DE ALDEA A MUNICIPIO

Historia de Marsella en sus primeros años 1860-1904 Por Fredy H. Ríos García

El territorio en donde en la segunda mitad del siglo XIX se conformaría la aldea de Villa Rica, nombre con el cuál se conoció inicialmente Marsella, hacia parte de la extensa zona de frontera entre los estados del Cauca y Antioquia, terreno en el cual, se conjugaron dos factores que fueron determinantes para el rápido poblamiento del mismo. Por una parte, un excedente de población antioqueña y por otra, un extenso globo de tierra deshabitada y disponible en territorio caucano.
¿Qué motivó el poblamiento de Segovia?
Son diversos los motivos que operan como móviles del poblamiento de este territorio, principalmente pueden considerarse los siguientes:
En primer lugar, los líos de tierra en Antioquia suscitados por los conflictos entre los dueños de concesiones, como la de Felipe Villegas o la Gonzales-Salazar, con los colonos por la propiedad de la tierra. Los líos con esta última concesión se trasladaron a Villamaría, asiento de algunos de los futuros pobladores de Villa Rica, generados por la controversia en torno al nombre del río que separa a Manizales de Villamaría.
Para los habitantes de este último caserío el nombre del río era Chinchiná, mientras que los representantes de la concesión sostenían que este sería el río Manizales. Igualmente sostenían que el río Chinchiná fluía más al sur por tierras del caserío de San Francisco (Chinchiná), el hoy rio Claro. La ubicación real del río Chinchiná era muy importante, dado que constituía la frontera natural entre los estados del Cauca y de Antioquia y determinaba la jurisdicción sobre las tierras de Villamaría. Inicialmente la concesión contó con el concepto favorable del geógrafo Agustín Codazzi, quien como responsable de la Comisión Corográfica certificó que entre ambas poblaciones corría el río Manizales. De allí se derivaba que los terrenos de Villamaría eran propiedad de la concesión Gonzales-Salazar, dado que el río Chinchiná era el límite de la misma.
En este contexto el regidor de Villamaría Ramón María Arana, emprendió la defensa de los más de tres mil vecinos; situación que se resolvió por medio de la ley 37 de 1871, con la cual la Compañía renuncia a los terrenos reclamados en Villamaría a cambio de baldíos y dinero en efectivo. No obstante, muchos pobladores ya se habían asentado en los baldíos de la futura Segovia, haciendo uso de las políticas de tierras favorables a la inmigración que impulsaba el estado del Cauca y el estado nacional. Ante todo, la ley emanada de la Convención de Rionegro en 1863, por medio de la cual se destinaba el globo de tierra entre los ríos Chinchiná y Otún para el fomento de nuevas poblaciones donde se abarcaba la totalidad del terreno segoviano.
Un segundo móvil poblacional, lo constituyó la búsqueda de minas en la zona. Es sabido que las oleadas de colonos antioqueños eran precedidas en el territorio por grupos de mineros, tal como se puede evidenciar en la fundación de Sonsón y Abejorral, pero también, en la de Segovia con los pobladores del Alto de la mina en la vecina población de San Francisco.
Esta orientación inicial de los colonos hacia la minería, se evidencia en el primer nombre que le otorgaron al caserío como Villa Rica; así mismo, esto se demuestra en la denuncia y compraventa de derechos sobre minas que se empiezan a desarrollar en el año de 1874.
Desde este año hasta el de 1891 se realizan dieciséis contratos de compraventa, cesión o asociación en torno a minas. Las mismas tienen una importante concentración en el sector de Agualinda con diez de las transacciones en su área de influencia. Otras dos minas importantes fueron las denominadas San Francisco de Moles en el río San Francisco y El Maná en el sector de El Nudo. Casi con excepción de la última que es una mina de veta en oro y plata, la mayoría son minas de aluvión en oro.
También hubo importantes salinas como las ubicadas a orillas de los ríos San Francisco o Cauca; en los márgenes de este último se ubicó la salina Santo Tomás que inició en 1882 con un contrato de asociación para su montaje entre Marco Antonio Uribe y Eusebio Cortez como representante de la Casa Comercial Cortez & Zuluaga. En 1886 Marco Antonio Uribe vende a la Casa comercial Cortez & Salazar sus derechos por tres mil pesos, quienes a su vez, la vendieron dos años más tarde a Liborio Caro por siete mil pesos.
En el año de 1889 hubo una importante actividad en torno a la minería al denunciarse en total quince minas cuya propiedad se quería asegurar en cumplimiento del artículo 9° de la ley 129 o Código de minas del extinguido Estado de Antioquia. De estas, seis minas son de aluvión y cinco de ellas se ubican en la zona del río San Francisco, las nueve minas restantes son de filón, tres en oro y las restantes en oro y plata. La mayoría de estas últimas se ubican en El Rayo y El Nudo.
