcaldes fueron, en su orden:

1904 Nicasio López

1905 Manuel María Ángel y José Vicente Uribe

1906 Manuel Castillo y Juan Pío Ocampo

1907 José Villegas.

1908 Juan Pío Ocampo, Lino Vallejo y Jesús María Bedoya.

1910 Juan Pío Ocampo.

1912 Enrique Arias Mejía

1913 Enrique Arias Mejía

1914 Jesús María Bedoya y Genaro Bueno.

1915 Francisco Botero.

1916 Luís Hernández.

1917 Manuel Montoya.

1918 Manuel Montoya y Antonio López L.

1919 Pedro Correa y Benjamín Hoyos.

1920 Pedro Correa y Diego Jaramillo.

1921 Antonio López L.

1923 Juan Ochoa.

1924 Antonio López L.

1925 Germán Mejía y Rodolfo Hoyos.

1926 Antonio Ospina.

1927 Antonio Ospina.

1928 José Vicente Núñez.

1929 Luis Eduardo López.

1930 Eduardo Posada.

Los últimos Alcaldes en su orden fueron:

1971 Gustavo Aristizabal

1972 Adalgisa Restrepo de Bedoya.

1974 Edmundo Delgado Pabón

1974 Anibal Henao

1975 Carlos Arturo López A.

También ocuparon la Alcaldía: Rufino Cuartas V. Diego Agudelo B., Salazar y el actual, Mario Marulanda Osorno.

Asimismo ocuparon el cargo de Alcalde, los señores: Julio C. Duque, José Restrepo S., Rufino Cuartas, Leopoldo Zuluaga Aristizábal, Antonio Giraldo A. ,Elías Restrepo, José maría Londoño y Luis Villegas.

Se distinguieron en la Administración los siguientes alcaldes

José Vicente Uribe: Hizo construir una parte de la casa municipal destruida por el incendio el 18 de abril de 1939

Luís Eduardo López, que por el sistema de mul­tas abrió la cuadra de la carrera 5 entre calles 5 y 6, estableciendo de esta manera el tránsito por lo que hoy es carretera a Chinchiná, pues la salida era por la carrera 6 y calle 5 llamada la calle de «Na Ramona». Inició la construcción de andenes.

Enrique Hoyos, en el año de 1944 hizo construir la mayor parte de las aceras o andenes de cemento, dando gran importancia a la ciudad por esta importante mejora. En esta obra colaboró la Sociedad de Mejoras Públicas, la cual se encargaba de los trabajos de personas pobres.

José Vicente Gaviria intervino, en asocio del Personero, señor Arturo Ochoa, a la construcción del Teatro y Palacio Municipal, destruido por el incendio. Este edificio fue construido por el contratista señor Pedro Peláez.

Juan Pío Ocampo en el año de 1906 colaboró con el R. P. Estrada y otros para el arreglo de la plaza, por el sistema de convites, siendo de justicia dejar constancia del patriotismo de los señores Je­sús Castaño e Ismael Gutiérrez, quienes venían a trabajar con los vecinos de «Alto Cauca» y «La Lin­da», respectivamente.

En el año de 1906 se recuerda por la plaga de la langosta que azotó este Municipio. Las autoridades y la ciudadanía se dedicaron a exterminarla gastando grandes cantidades de dinero. Para des­truirla se usaba un procedimiento curioso: se cons­truían zanjas de poco más de un metro de profun­didad, y se arreaba el pollo el cual como no salta mayor cosa, cae entre la zanja y después los cubren con tierra. En los presupuestos municipales se des­tinaban todos los años algunas cantidades con este fin.

El primero de mayo del mismo año, el Gober­nador nombró miembros del Concejo Municipal, así: Principales, Luís Gallego, Luis López O., Bárbaro Sánchez, Joaquín Arango, Emilio García; Suplentes: Manuel Cardona, Luis López H., Jesús Montoya, Je­sús Piedrahita y Julio Ramírez. El Presupuesto Mu­nicipal alcanzaba a la cantidad de $ 1.691.30.

