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JORGE EMILIO SIERRA MONTOYA
Jorge Emilio Sierra Montoya nació en Pereira (1955), pero vivió su infancia y parte de su juventud en Marsella (Risaralda), municipio situado en pleno corazón del llamado Eje Cafetero del Viejo Caldas.
Fue Director del diario La República de Bogotá, tras haber desarrollado, desde su adolescencia, una intensa actividad periodística que se inició en El Diario de Pereira y La Patria de Manizales, donde también se destacó por publicar numerosos ensayos literarios, divulgados asimismo por el Magazín de El Espectador e importantes revistas nacionales.
Como periodista, obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Ciudad de Manizales (1996) y fue nominado en dos ocasiones al Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, en las modalidades de Reportaje y Entrevista.
Hizo estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Caldas, y de Ciencia Política en la Universidad Javeriana, donde cursó un posgrado en Economía.
La Universidad Simón Bolívar le otorgó el título de Doctor Honoris Causa y le concedió su más alta condecoración, la Orden del Libertador.
Ha publicado los siguientes libros: Protagonistas de la economía colombiana, El pensamiento político de Gaitán, Buenos días, amor y Poemas para niños.
Esta obra, Historias y leyendas de pueblo, es un aporte a la historia local, regional, del Viejo Caldas, desde la colonización antioqueña hasta hoy, con base en experiencias recogidas a través de la tradición oral.
Por Carlos Arturo López Ángel.
La historia del periodismo local está enmarcada hoy por dos hechos notables: los treinta años de Marsella al Día y el ingreso de Jorge Emilio Sierra Montoya a la Academia Colombiana de la Lengua. La raigambre marsellesa de Jorge Emilio es profunda, amplia y fuerte. En 1.880 su bisabuelo Liborio Caro firmó un memorial que solicitaba a las autoridades de la provincia del Quindio, elevar a Segovia a la categoría de Distrito. En 1915 su pariente, el médico y poeta, Leónidas López ya hacía periodismo. En el incendio de 1939 su abuelo Felipe Montoya mostró su temple cuando en medio de las ruinas de su negocio, el Café Bremen, se las arregló para regalar tintos a los voluntarios que trataron de controlar las llamas. Además, hay dos ramas especiales en su árbol genealógico. Está emparentado con don Pepe Sierra, el campesino antioqueño que llegó a ser la persona más rica del país durante finales del Siglo XIX y principios del XX; y también con la madre Laura Montoya declarada Santa por la Iglesia.
No son extrañas entonces las múltiples facetas humanas e intelectuales de Jorge Emilio que lo hacen filósofo, poeta, escritor, politòlogo, economista, periodista, profesor universitario, interesado en el arte y la cultura, además de blogüero y tuitero para difundir su pensamiento que también es ambiental y comprometido con el desarrollo que nace desde los territorios. Estudió Filosofia y Letras en la U. de Caldas, Ciencias Políticas en la Javeriana en donde obtuvo el Master en Economía, y es Doctor honoris causa de la U. Simón Bolívar de Barranquilla. Desde adolescente escribió en El Diario de Pereira y en La Patria de Manizales. Obtuvo el Premio Nacional de Periodismo «Ciudad de Manizales». Fue director del diario La República durante 20 años y del Instituto Latinoamericano de Liderazgo. Hoy es asesor de Responsabilidad Social Empresarial y director de la revista «Desarrollo Indoamericano». Tiene 23 libros publicados, entre ellos «Historias y Leyendas de Pueblo» en donde -con las sagas de la suya y de otras familias- devela el lado macondiano de Villa Rica de Segovia, y uno reciente sobre temas claves de Responsabilidad Social Empresarial, traducido al inglés. Los marselleses entonces estamos orgullosos por el aniversario de Marsella al Día y por los éxitos de Jorge Emilio, quien en su silla de la Academia representa los aspectos más civilizados de nuestra compleja idiosincrasia.
A MI PUEBLO DE INFANCIA
Jorge Emilio Sierra
Esas palmas centenarias,
mudas, altas, imponentes,
que rodean aquel parque
de mí pueblito natal.
Y esa fuente que en el centro
de la plaza aún parece
cristalino monumento
o un poema natural.
Y la iglesia esbelta, hermosa,
con dos torres gigantescas
que vigilan día y noche
al Maestro Celestial.
Y las casas de madera,
con sus colores de juego
que resaltan en las puertas
sobre paredes de cal.
Y las callecitas blancas,
donde largas procesiones
marchan con fe y esperanza,
sin temor por el final.
Y las flores que se asoman,
cual si apenas despertaran,
entre los tibios balcones
donde canta algún turpial.
Allí, en todas partes, vuelan.
los recuerdos de mi infancia,
como vuelan las cometas
por encima del guadual.
Mi poema-oración de ayer -«El milagro de la creación» (ver foto)- tiene también los comentarios respectivos que ofrecen su cabal interpretación según la doctrina cristiana…
COMENTARIOS A «EL MILAGRO DE LA CREACIÓN»
a- Resumen:
“Ábrenos, Señor, los ojos para admirar tu belleza”, es la súplica que se escucha al principio y al fin del salmo.
Se trata, pues, de una oración de petición, pidiéndole a Dios que me abra los ojos para admirar su belleza en el universo, en la naturaleza, en su gran obra creada, admitiendo obviamente que Él es su creador, el artista que la concibió, el Padre que incluso hizo todo esto para nosotros, sus amados hijos.
En síntesis, el poema muestra, en palabras sencillas, que Dios se encuentra en la naturaleza: en los árboles, nacidos del soplo divino; en los prados, las flores y las hojas, “donde cada día se repite el milagro de la creación (título del poema)”; en el viento, “que viene desde ti”; en las piedras, las nubes, los colores y, sobre todo, la paz, esa paz que solemos sentir precisamente en medio de la naturaleza, cuando disfrutamos de un paseo campestre.
El salmista nos reclama, sin embargo, buscar a Dios acá, en la obra creada, pero sin quedarnos en actitud pasiva. Así, debemos recorrer el mundo, persiguiendo su sombra; hundir las raíces en Él, que es la entrega total a su servicio; volar hacia su cielo, con fe y esperanza, y descubrirlo en todas partes, en todas las cosas, por insignificantes que sean (en una piedrecilla, por ejemplo).
La paz de la naturaleza, que es la misma paz de Dios, “debe llegar a nuestros corazones”, como proclama el salmo en sus versos finales.
b- Interpretación:
El salmo gira en torno a la creación, a la obra maravillosa de la naturaleza creada por Dios y, sobre todo, al “milagro de la creación”, como lo dice su nombre.
En ese sentido, el salmista asume la actitud del poeta y aún del filósofo que se asombra ante la realidad que le rodea, regocijándose ante tanta belleza y aceptando, sea por intuición o a través de la fe, que esto es algo milagroso, como lo es la propia vida de cada uno de nosotros, y que ahí se manifiesta la mano de Dios como una sombra permanente, inseparable de los innumerables seres creados.