Por otra parte, es imposible sustraer el contexto del poblamiento del escenario político y bélico que vivía la región, el cual se constituye en el tercer móvil como dinamizador de la inmigración.
Para el 1860 estaba al frente del gobierno el conservador Mariano Ospina Rodríguez como triunfador en las elecciones de 1857, durante el gobierno de éste, si bien se definió la estructura federal del estado con la constitución de 1858 y se adoptó el nombre de Confederación Granadina, que superaría la indeterminación de la Nueva Granada entre centralismo y federalismo, se presentan una serie de medidas que afectan la independencia de los estados en términos electorales y de recaudo de impuestos que los liberales asumieron como un intento por alcanzar una posición hegemónica para el partido conservador. Una serie de enfrentamientos entre fuerzas del estado central y fuerzas caucanas le permiten al General Tomás Cipriano de Mosquera dictar el decreto del 8 de mayo de 1860, en donde manifestaba la separación del Cauca de la Confederación Granadina. Esto constituyó de manera oficial el inició de la Guerra de 1860. El 28 de agosto Mosquera y las fuerzas del Cauca intentan penetrar al Estado de Antioquía, precisamente en el límite de su frontera sur en la recién creada (1849) aldea de Manizales, en la cual estaban atrincherados los generales Joaquín Posada y Braulio Henao. Mosquera se instaló con su ejército en la Aldea de María, desde donde pretendió invadir a Manizales, esfuerzo que resultó infructuoso, viéndose obligado a solicitar a dichos generales una “esponsión” o tratado.
En consecuencia, dicho acuerdo permitió a Mosquera regresar ileso con el grueso de su ejército a Popayán en donde logró sumar fuerzas. En cuanto a Villamaría, el retiro de las tropas caucanas dejo en una situación de fragilidad y desamparo a la población, ocasión aprovechada por las tropas antioqueñas quienes le dieron muerte al líder liberal de la aldea de Villamaría de apellido Restrepo. Esto sumado a la persecución económica de los liberales en Manizales, fue el desencadenante de la emigración de pobladores liberales hacia las tierras al sur del río San Francisco, en donde fundaron con posterioridad a Segovia. De estos pobladores hacia parte Pedro Pineda.

¿Quiénes poblaron la aldea?
Es obligada la pregunta por los primeros colonos fundadores del poblado. Aunque hubo exploradores pioneros como lo fueron José Bedoya, Nicomedes Giraldo y Pedro Pineda, el poblamiento fue ante todo una empresa colectiva, la cual para su éxito dependía de la afluencia masiva de pobladores. Por esta razón los vecinos sólo solicitan autorización para constituir el poblado una vez existe un número significativo de habitantes, son alrededor de 130 hombres mayores de edad los que firman el memorial que la legislatura del Cauca responde favorablemente en 1865.
Ahora bien, debemos comprender entonces que tipo de poblamiento se dio en Villa Rica, si bien, en la historiografía se reconocen tres tipos de colonización: la colonización estatal, promovida por las autoridades regionales y nacionales; la empresarial, impulsada por concesionarios y especuladores de tierras y la espontánea, que recaía en la voluntad particular de campesinos y mineros quienes buscaban en las nuevas tierras y minas una alternativa de bienestar. Todo apunta a que la colonización en Segovia fue eminentemente espontánea, lo cual no implica que fuera desinformada. Al contrario, las familias llegadas a Villa Rica hacían parte de los grupos poblacionales responsables de la colonización en la frontera sur de Antioquia y tenían en este sentido, una serie de conocimientos y prácticas interiorizadas generacionalmente como lo podemos observar siguiendo el recorrido de las primeras familias fundadoras desde su matriz en el oriente antioqueño:
La familia Pineda provenía de Cataluña (España), llegaron al nuevo reino de Granada hacia 1670 y se establecen en Marinilla. Permaneciendo allí por varias generaciones. El abuelo de Pedro Pineda Juan Ignacio Pineda Idárraga junto con su esposa Juana de la Cruz Castaño aparecen en el padrón de El Santuario (Antioquia) en 1786 como parte del grupo de colonos pobladores. En 1787 nace Juan de la Cruz Pineda Castaño quien es bautizado en Marinilla. Posteriormente se asientan más al sur en Abejorral, en tierras de la Concesión de Felipe Villegas, allí nacen los hijos del matrimonio de Juan de la Cruz Pineda Castaño y Nazaria Osorio Gallego, incluyendo a Pedro Pineda en 1836. Pero la familia persiste en su trashumar y en 1841 en Salamina es dónde nace otro hijo: Juan Pineda, para ubicarse luego en Manizales, donde hacen parte de las primeras familias de colonos, así lo evidencia el censo de 1850. Allí contrae matrimonio Pedro Pineda en 1853 con María Gregoria Muñoz García, cuyos padres venían de Arma vieja y Aguadas. En 1860 la familia Pineda-Muñoz emigra al sur del río San Francisco para instalarse en la zona de Valencia.
