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- La Cultura en Marsella
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Su sede es una amplia casona de tres pisos,donde funcionó anteriormente el colegio de las Betlhemitas.Su interior acogedor,está circundado por espaciosos corredores bellamente adornados de jardines y exposiciones permanentes de arte.Funcionan aquí,diferentes dependencias como son: la sala de conferencias,de música,de teatro,de pintura,bibliotecas y los museos de Marsella, Precolombino Quimbaya y del Putumayo.Igualmente se implementan deportes como el ajedrez y el tenis de mesa.Su obligada visita lo pondrá en contacto con el arte y la cultura de nuestro pueblo
VISTA EXTERIOR DE LA CASA DE LA CULTURA PLAZA DE BOLÍVAR, MARSELLA
CORREDORES DEL SEGUNDO PISO CASA DE LA CULTURA ,MARSELLA
CASA DE LA CULTURA
VISIÓN
Vemos a Marsella sin fronteras filosóficas, tecnológicas ni espirituales:, guiado por gobernadores tolerantes y enamorados de la paz, habitado por ciudadanos respetuosos del pasado, seguros del presente y optimista del futuro.
MISIÓN
La casa de la cultura de Marsella, es el punto de partida de las iniciativas que facilitaran procesos de concertación cultural, para la búsqueda den un marselles más convencido de sí mismo y de su pueblo; afianzado en el sentido de pertenencia, al descubrir en la formación, la información y la recreación de los valores universales en los que se identifique como persona creativa.
HISTORIA
1972 Dic 24: Se constituye el centro de estudios sociales de Marsella, conformado por jóvenes dispuestos a trazar nuevos para el municipio
1973 Feb 26: El centro de estudios sociales, crea un comité provisional coordinador de la Casa de la Cultura.
Mar 2: Se aprueban los primeros estatutos de la Casa de la Cultura.
May 30: Se otorga personería jurídica a la Casa de las Cultura
Agosto. Se compra el edificio a la comunidad de religiosas Betlehemitas.
1974 Mar 1: Se abren las puertas de la Casa de la Cultura al pueblo, prestando el servicio de biblioteca, ajedrez y tenis de mesa.
Dic. 16 al 21: primera semana cultural
Dic. 22, se inaugura oficialmente
1975 Ene 30: El gobierno departamental, crea los cargos de: Director, bibliotecario y celador. Se inicia así el proceso de fortalecimiento de la entidad a través de proyectos cívicos, ecológicos y culturales que hoy enaltecen el nombre del municipio en el ámbito nacional e internacional.
1996 Ante el acelerado deterioro del edificio, la casa de la cultura, dona al departamento de Risaralda, asegurando la restauración, que permitió el rescate de su estilo arquitectónico original, modificado en 1962.
1997 Se inauguran los 2/3 partes de la restauración
1998 El ministerio de cultura y la gobernación de Risaralda incluyen en sus presupuestos las partidas suficientes para la culminación de los trabajos.
En diciembre nace el nuevo ente “asociación de entidades públicas casa de la cultura Marsella” que oficializa la presencia de la administración municipal en las decisiones de la casa de la cultura y compartidas con el gobierno departamental.
1999 Se entregan las obras de restauración en su totalidad por parte del ministerio de cultura y la gobernación de Risaralda
En la Casa de la Cultura se prestan varios servicios a la comunidad, Considerando Usuarios permanentes a los que pertenecen a las diferentes agrupaciones artísticas, culturales y deportivas que esta tiene y Usuarios Ocasionales a los que se les facilitan procesos de formación de agrupaciones Cívicas, Políticas, Ambientalistas, etc…
Otro tipo de servicio es cuando se facilitan elementos, sillas, mesas, Instrumentos. Y otro muy importante es cuando se facilitan las agrupaciones artísticas para varios eventos en el Municipio.
FORMACIÓN
BANDA STUDIANTIL
El proceso bandístico del municipio, se inicia en 1912,la primera banda estuvo conformada por 14 personas adultas y se conservó hasta 1962, año en que se disolvió. Los instrumentos de fabricación Francesa, utilizados por ese entonces, fueron rescatados por la Casa de la Cultura y hoy hacen parte del museo histórico. Años más tarde en 1988, gracias a donación del Gobierno Nacional y después de un receso de 16 años, se inicia la segunda etapa de la agrupación musical , adscrita a la estrategia de formación de la Casa de la Cultura.
en 1998, ingreso como Director el maestro Julio Cesar Orjuela Escarpeta, para dar inicio a la tercera etapa , tomando como base la población infantil, con la cual a parte de la banda Musical se crearon semilleros y Prebanda. En esta etapa la banda logró grandes reconocimientos a nivel Departamental y Nacional.
En el 2005, ingresa como director el Maestro CESAR AUGUSTO CANO ARTEAGA, quien es su actual director. Se manejan escuelas en las cuales ingresan niños de 6 y 7 años a los semilleros de musica y al cabo de un año ingresan a la prebanda para luego integrar la banda musical. En esta etapa tambien estamos obteniendo grandes logros a nivel Departamental y Nacional.