Es la actitud, sí, que asumieron grandes místicos, dedicados a la contemplación, como San Francisco de Asís (cuya alma transparente, limpia, inspiró sus hermosas “Florecillas”), sin olvidar a aquellos filósofos que por esa vía llegaron al panteísmo, viendo a Dios en todo y, por ende, en la naturaleza entera, como creían por cierto los pueblos primitivos, entre ellos las comunidades indígenas precolombinas en el continente americano.
La creación, además, se revela a cada momento, en nuestra vida diaria, lejos de ser un acto único, al comienzo de los tiempos. Es la creación continua, que llamaba Descartes. “Cada día se repite el milagro de la creación”, sentencia el poeta.
c- Temas de reflexión:
El hombre de hoy ha dejado de asombrarse ante el mundo. Ya no mira siquiera a las estrellas porque además –como alguien diría- las luces de la ciudad impiden verlas en las noches. Él, por tanto, está preso de la razón, de las explicaciones científicas sobre el origen del universo, y hasta considera que las creencias religiosas son ridículas, características de pueblos primitivos, salvajes, cegados todavía por la ignorancia. La religión y la metafísica son etapas ya superadas de la historia al decir de Comte, padre de la sociología moderna.
Es necesario, entonces, limpiar nuestros ojos para ver de nuevo; tener el alma limpia, transparente, pura, con la inocencia propia del niño que aún carece del uso de razón, que siente la compañía de su ángel de la guarda, que vive sus sueños y cuando ora sabe que papá Dios lo está escuchando. Tenemos que nacer de nuevo y volver a ser niños, como Cristo nos enseñó.
De ahí la petición del salmo que meditamos hoy: “Ábrenos, Señor, los ojos para admirar tu belleza”. Así, pero siempre con la ayuda divina, podemos apreciar el milagro continuo de la creación y sentir la presencia del Creador en la naturaleza entera, desde un bello atardecer hasta una modesta piedrecilla perdida en algún sendero que nadie pisa.
“Ábrenos, Señor, los ojos para admirar tu belleza”.
Noviembre 22-2021
Aunque el lanzamiento de mi nuevo libro – “ Crónicas de vida en tiempos de guerra” (ver portada)-se hizo ayer en forma virtual, no presencial, yo me sentí como en mi propia casa, rodeado por familiares ,colegas e invitados especiales, amigos todos.
No era para menos: aunque la Academia colombiana de la Lengua ungía de anfitrión, sin que su imponente sede se viera por algún lado, allí estaban presentes, en la pantalla de mi computador, su director, Juan Carlos Vergara; Bogdan Piotrowski, coordinador de la comisión de Literatura, y más miembros de tan noble institución, como cristina Maya, Olimpo Morales Benítez y Alejandro Venegas.
En la familia, ml esposa Martha, inseparable, nunca se cansó de hacer fuerza, y, entre mis hermanos, Darío permanecía atento en ceremonia, tomando nota, con la distancia debida, sobre Io bueno y lo malo de mi presentación, al tiempo que Lucía, en Manizales, realizaba esfuerzos infructuosos por conectarse, mientras Isabel -Chavita- se negaba a hacerlos por su ignorancia crasa sobre nuevas tecnologías.
Desde Marsella, mi pueblo de infancia, sentía casi la respiración, agitada por la emoción de verme y oírme en tales andanzas, de mis colegas en la Academia de Historia municipal, como Adriana Grisales, Gilberto López y Albeiro Hernández quienes no se cambiaban por nadie cuando intervino nuestro paisano Jorge Evelio Ángel, visto a su vez desde Cali por Alberto Arellano, otro amigo perdido en la memoria de nuestra ya muy lejana niñez.
Por Pereira, a su turno, tomó la palabra Ricardo Tribín, que nos compartía su voz y su imagen desde un vehículo de paseo por París, para cederla luego al escritor José Miguel Alzate, en Manizales, fiel compañero de las incipientes luchas literarias en nuestra juventud.
Allá, en «La ciudad de las puertas abiertas” , nos observaban, inquietas, la periodista Beatriz Gómez y Natalia Marulanda (hermana de Valentina, Inolvidable), y ahí cerca, en Apia, el poeta Francisco Javier López Naranjo daba descanso a su musa para honrar la amistad.
No faltó, además, la presencia, en Madrid (España), de Yolanda Arias, triste por caerse internet cuando se disponía a hablar, una tragedia que sí padeció, de principio a fin, en Estados Unidos, María Luisa Giraldo querida compañera de trabajo en «la Patria» donde el periodismo empezó a hacer de las suyas con nuestras lidas
En la mesa principal (o sea, a quienes yo veía en la pequeña pantalla del PC), personalidades nacionales como William Fadul y Fernando Panesso engalanaban una ceremonia que se prolongó óigase bien- durante dos largas horas interminables
No pude ver a todos los asistentes, claro está; ni, por tanto, a quienes me faltaron en la Iista citada, pero a unos y otros, e incluso a los Invitados que no fueron por diversos motivos, ¡muchas gracias!
¡A todos los llevo en el alma!
“Crónicas de vida en tiempos de guerra”
26 DE NOVIEMBRE DE 2021
Por: Jorge Emilio Sierra Montoya (*)
Palabras de presentación de mi nuevo libro -“Crónicas de vida en tiempos de guerra”- ante la Academia Colombiana de la Lengua en sesión virtual realizada el pasado lunes en Bogotá.
“Nuevas huellas en Academia de la Lengua”
Crónicas de vida en tiempos de guerra es el más reciente libro de mi autoría en Amazon, donde se vienen publicando mis Obras Escogidas, ambicioso proyecto que se inició precisamente hace tres años con un primer tomo –Huellas en la Academia- para celebrar mi ingreso, como miembro correspondiente, a la Academia Colombia de la Lengua en octubre de 2016, hace ya un lustro.
Por cierto, el anterior volumen de la colección -¡Número once!- fue Nuevas huellas en Academia de la Lengua, continuación de aquel texto primigenio, pero ahora conmemorativo del sesquicentenario de fundación, en 1871, de ésta, nuestra casa, un festejo histórico al que se suma la nueva obra, igual que meses antes lo hice con Tres Grandes Académicos de la Lengua, donde reuní sendas biografías de notables personalidades que recorrieron acá, en la Academia, el camino que ahora siguen nuestros pasos: don Jaime Posada, El poder de las ideas; don Jaime Sanín Echeverri, Un humanista integral, y don José Consuegra Higgins, El maestro, a quienes tanto recordamos con cariño y nostalgia.
Comienzo, pues, por decir que este libro es el tercero de mi autoría en homenaje a la Academia Colombiana de la Lengua en sus 150 años de vida, tras el cual vendrán otros dos de estricto carácter literario, que están haciendo fila para su publicación en el sesquicentenario: un segundo volumen de crónicas y el primero de ensayos, concluyendo así las antologías correspondientes en ambos géneros que lo son, a su vez, del periodismo, según veremos a continuación.
El género de la crónica
Como es sabido, la crónica es un género literario, desarrollado, desde la antigüedad, por múltiples culturas, siendo ésta una forma de perpetuar su historia a través de relatos, leyendas y narraciones que suelen tener su origen en la tradición oral. Por ejemplo, Homero y Cervantes fueron cronistas, mientras en la literatura colombiana se encuentran crónicas antológicas de Isaacs en María, de Rivera en La Vorágine y de García Márquez en Cien años de soledad, así como en muchos otros escritores de ayer, hoy y mañana, por más que en estos días se pretenda dar entierro de pobre a la literatura.