La familia Bedoya, estuvo involucrada desde los primeros años del siglo XIX en la colonización de Sonsón. Precisamente, el matrimonio de Justo Bedoya y María Antonia Galvis tiene sus hijos allí, entre estos al mayor bautizado como José Apolinar, el futuro colonizador de Segovia, quien nace el 23 de Julio de 1811. Este último, allí mismo en Sonsón, contrae matrimonio con Estanislada Obando, de cuya unión nacen José María (28 de marzo de 1836), José Joaquín (16 de septiembre de 1838), Jesús María (10 de septiembre de 1841), Bernardina (13 de septiembre de 1843), Eugenia (6 de septiembre de 1845), José Antonio (30 de junio de 1847), Raimundo (6 de octubre de 1849), Esteban (2 de septiembre de 1851) y Justo Alejandro (16 de octubre de 1853). La familia Bedoya Obando se radica en Manizales, donde nacen a su vez en 1856 su hijo Eladio y en 1858 María Jesús. Se considera la familia Bedoya-Galvis la segunda en instalarse en el territorio de la futura aldea de Villa Rica en el sitio de Valencia.
La familia Castaño estaba asentada en Rionegro. El abuelo de Pedro Castaño Florencio Castaño Ramírez contrajo matrimonio allí en 1809 con Juana Baptista Betancur Osorio. De ellos nace en 1813, también en Rionegro, Paula Castaño Betancur. Como hijo natural de ésta última es bautizado en 1830 en San Vicente Ferrer, Pedro Castaño. Los hermanos de Pedro nacen a su vez en Guarne, pero éste se moviliza más al sur y en 1849 ya en Pácora, contrae matrimonio con Celedonia Muñoz García, quien fue bautizada en 1829 en Aguadas. Celedonia es hija de Nepomuceno Muñoz y de Felipa García y es por ende hermana de María Gregoria Muñoz, la esposa de Pedro Pineda. Luego de casados el matrimonio Castaño-Muñoz se traslada a Manizales en donde nacen sus hijos: Críspolo María en 1852 y José María en 1861. Allí servirán de padrinos del matrimonio de Pedro Pineda con María Gregoria Muñoz en el año de 1853. Este vínculo explica porque la familia Castaño-Muñoz es una de las primeras en seguir la iniciativa de Pedro Pineda instalándose a su llegada a Villa Rica en El Porvenir.
La familia Betancur tiene su tronco en Antioquia, específicamente en Marinilla y en San Vicente Ferrer. José María Betancur y Nicolasa Agudelo, abuelos de Luis Betancur, se casan en esta zona finalizando el siglo XVIII. Uno de sus hijos, Vicente Betancur Agudelo contrae matrimonio con Salvadora Cardona el 28 de enero de 1807 en Marinilla y aparecen en el padrón de la misma parroquia en 1813 junto a sus hijos Luis Betancur Cardona y Josefa Betancur Cardona.
Luis Betancur, que será unos de los fundadores de Segovia, y su esposa Lucía Londoño (Manuel Londoño y Nicomedas Vásquez) aparecen con su hijo Pío Betancur Londoño en 1842 en Salamina. Esta familia llega en los primeros años de la década del sesenta del siglo XIX a Segovia, pues se la reconoce como la cuarta en el orden de llegada, instalándose en el sitio conocido como San Luis. Precisamente dentro de los primeros registros de bautismo en Segovia encontramos a los nietos de Luis Betancur, como el caso de Paula Custodia Betancur Zapata quien nace en agosto de 1880 y es hija de Antonio Betancur y Juana Zapata (Teodoro Zapata y Rosalía López).
La familia Otálvaro igualmente la encontramos ubicada en el siglo XVIII, en el oriente de la provincia de Antioquia. De Rionegro eran vecinos Nicolás Otálvaro y Ana María Aguirre. El hijo de estos Juan Ángel Otálvaro se casa con Juana de la Cruz Arango en la vecina Marinilla en 1810, como fruto de esa unión, nace Felipe Santiago María Otálvaro Arango, quien es bautizado en Rionegro el 3 de mayo de 1827 y posteriormente contrae matrimonio en el año de 1849 en Pácora con Juana Aguirre, hija a su vez, de Antonio Aguirre y Ramona Henao.