Anterior a este Concejo había sido nombrado otro cuyos nombres no se conocen, pero se sabe que el Presidente fue don Nicasio López y Vicepresiden­te don José de la Concepción Villa. De los archivos de la Corporación saco esta anécdota: Todo miem­bro que no asistiera a la reunión pagaba una mul­ta de cincuenta pesos papel moneda (hoy cincuenta centavos). Un día no asistió el Vicepresidente, pues se encontraba ausente en una de sus fincas de ori­llas del Cauca, y como es natural, se dispuso co­brarle la multa. Al darse cuenta de la sanción, apeló y rogó, pero no fue revocada la Resolución. Un día que el Presidente estaba ausente, el Vicepresi­dente convocó a sesión y, como es natural, se dis­puso que el Presidente pagara la multa correspon­diente. Después de una larga discusión, se resolvió que ninguno de los dos pagara. El primer Tesorero fue don Tito Restrepo, abuelo de don Camilo Restrepo López, ex Diputado a la Asamblea del Valle del Cauca. En 1907 el Tesorero fue don Ramón Zafra.

El Departamento del Risaralda fue creado por la Ley 70 del 20 de noviembre de 1966 y empezó su vida administrativa el lo. de febrero de 1967 y fue inaugurado por el Presidente doctor Cortos Lleras Restrepo, nombrando como primer Goberna­dor al doctor Cástor Jaramillo Arrubla. Después asumieron la gobernación el doctor Luís Eduardo Ochoa, don Camilo Mejía Duque.

Actualmente ocupa la gobernación el docto« Emiliano Isaza Henao, el cual sucedió al doctor Fabio Vásquez Botero. Este falleció cuando ocupaba la gobernación el día 29 de septiembre de 1978. Fabio Vásquez Botero, hijo de Marsella fué un hom­bre distinguido pues ocupó importantes cargos co­mo Parlamentario, Secretario General del Ministerio de Educación Pública, Embajador en Argentina y España, ilustre periodista, elocuente orador, fundador de la Escuela Vocacional Agrícola de Marsella pues obtuvo los fondos suficientes para tal creación, cuando ocupaba su importante cargo en el Ministerio.

INCENDIO

El día 18 de abril de 1939, a las tres de la ma­ñana estalló un voraz incendio en el Almacén de don Julián Alach, situado en el cruce de la carre­ra 8 con calle 7, o sea en el ángulo noreste de la plaza principal, local de propiedad de la señora Josefina Peláez vda. de Ocampo. Inmediatamente el fuego se extendió en todas direcciones, siendo inútiles los esfuerzos de los pocos que estábamos presentes luchando por dominarlo, pues se carecía de todos los elementos, aún del agua. El fuego des­truyó en pocas horas: El «Hotel Hispano», propie­dad de don Roberto Salazar, en local de don Luís López O.; el café de don Antonio Issa y el «Café Bremen». de don Felipe Montoya, situados en el mismo local; la casa de habitación de don Ramón Ramírez; la ebanistería de don Manuel Valencia, en local de don Felipe Montoya, bajos de la casa de don Ramón Ramírez; la Casa Municipal, que comprendía la Sala de Cine, cuyas máquinas eran de propiedad de la S. de M. P. y todas las oficinas públicas, incluyendo el Estanco; habitación de de Emilio Escobar y Almacén de don Arturo Ochoa en la planta baja; casa de habitación de las hermanas Camila e Inés Hoyos y Almacén de los señores Em/lio Cardona y Manuel Ángel V., situado en la planta baja; casa de habitación de don Tomás Vélez, en la carrera 8; casa de habitación de don Elías Uribe en la misma carrera; parte de la casa de habitación de don Gonzalo Mejía y parte de la casa de la señora Delfina Arango vda. de G., hoy propiedad de Jesús A. Giraldo.

inmediatamente que estalló el incendio fue Mandado el Cuerpo de Bomberos de la ciudad de Pereira, pero no pudo llegar por daños en la carretera Santa Rosa-Chinchiná. Se llamó Cuerpo de Bomberos de Manizales, el cual llegó al ama­necer, logrando dominar el fuego en pocas horas, pues el incendio terminó a las ocho de la mañana aproximadamente. Las pérdidas fueron inmensas.