Numerosos pasajes de casi todos los cuentos y novelas son, en definitiva, crónicas breves o extensas, como es fácil demostrarlo.
Pero, la crónica es también un género periodístico. Tampoco ella ha muerto, por fortuna. Incluso puede ser tabla de salvación para la prensa escrita, en periódicos y revistas, frente al avance incontenible de internet y las redes sociales, donde tienden a imponerse la frivolidad y las mentiras -noticias falsas, que llaman- y el mal uso de un idioma al que tanto le debemos.
Recordemos, en tal sentido, a nuestros mejores cronistas de la prensa nacional: Luis Tejada, de obligada consulta; otra vez Gabo, único; Luis Yagarí, mi mentor en la adolescencia; Germán Castro Caycedo, a quien hace poco despedimos, y Juan Gossaín, ilustre miembro de esta Academia, en una lista interminable de nombres que saltan, aquí y allá, en las diferentes regiones del país.
En mi caso, como periodista siempre he sido un cronista, según consta en mi presentación de la contraportada del libro Crónicas de vida en tiempos de guerra. Permítanme leerla.
Presentación en Amazon
“Como escritor, Jorge Emilio Sierra Montoya es, sobre todo, un periodista, quien está celebrando, con la publicación de sus Obras Escogidas en Amazon, cincuenta años de actividad laboral en los medios de prensa.
Pero, como tal ha sido principalmente un cronista, representante del llamado periodismo literario, según lo ratifican, en primer lugar, sus diversas biografías -incluida la propia: Una vida en olor de imprenta– de personajes significativos en la literatura y la filosofía, la economía y las empresas, la política y el arte, la historia y, en general, la cultura, concebida en el marco de las ciencias humanas y sociales o, mejor, las humanidades, con la visión humanista que le caracteriza.
Jorge Emilio Sierra
De ahí la presente selección de crónicas, a modo de antología, donde tales aspectos se expresan en un lenguaje amable, sencillo, natural, narrativo de principio a fin, con el estilo y la estructura propios del periodismo escrito, el cual se manifiesta en sus distintos géneros, desde la noticia y la entrevista hasta el reportaje o los artículos de opinión y ensayos, campos que él ha explorado ampliamente a lo largo de su vida, dedicada, desde la juventud, al oficio más bello del mundo.
La crónica misma es considerada un género literario, por lo que esta obra se inscribe también, de manera oportuna, en la celebración del sesquicentenario de fundación de la Academia Colombiana de la Lengua, institución en la que Sierra Montoya es miembro correspondiente. De hecho, la presente colección bibliográfica seguirá no sólo con un segundo volumen de crónicas sino con su antología de ensayos, cuya dimensión literaria es evidente.
Crónicas de vida en tiempos de guerra, libro con el que se abren las antologías respectivas, son la voz del cronista que hace eco a nombres y hechos históricos de la mayor trascendencia, revelando las profundas contradicciones que hay en nuestra sociedad, cuya crítica situación se resume en el símbolo universal del Yin y el Yang.
Así, en su primera parte aparecen crónicas de vida, cuyos protagonistas son seres humanos ejemplares: escritores, académicos, artistas, pensadores, economistas, científicos…, mientras en la segunda hay crónicas de guerra, desde la Guerra de los Mil Días y La Violencia de los años cincuenta, hasta los flagelos de la guerrilla y el narcotráfico, para cerrarse con los mensajes de fe, esperanza y amor del Papa Francisco en su viaje pastoral a Colombia”.
Hasta aquí, la citada nota de presentación en Amazon. Y pasemos a un rápido bosquejo de la obra, enunciado con un sentido didáctico e introductorio.
Crónicas de vida
La sección Crónicas de vida, que cubre la mitad del título de la obra –Crónicas de vida en tiempos de guerra-, corresponde al capítulo inicial, donde hay tres temas centrales: Maestros de la palabra, Maestros del arte y Otros maestros de la cultura.
Allí se exalta -valga la insistencia- a un grupo selecto de importantes personajes nacionales y mundiales, dignos del mayor reconocimiento, cuyas historias (por lo general, contadas por ellos en largas entrevistas personales) se transformaron en crónicas, siempre con su dimensión literaria aún en temas tan complejos como la economía, la ciencia y la filosofía.
Entre los artistas, destacamos a Fernando Botero, recorriendo el Viacrucis, una de sus famosas series pictóricas que en buena hora se conserva en Colombia; a Rodrigo Arenas Betancourt, cuyo museo no ha dejado de ser sueño o utopía, y a Omar Rayo, cuyos encuentros con la muerte él veía al final con temor, cegado por la angustia, en su casa de Roldanillo.
Maestros de la cultura, por su lado, son Edgar Morin y Hans Küng, dos de los máximos pensadores contemporáneos que nos honraron con sus visitas a nuestro país, presidiendo actos académicos de primer orden; Lauchlin Currie, economista de talla mundial; el inolvidable Mario Laserna, fundador de la Universidad de los Andes, y Jorge Reynolds, nuestro compatriota que se dio el lujo de inventar el marcapasos.
Y Maestros de la Palabra son, claro está, los académicos que ahí nos representan: Gloria Serpa, en busca del poeta Julio Flórez, su tío-abuelo; Germán Arciniegas, que nunca pensó en ser escritor; Otto Morales Benítez, por los caminos de su infancia; Jaime Posada, a la sombra del poder; José Consuegra Higgins en su último adiós, y Juan Bautista Jaramillo Meza, unido hasta la muerte a su amada esposa, la poetisa Blanca Isaza.
No podían faltar, además, cronistas estelares como Luis Yagarí, oriundo de nuestra querida tierra cafetera, donde igualmente sobresalen Ovidio Rincón, pionero del periodismo económico; el sonetista Fabio Giraldo Vélez, poco antes de dar el salto a la vida eterna, y Leonidas López, el poeta que hace un siglo se hundió en las aguas turbulentas del río Cauca, cuando escapaba con su amante de Marsella, rumbo a Belalcázar.
Sí, son crónicas de vida, pero con la muerte encima, que nunca falta.
En tiempos de guerra
El segundo capítulo: Crónicas de guerra alude, a su vez, a la parte final del título del libro: Crónicas de vida en tiempos de guerra. En tiempos de guerra, sí, descritos también en crónicas, que abarcan un amplio período de la historia de Colombia y, en particular, de su terrible violencia, desde la Guerra de los Mil Días hasta hoy, pasando por El Bogotazo y la violencia política de los años cincuenta, cerrándose -¡si bien no se ha cerrado todavía!- con los flagelos del narcotráfico y la guerrilla, de los que todos, sin excepción, somos víctimas.
Empezamos, pues, entre los siglos XIX y XX, cuando la más prolongada guerra civil de aquella época se desató en nuestro país. Pero, no la vemos reflejada en sus principales jefes militares, como Rafael Uribe Uribe, sino en algunos de sus subalternos, especialmente el general Eliseo Villa, oriundo de Antioquia, pariente de monseñor Builes y liberal hasta los tuétanos, caído al ser derrotado en una de sus tantas batallas.