La familia Otálvaro Aguirre, permanece en Pácora a mediados del siglo XIX y allí nacen sus primeros hijos. Bartola Otálvaro Aguirre, es el nombre que recibe la primogénita del matrimonio, bautizada en 1851 en Pácora. Tiempo después, el 31 de julio de 1870 es bautizado en Villamaría Maximiano Otálvaro Aguirre, nacido el 29 de mayo en Segovia. Lo anterior indica que la familia ya se encontraba establecida en Segovia en el sitio de Siracusa y tuvieron que viajar hasta Villamaría para que el nuevo integrante de la familia recibiera el sacramento del bautismo, debido a que ningún sacerdote visitaba aún la población.
¿Cómo se organizó la aldea?
Los primeros años de la vida de la aldea son dirigidos por la institucionalidad caucana en una población mayoritariamente antioqueña. Por ello todas las gestiones se realizaban en Cartago, capital del municipio del Quindío o directamente en la capital del Estado del Cauca, Popayán.
Para el año de 1865, se ven los primeros resultados de la empresa colonizadora al responder el Estado del Cauca favorablemente a la petición de los vecinos para formar el poblado, con la consecuente entrega de las cincuenta hectáreas para el área de población. El caserío se vio consolidado con la adjudicación en 1869 de 5000 hectáreas por la ley 263 de 1869 de la legislatura del Estado del Cauca, como parte de la concesión a las nuevas poblaciones que se erijan al norte del Estado. Aunque esto no implicó su independencia administrativa, al contrario, al crearse el distrito de Pereira en 1870 Segovia quedó dependiente de éste como uno de sus corregimientos. Bajo esta jurisdicción encontramos acciones encaminadas al bienestar de la población como el nombramiento de funcionarios, la garantía de recursos para la instrucción pública, que se sostenía con la renta del aguardiente y el impuesto al tránsito de ganado hacia otras provincias, y también con el mantenimiento de caminos. De estos últimos el principal era el denominado camino sobre la cordillera de San Francisco (El Nudo-El Rayo) que se adecuaba a partir de la destinación a este fin del trabajo personal subsidiario. Encontramos del mismo modo la intervención de los vecinos en la vida política del Municipio del Quindío, del cual dependían. Así, participan en el año de 1873 como electores de los miembros de municipalidad. Ese mismo año son nombrados jueces y procuradores para el corregimiento.
Gracias al rápido crecimiento de la población se posibilitó su elevación a la categoría de distrito (municipio) por parte de la municipalidad del Quindío mediante la ordenanza primera de 12 de enero de 1876, pero tal como le sucedió a la vecina Santa Rosa, la cual mudaba de categoría administrativa entre distrito y corregimiento dependiendo del ejército que tomara posesión del poblado en determinado momento, también Segovia se vio afectada por la guerra civil de 1876 entre liberales y conservadores y rápidamente perdió su categoría de distrito siendo rebajada nuevamente a aldea.
Por otro lado, siguiendo el derrotero natural de una población católica como la que integraban los inmigrantes, luego de gestionar la autorización para la conformación del poblado, los vecinos envían peticiones para construir la capilla y solicitar un cura párroco. Estas gestiones inician en el año de 1868. Son múltiples las comunicaciones y cartas petitorias de los vecinos para el nombramiento de un párroco en el caserío. Como solución la diócesis de Popayán constituyó la vice parroquia de Segovia dependiente de la parroquia de Santa Rosa, de donde debía venir un sacerdote eventualmente a los oficios religiosos. Solo desde 1880, el caserío contó con un párroco estable la mayor parte del tiempo.
El crecimiento demográfico de Segovia suscitó que el concejo de Pereira suscribiera el Acuerdo 16 del 22 de octubre de 1889 creando de nuevo el Corregimiento de Segovia. En el mes de noviembre del mismo año toma posesión del cargo de director de la escuela de Segovia el señor Ramón Zafra Rosales ante el alcalde de Pereira, este nombramiento fue de trascendental importancia para el futuro de la población, ya que Zafra asumió el encargo de gestionar ante las autoridades caucanas la erección del distrito, su cometido implicó grandes esfuerzos pues debió realizar varios viajes hasta Popayán con este propósito. Sus acciones dieron como resultado la erección del distrito de Segovia el 18 de julio de 1904 por la Asamblea del Cauca.
En cuanto a la jurisdicción eclesiástica, luego de la creación de la diócesis de Manizales el 11 de abril de 1900, las gestiones para lograr la erección de la parroquia, continuaron hasta alcanzar esta dignidad en la visita pastoral del obispo de Manizales, Gregorio Nacianceno Hoyos, mediante el decreto 38 del 7 de febrero de 1905.
Lo anterior nos habilita para considerar que la consolidación del municipio de Marsella fue producto en sus inicios de una estrecha simbiosis entre la institucionalidad caucana y el elemento humano antioqueño.

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