Como caso curioso se anota que el señor Fe­lipe Monitoya, dueño del ‘*Café Bremen», retiró in­mediatamente las ruinas aún humeantes y constru­yó ,con ayudo a de sus amigos una ramada en pocas Horas, donde continuó ,inmediatamente ,la venta de tinto, habiéndose suspendido este servicio por cau­sa del incendie, unas pocas horas, lentamente fue modificando la ramada sin abandonarla un solo instante hasta construir un buen local.

Todos los vecinos trabajaron heroicamente ese día, pero se distinguió el Padre José González, cooperador de la Parroquia, pues desde que esta­lló el incendio, se dedicó con hacha en mano a de­rribar un edificio para contener el fuego.

Las damas no faltaron en esta hora difícil llevan­do agua, alimentos y ayudando de todas maneras al salvamento. Se distinguió la señora Fernanda Ospina, que estuvo toda la mañana repartiendo tin­to a los que más trabajaban. Hoy se encuentran modernos edificios en la zona devorada totalmente por el fuego.

MINERÍA

La mayor parte de los pobladores de este Municipio fueron atraídos por el oro, pues es fama que en estos lugares hay minas tan ricas como las de Marmato.

Los ingleses trabajaron la mina situada en el lugar que hoy ocupa «La Isabela», y en esa época denominada «La Mina» donde aún se ven los socavones. Esta mina se trabajó con el agua de «La Nona» traída por los ingleses por una antigua acequia de unos seis kilómetros que corría por el antiguo camino a Pereira, hoy carretera. También trabajaron una mina en el sitio denominado «El Socavón», variando el cauce de la quebrada del mismo nombre al cortar la colina, pues antes de esto corría hacia la quebrada de «El Matadero». Es tan rica la mina que existe en toda el área urbana, que aseguran haber ofrecido los ingleses trasladar el poblado a orillas del río Cauca, pero los vecinos se opusieron.

La primera mina que se denunció al crearse el Departamento de Caldas fué la de «El Rayo» por el señor Ramón María Vásquez el 17 de julio de 1905 para los señores: Ramón María Vásquez, Pedro María Echeverri, Ruperto Toro, Abraham Cardona, Marcos Vallejo, Alejandro Rojas, Anastasio Vallejo y Clímaco Marín R. La mina se denominó «Aguas Claras», y estaba en propiedad de Abraham Cardona y Andrés Escobar. Había sido denunciada en Popayán antes de crearse el Departamento de Caldas, por Ramón María Solazar y Efraín Villegas.

El 26 de junio de 1906 fue denunciada «La Ulloa» en el Río San Francisco, por Bonifacio Torres. Esta última situada en el lugar de Varsovia y la primera en «El Rayo».

También se explotaba una mina en el año de 1915, según el siguiente aviso publicado en «El| Hogar», No. 73 de 6 de noviembre del citado año: «IMPORTANTE: El Presidente de la Sociedad de Ia mina «La Heroína», invita a los socios a una reunión que tendrá lugar el día 21 de los corrientes a las tres de la tarde en la tienda del señor Ramón Ramírez».

 

MONSEÑOR JESUS MARIA ESTRADA

Era yo apenas un rapazuelo cuando conocí al Padre Estrada, como cariñosamente lo llamábamos. Joven, de porte distinguido atraía sobre sí las mi­radas de todos, pues su presencia subyugaba. En las tarde de verano y acompañado por algunos de sus amigos, recorría las calles de este pueblo inci­piente. Subía por la de «Chapinero» hasta escalar lo que hoy es barrio San Vicente para desde allí dominar el pequeño poblado; el viejo camino que conducía a Manizales en donde le tocó ejercer por primera vez su sagrado ministerio, y, a no dudarlo, el camino que conducía a Pacora, su pueblo natal, donde vio la primera luz, descendiente de una fa­milia dedicada al trabajo que ennoblece y a la ora­ción que purifica y conduce a Dios.