Casi medio siglo después, en 1948, vino el magnicidio del caudillo Jorge Eliécer Gaitán en el centro de Bogotá, desatando una ola de terror tanto en nuestra capital –El Bogotazo, recordemos- como en el resto del país y en ciudades como Manizales, donde el entonces jefe liberal de Caldas, Otto Morales Benítez, enfrentó la crítica situación y pudo llevarla, con los graves riesgos del caso, a su feliz término.
Pero, la violencia no dio su brazo a torcer, ni mucho menos. Al contrario, el territorio nacional se convirtió en una hoguera, dejando muertos a granel, sin Dios ni ley, período que no tardó en ser conocido con ese nombre apropiado y aterrador de La Violencia, una sangrienta guerra civil bipartidista, entre liberales y conservadores, que identificó aquellos momentos escabrosos a mediados del siglo pasado.
Sin embargo, el escenario descrito no está en los encumbrados círculos sociales y políticos, sino en el sencillo y modesto del pueblo que veía, con dolor, a los niños huérfanos por el asesinato de sus padres y el de sus propios hijos, las masacres que empezaron a volverse pan de cada día, los duelos a muerte reflejados en películas mexicanas o del oeste, historias de terror que se convirtieron en leyendas y hasta pasajes picarescos, como si el humor fuera un bálsamo ante esta realidad insoportable, donde en ocasiones era preferible ser sacrificado a conservar la vida.
Por último, y para rematar, el flagelo del narcotráfico con capos como Pablo Escobar y Carlos Lehder, culpables, de crímenes tan atroces como los de Luis Carlos Galán, Rodrigo Lara Bonilla y Enrique Low Murtra o el suicidio obligado de William Bedoya (triste episodio que aún enluta al periodismo caldense), sin olvidar su influencia nefasta en las altas esferas del Estado.
O el flagelo de la guerrilla, que esta vez se remonta al referendo o plebiscito nacional para dar luz verde a los acuerdos de paz promovidos por el gobierno anterior, ante los cuales se asumieron actitudes críticas, de oposición, que todavía reclaman justicia y reparación, con base en experiencias personales o familiares y análisis posteriores a los resultados en las urnas, cuyos criterios permanecen vigentes.
La voz del Papa
La tercera y última parte del libro, mucho más corta que las dos anteriores, es un epílogo titulado “La voz del Papa”, donde repasamos la visita pastoral de Francisco, máximo jerarca de la Iglesia Católica, a nuestro país en 2017, teniendo como telón de fondo la negociación de los mencionados Acuerdos de Paz entre el gobierno nacional y la guerrilla de las Farc.
En este caso, seguimos paso a paso su gira por cuatro ciudades colombianas: Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena, si bien su presencia se sintió en todo nuestro territorio, gracias a las transmisiones por televisión e internet y el amplio despliegue informativo que mereció.
Por ello, vimos y escuchamos en directo sus intervenciones, pudimos abordarlas con cuidado e hicimos sus versiones respectivas en lenguaje periodístico, con las debidas notas de opinión, cuyos informes fueron publicados por el diario El Espectador y ahora son recogidos para esta obra, a la que damos así su puntada final.
En esa forma, el sumo pontífice nos hizo un llamado para conservar, a pesar de todo, la alegría y la esperanza, al tiempo que nos urgía volver la mirada hacia los pobres, para atender cabalmente a sus necesidades.
Cuestionó, con energía, la violencia reinante en nuestro suelo, entre otras cosas porque ella siempre engendra más violencia; atacó la corrupción, confiado en que los corruptos se vuelvan, arrepentidos, hacia Dios cuando Él les llama, y, para despedirse, condenó en nuestra bella ciudad amurallada, adonde siglos atrás llegaban barcos repletos de negros africanos para vender al mejor postor, las modernas formas de esclavitud que hay en el mundo, a las que tampoco acá somos ajenos.
En tales circunstancias, el Papa Francisco terció por la reconciliación nacional, el diálogo entre hermanos y, por consiguiente, la paz que tanto nos pide Jesús en sus mensajes, aportando al intenso debate interno, signado por la polarización, los valores morales que han sido el gran fundamento de la cultura occidental y, sobre todo, la dimensión espiritual necesaria para no perdernos en la deshumanización y la barbarie traídas por el materialismo absoluto y el individualismo rampante.
En síntesis, la voz del Papa nos hizo repetidos y fuertes llamados por la paz de Colombia, invocando la justicia, encabezada por la justicia social, según mandatos evangélicos. De todo esto quedó constancia en mis breves crónicas, dignas de leerse con atención por la actualidad que poseen.
Del Yin y el Yang
Para terminar, señalemos que, en el diseño gráfico del libro, Crónicas de vida en tiempos de guerra está representado por la imagen del Yin y el Yang, símbolo de la ley de contrarios que rige al universo: día y noche, luz y sombra, alto y bajo, grande y pequeño, verdad y mentira, bien y mal…
Así, como ya vimos, la primera parte –Crónicas de vida– está dedicada por entero a la vida, a personas que son de veras modelos ejemplares por sus invaluables aportes a la cultura en las letras, el periodismo, el arte, la filosofía, la ciencia, la educación, la política, la economía y, en definitiva, la historia que es -al decir de Carlyle en Los Héroes– “la biografía de los grandes hombres”.
En realidad, mi obra literaria ha mantenido esta visión humanista, centrada en la persona humana, en hombres y mujeres de excepción, con quienes tuve la gracia de revivir, en mis entrevistas y crónicas, sus recuerdos o memorias, librando así una recia lucha, acaso perdida por el inexorable paso del tiempo, contra el olvido.
Al fin y al cabo -según la popular sentencia aplicada a los pueblos latinoamericanos, entre muchos otros-, cuando fallece un anciano, ¡se incendia una biblioteca! De ahí mis escritos (biografías, en primer término) basados en la tradición oral y en testimonios de algunos protagonistas de la economía, la política, la sociedad, la literatura y la cultura en su conjunto, cuando no de personas comunes y corrientes, salidas del pueblo raso, en respuesta a lo que nos reclama el Gran Otto al pedir que la microhistoria sea “fuente nutricia de la grandeza de Colombia”, preguntándose, con razón: “¿Cuándo la historia no elitista levantará los nombres de los seres humildes para que se recuerde siempre su ejemplo?”.
Pero, la otra cara de la realidad no puede desconocerse, ni dejar de abordarse con la objetividad que el periodismo nos exige y la imparcialidad que por momentos debemos dejar a un lado para sentar posiciones en defensa del bien común, la dignidad humana, la ética, la responsabilidad social y, en último término, la espiritualidad que no puedo menos de confesar, fundado en principios cristianos.
Es lo que explica, a todas luces, la segunda parte del libro –Crónicas de guerra-, donde son antagonistas -no ya protagonistas- la muerte violenta, el crimen fratricida y la barbarie en su máxima expresión, desde la casi interminable Guerra de los Mil Días hasta La Violencia de los años cincuenta y las acciones criminales de narcotraficantes y guerrilleros, hechos sombríos, oscuros, que todavía padecemos, por desgracia.
