Por Carlos Arturo López Ángel
HIMNO DE MARSELLA
Durante los años del bachillerato, las retretas de la Banda Municipal en el parque atraían nuestra atención, las disfrutábamos, pero también nos servían para hacer algunas pilatunas. Por ejemplo, chupábamos limón delante de los músicos de viento para hacerlos desafinar la melodía, y salir corriendo por temor a los regaños. Nos impresionaban también la elegancia de los uniformes de los músicos cuando tocaban el Himno Nacional en los actos públicos solemnes, sin que se oyera un himno de Marsella, porque no existía. Esos músicos eran una institución respetada y cada uno tenía su historia, eran casi siempre los mismos que fueron envejeciendo, hasta que entre los años 1965-1967 la banda se extinguió, tal como lo cuenta Diego Franco en sus columnas de Marsella al Día. Los instrumentos terminaron abandonados en una oficina situada al lado del viejo Concejo Municipal. Callaron sus notas y fueron las grabadoras las que hicieron el oficio en las ceremonias oficiales.
Sin embargo, la semilla de la música empezó a germinar de nuevo en la Casa de la Cultura, pues en 1976 nació el proceso de cuerdas y en 1986, los de percusión y vientos que fueron las bases para la creación de las orquestas.
Asimismo, en 1980 se inició la tarea de dotar a Marsella de un himno. El alcalde Diego Agudelo abrió el concurso para la letra correspondiente. Entregó a la Casa de la Cultura, dirigida por Gilberto López, la tarea de organizar el concurso. De inmediato esa institución envió el reglamento a 90 paisanos regados por el país. El cierre del concurso, registró seis participantes, entre los cuales recordamos a Pedro Gómez Duque, José María Gonzales y Antonio Mejía Gutiérrez. El 30 de octubre el jurado calificador presidido por el profesor de literatura y poeta Fabio Giraldo Vélez dio a conocer su veredicto que favoreció a Antonio Mejía Gutiérrez.
Esta es la letra del Himno.
Marselleses cantemos la gloria / de la patria, el hogar y la paz, / y que flote feliz en la historia/ la bandera de la libertad.
De la Francia de Juana de Arco/ vino el nombre con luz de bondad, / hoy Marsella se viste de blanco/ con la estrella, el trabajo y la cal.
Marselleses, los niños primero, / para el bien de la patria alcanzar, / y los nidos, el árbol y el suelo defender, trabajar y cantar.
Una flor a la madre en su día, / y al vecino un abrazo en verdad, / que haya pan, igualdad y trabajo/para todos en paz, libertad.
Semblanza del autor extraída del libro “Catedra Marsella”: Antonio Mejía Gutiérrez fue bachiller del Instituto Universitario de Caldas, graduado en derecho y sociología en la Universidad Nacional de Bogotá. Era el quinto de diez hermanos, nacidos todos en Marsella, Caldas. Su familia era conservadora laureanista, y él fue el único que escogió el liberalismo a través del MRL de López Michelsen. En representación de ese partido fue contralor de Caldas y concejal de Manizales y Marsella. En su época estudiantil, en Bogotá, fue amigo y compañero del cura Camilo Torres, antes de que empuñara las armas. Conoció a Moscú por cuenta de la FUN (Fundación Universitaria Nacional). Su conversación era muy amena, por su gran sentido del humor y por sus inagotables anécdotas. Fue el más sensible, amable, cariñoso de los Mejía Gutiérrez. Murió en Manizales en el año 2009. Dejó una abundante obra poética y de literatura para niños.
La Música
Tras de ocho años de espera, el Concejo Municipal expidió el Acuerdo 051 de 1988, por medio del cual se abría el concurso para la música. La Corporación de Amigos de Marsella- Corama, con su presidente Carlos Alberto Hernández, hizo los contactos con la alcaldía de Pereira para comprometer al maestro José Santos Camacho, director de la banda de la capital.
Meses después, Corama le rindió un homenaje al marsellés Julio Ernesto Marulanda, directivo de la UTP. Y en ese mismo y solemne acto, el maestro Santos y la banda de Pereira entregaron el trabajo de la musicalización ante el selecto grupo de invitados, en la sala Pablo Neruda de la Casa de la Cultura, con lleno total. Esa primera interpretación colmó las expectativas manifestadas con largos aplausos de pie, abrazos y felicitaciones. El histórico momento consagró el Himno que se canta con el orgullo de patria chica.
Y para rematar, surgió la idea de crear una versión con el talento local. En una feliz coincidencia, en el año 2000 mediante un convenio entre la Gobernación y la agencia JICA del Japón, llegó a Marsella Rie Sato, graduada en música. Ella inició el ensamble de voces de cantantes mayores y de niños aprendices para esa versión del himno, que concluyó con éxito. Permaneció aquí durante más de dos años gracias a la ayuda de la Cooperativa y el Comité de Cafeteros. Durante ese lapso capacitó los coros juveniles y fue muy activa en los procesos culturales. Entre sus alumnos estuvieron Carlota Henao, José María Gonzales, Beatriz Gómez Gamba, Teresa Gil, Ismael Agudelo, Liliana Duque y otros.