No traía más que una juventud y una ambición: educar a sus fieles en el temor de Dios y prourar el progreso para la tierra que se le había confiado con tanto acierto. Y qué bien cumplió su misión.

Nadie comprenderá lo difícil de su tarea. Llegó a esta Aldea de Segovia cuando todavía los bosques no habían sido derribados por los bravos va­rones pobladores de este rico territorio; cuando aún las fuentes corrían por un tapiz de musgo y hoja­rasca; cuando aún no existía la civilización por es­tos olvidados lugares. A él le correspondió educar en el amor a Dios y al prójimo a esos robustos va­rones de tostada tez y encallecidas manos que dis­tribuían su vida en el trabajo y la oración. Vivió esa época feliz de nuestros abuelos cuando al lado del crucifijo de plomo colgaba el hacha fundadora; cuando en la pared, al lado del retrato del bisabue­lo reposaba el del ilustre párroco pues ya adivina­ban en él un santo por sus excelsas virtudes. Se en­tregó con celo admirable a la educación del pueblo desde la cátedra sagrada, en las aulas de naciente escuela y de los colegios que fundó, dirigió y sostuvo.

Como reconocimiento a sus méritos le fue conferida por el Ministerio de Educación Medalla «Camilo Torres».

Las noches lo sorprendieron recorriendo el inmenso territorio donde continuamente viajaba a predicar a sus «queridos feligreses» o a encomen­dar el alma del campesino, víctima de las epide­mias reinantes en esa lejana época que azotaban los campos y aún las ciudades. Todo el dinero que recibió de sus fieles lo destinó para el culto pues gastó inmensas cantidades en construir un bello Templo de madera para luego remplazarlo por el actual. Sí, él, construyó este Templo cuyas flechas blancas miradas en noche de luna, más bien pare­cen dos senderos que se pierden en el infinito, al principio de los cuales se encuentra la imagen del Salvador, invitándonos a su ascenso. Ese Templo maravilloso en cuyas bóvedas hacía eco su porten­tosa voz ora terrible para corregir y reprender, ora dulce y suave para convencer, pero siempre elo­cuente como para alcanzar la fama que adquirió, pues de muchas leguas a la redonda venían a es­cucharlo con temor y devoción. Sus sermones serán inolvidables. La elocuencia no nace del cerebro si­no del corazón y él supo comprender a su pueblo.

Nada dejó para sí. Vivió pobremente pues nunca le sobró nada para su persona. Se desposó como el de Asís con la pobreza, «dama a quien co­mo la muerte nadie recibe con gusto siempre que no sea un predestinado». Enseñó prácticamente la virtud de la caridad sin esperar nada de los hom­bres pues para ellos pidió la salvación si practican las verdades que durante tantos años enseñó. El Pa­dre Estrada fue un verdadero apóstol que solo esperaba dar buena cuenta al Eterno de lo que se le confió. Por eso vivió entregado a la oración rogan­do por un pueblo que tanto quiso y que tanto lo ha querido.

Cuando lo veíamos en los últimos tiempos re­corriendo estas calles agobiado por los años y los merecimientos, conducido por un lazarillo, no po­díamos convencernos que fuera el mismo que du­rante cincuenta o más años recorrió las mismas ca­lles presidiendo la procesión del vía-crucis al frente del Divino Nazareno; el mismo que entonaba con su hermosa voz los himnos inmortales de Vidal; el mismo humilde sacerdote que administró una exten­sa parroquia enmarcada por la quebrada de La Estrella hasta el río Risaralda; desde la quebrada de Combia hasta los límites de Belalcázar por el norte.

Recorriendo su parroquia a lomo de muía, co­mo consumado jinete que lo fue atravesó las tur­bulentas aguas de La Nona y las traicioneras del río San Francisco sin sufrir un accidente pues esta­ba protegido por la mano de Dios.

Celimo Zuluaga

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