Por fortuna, vislumbramos la luz al final del túnel. Es la voz del Papa Francisco, de la Iglesia, de la doctrina cristiana, del espíritu divino en medio del mundo, que nos orienta, debe orientarnos, en este camino tortuoso, donde sólo con la fe y la esperanza podremos salir adelante.
Llamado a la Academia
Nuestra misión apenas comienza, aunque parece que termina. ¿Cuál?, se preguntará. Insistamos: la del cronista que narra hechos memorables o dignos de serlo para perpetuarlos, si fuera posible, en la palabra escrita, en letras regadas sobre blancas páginas, en la Lengua o el lenguaje que nos une, en el idioma que es -como decía Guzmán Esponda- “parte integrante de la nacionalidad y prodigioso elemento de cohesión espiritual y material entre las gentes”.
Hemos hecho algo al respecto, es cierto. Ahí están, como pruebas, las historias contadas de algunos de nuestros académicos y otros representantes de la cultura nacional y mundial, mostrados como modelos de vida, cuyas sabias enseñanzas debemos prolongar, en honor a su memoria. No al olvido, en verdad. Ignorarlos hoy y en el futuro sería imperdonable e injusto. El deber nos exige hacer eco a sus voces.
Pero, nos falta mucho todavía. Por eso digo que nuestra labor está apenas comenzando. Faltan ustedes, por ejemplo. O, al menos, algunos que mantienen cierto anonimato, guardando silencio, a pesar de sus obras que les han merecido la exaltación académica, a la que no dudo en considerar un honor supremo en la vida. Debemos, pues, dejar constancia de su paso por el mundo, más aún cuando somos atraídos y guiados por la luz del espíritu, de las bellas letras, del maravilloso mundo literario.
No obstante, nuestra responsabilidad como escritores nos obliga a mostrar la cara oculta de la realidad, o sea, la que nos avergüenza, la de quienes han degradado su condición humana por la violencia o la corrupción, actuando en contra de la sociedad, de sí mismos y de los demás. Debemos, en fin, ejercer a cabalidad nuestro sagrado derecho a la libertad de expresión, aquella que encarnó Emile Zola, quien se atrevió a lanzar graves denuncias, en la prensa de su época, con su inmortal Yo acuso. No podemos, por tanto, ser indiferentes frente a la maldad, ni mucho menos sus cómplices.
Admitamos, no obstante, que el mal está presente entre los buenos, como la bondad tampoco es ajena por completo a los malos, según nos enseña el Pensamiento Complejo de Morin, inspirado acaso en la misericordia y el perdón de Jesús ante el pecado, ante los pecadores, que somos todos. Fue esto precisamente lo que vino a decirnos, en su visita pastoral de 2017, el Papa Francisco, si queremos alcanzar la paz y, por qué no, la felicidad soñada por los seres humanos, sin excepción.
La Academia Colombiana de la Lengua, desde sus orígenes, encarna tan nobles ideales. Y ahora, con su autoridad intelectual que destaca siempre los más altos valores del espíritu (como son, en grado superlativo, las obras literarias), celebra su sesquicentenario de vida, haciendo gala de ser una sólida institución, clave del desarrollo nacional.
Muchas gracias, apreciados colegas y amigos.
(*) Miembro correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua
Jorge Emilio Sierra y sus Obras Escogidas en Amazon
Por: Quehacer Cultural
Fecha de publicación: 13/05/2021
Hay quienes creen que el escritor y periodista Jorge Emilio Sierra Montoya (no confundir con su primo Luis Emilio Sierra, ex senador de la república) es de Manizales. Y están en lo cierto: acá empezó, desde su temprana juventud, a escribir en La Patria, donde luego fue periodista de planta, con funciones de subdirector; cursó estudios superiores, de Filosofía y Letras, en la Universidad de Caldas, y hasta llegó a ser director de Ficducal, fundación que reunía a las universidades locales en cabeza de sus rectores, y de una maestría en la Facultad de Derecho, también en la Universidad de Caldas.
Otros, en cambio, aseguran que es de Pereira. Y tienen razón: allí nació “por azar”, según dice en algún poema; concluyó su bachillerato, en el Colegio Rafael Uribe Uribe, e inició su actividad periodística, siendo aún adolescente, en El Diario, periódico liberal (no El Diario de hoy) que dirigía Alfonso Jaramillo Urrego.
Por último, no pocos sostienen que es de Marsella, El municipio verde de Colombia. Y es apenas lógico: su familia se trasladó ahí cuando apenas tenía dos años de edad; cursó sus estudios primarios y los dos primeros de la secundaria; vivió sus maravillosos años de infancia, que tanto recuerda, y nunca ha dejado -confiesa- de pasearse por sus calles y contar sus historias, de veras macondianas.
Tres ciudades, en fin, se disputan su cuna: en cada una sostienen que no es de ésta sino de otra…
Apuesta al futuro
Desde hace 35 años reside en Bogotá, donde recibió los títulos de politólogo y magister en Economía de la Universidad Javeriana, ejerció el periodismo político y económico, estuvo en la dirección del diario La República durante dos décadas (seis años como subdirector-editor; catorce, de director general), y sigue colaborando con diarios nacionales, como El Tiempo o El Espectador, y publicaciones del Eje Cafetero, como El Diario de Pereira y Eje 21 de Manizales.
Pero, sobre todo, en la capital del país ha desarrollado una intensa actividad literaria, de la cual dan constancia cerca de treinta libros publicados sobre diversos temas: políticos, económicos, empresariales, filosóficos, literarios, éticos e históricos.
Desde hace tres años, cuando publicó Huellas en la Academia para celebrar su ingreso en 2016 a la Academia Colombiana de la Lengua como miembro correspondiente, lanzó la colección de sus Obras Escogidas en Amazon, apostándole así al futuro, a las nuevas tecnologías y, especialmente, a la distribución global de sus escritos.
De hecho, dicha proyección la había tenido su biografía de José Consuegra Higgins –El Maestro-, que ganó en 2001 el Premio a la Mejor Biografía del Año por la International Writers and Artists Association, en Estados Unidos; la aparición de Liderazgo con valores en la editorial española Digital Reasons (2013), y su presencia en medios especializados como El Portal del Medioambiente, en España, y el servicio informativo de la World Confederation of Businesses –Worldcob-, en Houston, E.U.
Dos de sus libros sobre Responsabilidad Social Empresarial –Temas claves de la RSE y Maestros de la RSE– fueron traducidos por Peter Tase al inglés y publicados en Estados Unidos, donde pueden adquirirse por internet con sus títulos respectivos: Main Topics on Corporate Social Responsibility y Masters of Corporate Social Responsibility.
10 Obras Escogidas
Hasta hoy, van diez libros publicados en Amazon, con ediciones impresa y digital, entre sus Obras Escogidas (hasta ahora van sólo en la mitad), labor que espera concluir en los próximos tres años.
La lista, pues, ya es larga: del citado libro Huellas en la Academia, dio el salto a su poesía, con tres volúmenes: el primero, de poesía infantil, El Angelito, dedicado a su hija menor, María Fernanda, fallecida a la edad de diez años; el segundo, de poesía romántica: Poemas de amor… y de humor, y el tercero, de poesía religiosa: Nuevos salmos.
A continuación, el primer tomo de sus Memorias: Una vida en olor de imprenta, para celebrar cincuenta años de su vida periodística; Las ideas políticas de Jorge Eliécer Gaitán, un aporte a la historia de las ideas políticas en Colombia y América Latina, sin criterios partidistas o sectarios, y Dos maestros de la cultura colombiana, al conmemorarse el centenario del natalicio de Otto Morales Benítez y el décimo aniversario de la muerte del pintor Omar Rayo.
Por último, De Descartes a Morin, sobre dos de los máximos exponentes de la filosofía francesa; Protagonistas de la Economía Colombiana, con personajes destacados de la vida económica nacional, y Tres Grandes Académicos de la Lengua, sendas biografías de Jaime Posada, Jaime Sanín Echeverri y José Consuegra Higgins, al celebrarse este año el sesquicentenario de fundación de la Academia Colombiana de la Lengua (1871-2021).
En la muestra anterior hay obras ya publicadas previamente, pero también inéditas, como la primera parte de El Angelito, con sus poemas a la niña (la segunda es de poesía infantil); sus Poemas de humor, mezclados con los de amor; su autobiografía, cuya segunda parte está pendiente; la biografía de Morales Benítez, sobre sus años de formación, y la del filósofo Descartes, “un viaje por la metafísica cartesiana”.
Los demás libros tuvieron ediciones previas a cargo de editoriales como Planeta, Universidad Jorge Tadeo Lozano y Asociación Colombiana de Universidades -ASCUN-, entre otras, si bien dichos textos estuvieron sujetos a una cuidadosa revisión que permitió incluir elementos fundamentales (fechas históricas, por ejemplo) y un estilo acorde con el que caracteriza a su autor en la actualidad.
Tres Académicos de la Lengua
Al cumplirse, el pasado diez de mayo 150 años de la Academia Colombiana de la Lengua, aparece el libro Tres Grandes Académicos de la Lengua, Tomo 10 de las Obras Escogidas de Sierra Montoya en Amazon.
De hecho, la colección se abrió en 2018 con Huellas en la Academia y se prolongará en el siguiente volumen -Número 11-, también conmemorativo del sesquicentenario: Nuevas huellas en la Academia, donde recogerá su producción literaria de los últimos tres años.
“Y no hay nada mejor para sumarse al festejo -dice en su nota de la contraportada- que con la exaltación de tres ilustres académicos: Jaime Posada Díaz, Jaime Sanín Echeverri y José Consuegra Higgins, cuyas biografías fueron escritas luego de extensas entrevistas a cada uno de ellos y la consulta de sus obras”.
“Como lo dice su nombre -concluye-, Tres Grandes Académicos de la Lengua exalta a una tríada de personalidades destacadas, pero también, por medio de ellas, a los numerosos miembros de la Academia Colombiana de la Lengua en su larga historia, a la que han honrado, tanto como al país y al mundo literario, con sus vidas y obras consagradas a las bellas letras”.
Tres Grandes Académicos de la Lengua
De Jorge Emilio Sierra M. Tomado de Amazon
Al cumplirse, en mayo de 2021, el sesquicentenario de fundación de la Academia Colombiana de la Lengua (1871-2021) -Primera de su género en América-, se publica este libro: Tres Grandes Académicos de la Lengua, Tomo 10 de las Obras Escogidas de Jorge Emilio Sierra Montoya en Amazon.De hecho, esta colección se abrió en 2018 con Huellas en la Academia, texto dedicado a resaltar, por medio de crónicas y ensayos, diversos aspectos relacionados con dicha institución, de la cual él entró a formar parte, como Miembro Correspondiente, en 2016, cuando era Director de la prestigiosa revista Desarrollo Indoamericano, vocera de la Teoría Propia del Desarrollo en América Latina.Es por ello, además, que la presente edición se prolongará en el siguiente volumen de la serie: Nuevas Huellas en la Academia, el cual recoge la producción literaria del autor durante los últimos tres años, también con motivo de la histórica celebración ya citada.Y no hay nada mejor para sumarse al festejo que con la exaltación de tres ilustres académicos: Jaime Posada Díaz (1924-2019), Jaime Sanín Echeverri (1922-2008) y José Consuegra Higgins (1924-2013), cuyas biografías, escritas por Sierra Montoya luego de extensas entrevistas a cada uno de ellos y la consulta de sus obras, fueron divulgadas previamente por la Asociación Colombiana de Universidades -ASCUN- en el cincuentenario de su creación (1957-2007).En particular, la biografía de Consuegra Higgins -El maestro-, publicada por la editorial Plaza & Janés, recibió el Premio al Mejor Libro de Biografía en 2001 por la International Writers and Artists Association, en Estados Unidos.Como lo dice su nombre, Tres Grandes Académicos de la Lengua exalta a una tríada de personalidades destacadas, pero también, por medio de ellos, a los numerosos miembros de la Academia Colombiana de la Lengua en su larga historia, a la que han honrado, tanto como al país y al mundo literario, con sus vidas y obras consagradas a las bellas letras.
Las Ideas Políticas de Jorge Elíecer Gaitán
De Jorge Emilio Sierra Montoya Tomado de Amazon
Tras cursar estudios superiores de Ciencia Política, el escritor y periodista colombiano Jorge Emilio Sierra Montoya (Pereira, 1955) se sumergió en una profunda investigación bibliográfica para desentrañar el pensamiento político de Jorge Eliécer Gaitán, el célebre líder liberal asesinado el 9 de abril de 1948, cuando se desató en su país el llamado Bogotazo, fenómeno que acentuó el prolongado y sangriento período de La violencia en los años cincuenta del siglo pasado, con penosas consecuencias que se extienden hasta hoy.
El resultado de dicho proceso es el presente volumen: Las ideas políticas de Jorge Eliécer Gaitán, cuyas primeras dos ediciones de Plaza & Janés circularon, con amplia acogida del público local y extranjero, al cumplirse cincuenta años, en 1998, del terrible magnicidio de quien no fue un hombre sino un pueblo y partió la historia nacional en dos, haciendo sentir su influjo a lo largo y ancho de América Latina, donde aún alcanza dimensiones heroicas, de leyenda.
Este libro, sin embargo, trasciende los aspectos biográficos del tribuno para centrarse en los de orden ideológico, políticos en sentido estricto, como un gran aporte -según su autor- a la historia de las ideas políticas en Colombia y Latinoamérica, conformando un completo manual de teoría política contemporánea, basado en páginas estelares de clásicos como Platón, Aristóteles, Maquiavelo, Rousseau, Montesquieu y Marx, hasta llegar a algunos de los máximos representantes de la Historia, la Sociología, la Filosofía del Derecho y la Ciencia Política.
Así lo reconocieron en su momento, con elogiosos comentarios, varios de los intelectuales más sobresalientes del país en las últimas décadas: Carlos Lemos Simmonds, Humberto de la Calle Lombana, Otto Morales Benítez, Carlos Lleras de la Fuente y José Consuegra Higgins, entre otros.
La nueva edición de El pensamiento político de Gaitán forma parte de la serie que Sierra Montoya viene haciendo en Amazon, con versiones impresa y digital, de sus Obras Escogidas, publicadas acá en forma exclusiva para su distribución mundial. Dicha serie incluye hasta ahora la producción poética contenida en El Angelito, Nuevos salmos, Poemas de amor… y de humor, así como los libros Huellas en la Academia (homenaje a la Academia Colombiana de la Lengua, de la que es Miembro Correspondiente) y Una vida en olor de imprenta, primer tomo de su autobiografía escrita para celebrar medio siglo de vida periodística.
“Esta obra se caracteriza por entrar al pensamiento de Gaitán, por escudriñar sus ideas, por sacudir la historia con doctrina”, en palabras de Morales Benítez.
Protagonistas de la Economía Colombiana
De Jorge Emilio Sierra Montoya Tomado de Amazon
Como Director de La República -Primer diario económico, empresarial y financiero de Colombia-, Jorge Emilio Sierra Montoya promovió el conocimiento y análisis de la historia económica, propiciando así que la Economía se abordara también como ciencia social, relacionada especialmente con la historia, la política y, sobre todo, sus protagonistas, desde presidentes de la república y ministros (de Hacienda y Desarrollo, por ejemplo) hasta dirigentes políticos y empresarios, cuyos aportes en tal sentido son fundamentales.He ahí el origen de este libro -Protagonistas de la Economía Colombiana-, donde importantes personalidades del país cuentan sus experiencias de vida que los metieron de lleno a la historia y, en particular, a la historia económica, lo cual equivale a ver la Economía, la llamada ciencia lúgubre, con aquel rostro humano, personal e incluso familiar, que tanto gusta a los lectores.No es de extrañar por ello que algunos pasajes de la obra hubieran recibido, en su momento, destacados galardones periodísticos, como el Premio Nacional de Periodismo Económico de ANIF y una nominación en Reportajes al Premio Simón Bolívar, así como el Premio Ciudad de Manizales.Según su autor, acá “nos encontramos con verdaderos protagonistas de la economía colombiana, presentados de cuerpo entero, con sus vidas fascinantes y sus ideas siempre controvertidas, resaltando el aspecto humano, profundamente humano, de nuestra historia económica”.Como en dos volúmenes anteriores de las Obras Escogidas de Sierra Montoya en Amazon (los de Otto Morales Benítez-Omar Rayo y Descartes-Morin), estas páginas reúnen dos libros en uno: 50 Protagonistas de la Economía Colombiana y ¿Qué hacemos con Colombia?, de los cuales se tomaron sus principales fragmentos en una rigurosa selección que mantiene la debida continuidad histórica.La segunda y última parte -Entrevistas con la Historia, recordando a Oriana Fallaci- recoge el debate económico nacional de 2006, al concluir el primer mandato presidencial de Álvaro Uribe Vélez, del que fuera entonces Libro del año electoral, publicado por Editorial Planeta: “¿Qué hacemos con Colombia?”.
Dos maestros de la cultura colombiana : Otto Morales
Benitez y Omar Rayo
Por Jorge Emilio Sierra Montoya Tomado de Amazon
¿Se imaginan ustedes al padre de la Teoría del mestizaje, Otto Morales Benítez, y al pintor Omar Rayo, juntos, reunidos después de su muerte?…
El escritor y periodista Jorge Emilio Sierra Montoya acaba de lograr dicha proeza en este libro -Dos maestros de la cultura colombiana-, que Amazon publica en su colección de Obras Escogidas, donde se lanza así la sección de Biografía, uno de sus géneros preferidos, por el cual ya obtuvo un Premio internacional en Estados Unidos.
De esta manera, se rinde un justo homenaje al Gran Otto, en la celebración del centenario de su nacimiento (1920 – 2020), y a Rayo, al cumplirse diez años de su fallecimiento (2010 – 2020), que conmemoramos en agosto y junio, respectivamente.
La magia del lenguaje nos permite presenciar tan maravilloso encuentro de dos maestros de la cultura colombiana, con proyección universal.
El Angelito: Poemas a la muerte de mi niña
Por Jorge Emilio Sierra Montoya Tomado de Amazon
A la muerte de su hija menor, María Fernanda, cuando ella apenas tenía diez años de edad, Jorge Emilio Sierra (Colombia, 1955) empezó a escribirle una serie de poemas para recordarla, sentirla de nuevo, jugar otra vez y escuchar sus cantos, gozando de su alegría e imaginándola en el Cielo, convertida en angelito, “un angelito de amor”, junto a Papá Dios.
Ese poemario, que abre el presente libro, se prolongó hasta cumplirse el primer aniversario del fallecimiento de la niña y en gran medida le sirvió de consuelo a su padre, quien luego reconocería que solo sus creencias religiosas, cristianas, le permitieron superar el dolor y alcanzar una visión trascendente de la vida y de la muerte, la cual quiere ahora compartir con los lectores, sean niños o adultos.
Por ello, Sierra Montoya, Miembro Correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua, le rinde con esta obra un homenaje a María Fernanda, al cumplirse veinte años de su desaparición física -no espiritual- y de haber compuesto, en su memoria, El Angelito, cada uno de cuyos poemas se identifica con la fecha respectiva.
Aquí se incluyen, además, otros poemas para niños (algunos de ellos, inéditos) que también le fueron dedicados en su primera edición, aparecida a comienzos de 1999, hace igualmente dos décadas. En esta ocasión, el libro es ilustrado por Carlos Vacca, joven dibujante y diseñador gráfico, que complementó de manera ejemplar los textos escritos.
La publicación se cierra con un análisis literario de la poesía infantil de Jorge Emilio Sierra, a cargo de Bogdan Piotrowski, Miembro de Número de la Academia Colombiana de la Lengua
Una vida en Olor de Imprenta
De Jorge Emilio Sierra Montoya Tomado de Amazon
Este libro -Una vida en olor de imprenta- lo publica su autor, Jorge Emilio Sierra Montoya (Colombia, 1955), con motivo de la celebración de sus cincuenta años de vida periodística. Son, pues, Memorias en sentido estricto, a modo de autobiografía que aparece en Amazon tras la reciente divulgación de su obra poética.
Como periodista, Sierra Montoya fue Director de La República, el primer diario económico nacional y uno de los pioneros en tal sentido en América Latina, por lo cual durante veinte años, entre 1989 y 2009, se dedicó por completo al periodismo económico, actividad basada en su formación académica, como Magister de Economía, en la Universidad Javeriana de Bogotá.
Pero, ya antes había ejercido, desde La Patria de Manizales con funciones de subdirector y director encargado, el periodismo político que luego siguió ejerciendo en la agencia de noticias Colprensa, la revista Cromos y la Presidencia de la Cámara de Representantes, mientras cursaba asimismo la Maestría de Ciencia Política en la Javeriana.
Y en los comienzos de su larga carrera en la prensa, cuando realizaba estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Caldas, se orientó hacia el periodismo cultural, especialmente como director del suplemento literario de La Patria, que fue el principio de su intensa actividad intelectual reflejada hoy en cerca de treinta libros sobre temas periodísticos, históricos, literarios, filosóficos, económicos, empresariales y políticos, cuya selección, en el marco de sus Obras Escogidas, continuará publicándose en Amazon para su distribución mundial.
Este primer tomo de la autobiografía de Sierra Montoya cubre la segunda mitad del siglo pasado, remontándose a la terrible violencia política de los años cincuenta -cuando su padre fue asesinado- y a su infancia en el municipio de Marsella (Risaralda), cuyas historias y leyendas son descritas acá con auténtico espíritu macondiano, para cerrarse, con páginas estremecedoras, en medio de la ola de terror desatada por el narcotráfico en Colombia contra dirigentes políticos como Luis Carlos Galán y Rodrigo Lara Bonilla, quienes fueron víctimas del Cartel de Medellín bajo las órdenes de Pablo Escobar.
Es ésta una historia personal que se cruza por todos lados con la del país y la de América Latina, región golpeada con rigor por fenómenos de alcance universal.
Nuevos Salmos: Poesía Religiosa
De Jorge Emilio Sierra Tomado de Amazon
En Nuevos salmos, Jorge Emilio Sierra da rienda suelta a su más alta espiritualidad, la misma que los lectores de Amazon habían percibido en su libro anterior: El Angelito (Poemas a la muerte de mi niña), el cual recibió amplia acogida en Colombia y el exterior.
Pero, aquí esa dimensión espiritual ya es absoluta, teniendo a Dios como propósito central, figura protagónica y tema de reflexión, según podrá verse en las dos secciones que conforman la obra, cuyo anexo incluye el certero análisis del académico Héctor Ocampo Marín sobre La poesía religiosa del autor.
“Estos Salmos se constituyen en una muy espontánea y espiritual obra literaria, cuidadosamente hilvanada a lo largo del armonioso engranaje de poemas orantes que marchan por las vecindades de la cantata sagrada del rey David”, al decir de Ocampo Marín.
Para la presente edición, Sierra Montoya hizo una cuidadosa selección de sus primigenios Salmos para el hombre de hoy (2005), complementada a su vez con textos inéditos y, sobre todo, con análisis cuidadosos a varios de sus poemas, dando así el sentido didáctico, formativo, que también lo caracteriza frente a su producción literaria y la de otros autores.
De esta manera, además, la poética de Jorge Emilio Sierra alcanza su plena definición tras la publicación de El Angelito y sus más recientes Poemas de amor… y de humor, cerrándose, con broche de oro, en su poesía mística, religiosa, que es bálsamo para el alma.
Poemas de amor… y de humor
De Jorge Emilio Sierra Montoya Tomado de Amazon
“Buenos días, amor” fue el primer libro de poemas románticos del escritor colombiano Jorge Emilio Sierra, quien se reveló desde entonces como un autor clásico, ceñido a las formas tradicionales de la poesía y, sobre todo, poseedor de ese lenguaje limpio, transparente, que se hizo manifiesto en su más reciente obra: “El Angelito”, distribuida también por Amazon a nivel mundial.
Esta edición, por tanto, reúne textos de la publicada por Plaza & Janés en diciembre de 1998, pero igualmente de los años posteriores e inéditos, hasta ahora, en su totalidad. Son “versos escritos en azul”, donde su creador “disfruta el amor en todas partes y momentos de su existencia”, al decir del maestro José Consuegra Higgins en su hermoso prólogo a “Buenos días, amor”.
De los poemas de humor, en cambio, pocos tenían noticia en los círculos literarios. Solo algunos familiares y amigos los conocían, como si fueran apenas de carácter privado, no público. Pero, Sierra Montoya decidió sacarlos del olvido, incluso porque conservan el citado estilo clásico y su halo romántico, intimista, con los correspondientes toques de humor que sin duda sorprenderán a muchos de sus lectores.
Poemas de amor… y de humor es, en consecuencia, un libro novedoso, que rompe paradójicamente con las tendencias imperantes en la poesía contemporánea y recupera las antiguas tradiciones, representadas en viejos pergaminos donde aparecen escritos los poemas, sin color y siempre en blanco y negro, según el original diseño de cada una de sus páginas, desde el principio hasta el fin.
Es como regresar a la gran poesía en lengua castellana, popular y amable, cercana a todas las gentes, repetida aquí y allá, de memoria, para susurrar en las noches al oído de la mujer amada o recitar al aire libre. Es la poesía que perdura, que nunca desaparece y que aún resuena en nuestros corazones, transmitiendo el eco de generaciones pasadas.
Jorge Emilio Sierra es un poeta clásico en pleno siglo XXI.
Huellas en la Academia
De Jorge Emilio Sierra Tomado de Amazon
“Huellas en la Academia” es el nuevo libro del escritor y periodista colombiano Jorge Emilio Sierra Montoya, ex Director del diario “La República” y actual Miembro Correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua.
En esta ocasión, Sierra Montoya hace gala una vez más de su estilo sencillo, ameno y didáctico, de fácil acceso para cualquier lector, al abordar las obras de autores como Cervantes, Shakespeare, José Enrique Rodó, Azorín, Unamuno, Rubén Darío, sor Josefa del Castillo, Julio Flórez y Luis Carlos González, a través de una original mezcla de ensayos, crónicas y entrevistas, con el correspondiente estilo periodístico.
De igual manera, presenta breves biografías de varios miembros ilustres de esa corporación, como Carlos Lleras Restrepo, Germán Arciniegas, Jaime Sanín Echeverri, Otto Morales Benítez, Antonio Cacua Prada, Antonio Álvarez Restrepo, Gilberto Arango Londoño y Daniel Samper Pizano, entre otros.
El libro se abre con un paseo por la sede de la Academia Colombiana de la Lengua en Bogotá, el cual incluye un vistazo a la Biblioteca Antonio Gómez Restrepo, donde reposan numerosas joyas bibliográficas, y la sede del Instituto para el Humanismo Social, en cuya inauguración intervino el recién fallecido ex Presidente Belisario Betancur, Miembro Honorario.
Sierra Montoya ha publicado más de una veintena de libros sobre temas literarios, históricos, políticos, económicos, empresariales y filosóficos, con distintos reconocimientos en el país y el exterior. Así, su biografía “El Maestro”, sobre el economista y académico José Consuegra Higgins, fue considerada la mejor del año en el mundo por la Asociación Internacional de Escritores y Artistas -IWAA- en Estados Unidos.
Dos de sus libros sobre Responsabilidad Social Empresarial fueron traducidos al inglés y publicados en Estados Unidos, mientras “Liderazgo con Valores” fue acogido por la editorial española Digital Reasons en su Colección Argumentos para el Siglo XXI.
Su libro «El Angelito (Poemas a la muerte de mi niña)» acaba de ser publicado por Amazon en sus ediciones impresa y digital.
Obtuvo, además, el Premio Nacional de Periodismo Económico (otorgado por Anif) en tres oportunidades, entre otros galardones periodísticos y académicos.