La actividad musical de la Casa de la Cultura, se financia gracias a los recursos que transfiere el gobierno nacional a la ciudadanía y a la Asociación de Padres de Familia y en especial a los Gremios Cafeteros.
Atendiendo invitaciones a actividades locales de diversa índole, la banda ha hecho presencia en diferentes municipios del Eje Cafetero y del entorno Nacional; además se constituye en una gran animadora permanente de las celebraciones y actos tradicionales en la localidad.
La música es una de la actividad más importante para la Casa de la Cultura, en su estrategia de formación artística.
ENCUENTROS Y CONCURSOS:
2001 Lanceros de Oro, Categoría Juvenil y mejor Director en el concurso Nacional de Bandas musicales en Paipa (Boyacá). (bajo la dirección de Julio Cesar Orjuela E.)
2002 Graba el primer CD gracias a la Federación Nacional de Cafeteros y a la Gobernación de Risaralda a través de la Dirección Departamental de Cultura. (bajo la dirección de Julio Cesar Orjuela E.)
2005 Neira (Caldas). Ganó el primer Concurso Departamental de Bandas en Apia. (bajo la dirección de Cesar Augusto Cano Arteaga)
2006 Gana el segundo Concurso Departamental de Bandas en Apia. Primer puesto en el concurso Nacional de Bandas Musicales en Paipa (Boyacá). (bajo la dirección de Cesar Augusto Cano Arteaga).
ORQUESTA
En 1998, en convenio con la Gobernación, la Alcaldía y por iniciativa del señor Gilberto López A. (Coordinador de la Casa de la Cultura), fue creado un espacio para la niñez y la juventud Marsellesa, consistente en una práctica de Formación Musical, con fines de Orquesta Popular , proyectada a la comunidad en general y sin animo de lucro; desde su inicio ha tenido un Director estudiante en último semestre en Licenciatura en Música de la U.T.P. CARLOS JULIO OCAMPO CASTAÑO; es de anotar que este trabajo es un proyecto de tesis de grado.
La Orquesta ha realizado en toda su trayectoria diferentes presentaciones a nivel Municipal, Departamental y Nacional.
DANZAS
El grupo de Danzas de la Casa de la Cultura de Marsella, inicia labores en el año de 1984. con 20 integrantes en el año de 1998, cuando inició como instructora Gloria Elena Escobar Cárdenas.
El grupo ha asistido a todos aquellos eventos y actos del orden Municipal y Departamental.
Actualmente se ha constituido como uno de los pilares de la estrategia de Formación de la Casa de la Cultura, cuenta con 320 alumnos, en el proceso continuado que parte en el Hogar Infantil Comunitario Barrios del Norte y abarcando 4 escuelas en la Zona Rural, 5 escuelas en la Zona Urabana, 2 colegios y un grupo de planta.
El proceso dancístico es financiado por la Alcaldía Municipal con los recursos del situado fiscal.
Los estudiantes llegan por su propia voluntad y escogen el área más afín a sus expectativas artísticas, para ingresar a un proceso de formación gratuita.
ACTOS MUNICIPALES EN LOS QUE HA PARTICIPADO
Leoton,Actos Culturales en los colegios, barrios y veredas, Instituciones de Bienestar Familiar,
Fiestas de la Amistad.
INTERMUNICIPALES:
-Expo vida 99
-Concurso Departamental de Danzas en la Celia en el año 2000, ocupando el primer puesto
-Concurso Departamental de Danzas en Mistrató 2001 ocupando el tercer puesto.
-Pereira Programa Primera Dama 2001
-Anserma Caldas Fiestas Aniversarias visitante 2001
-La Virginia Fiestas Aniversarias visitante 2001
AJEDREZ
Existen escuelas en formación con 5 grupos para un total de 51 personas, bajo la coordinación del Señor Gabriel Grajales y la colaboración de: Arlex Bedoya, Luisa Fernanda Echeverry y Manuel Alejandro Zapata. De estos grupos se han seleccionado jovenes para representar el Municipio a nivel Departamental y Nacional con los cuales se ha obtenido a nivel Departamental medalleria de oro en cada una de las verciones de esta justa.
TENIS DE MESA
Existen escuelas en formación con 8 grupos para un total de 53 personas. Su Coordinador y entrenador es Juan Carlos Garcia Cardona y colaboran, Laura Marcela Orrego y William Aguirre Garcia. De estos grupos se han seleccionado jovenes para representar el Municipio a nivel Departamental y Nacional con los cuales se ha obtenido a nivel Departamental medalleria de oro en cada una de las versiones de esta justa.
INFORMACIÓN
Biblioteca Pública Municipal: Con capacidad para 110 personas y una bibliografía de 3000 volúmenes. Comparte este espacio, el Centro de Recursos Educativos Municipales.
La cultura en Marsella tiene tiempo
Tomado del libro sonoro de las casas de Cultura de Colombia.
Para llegar a Marsella, Risaralda, es necesario subir una empinada montaña. La carretera es culebrera y angosta, abundante en paisajes verdes hacia todos los horizontes. Si algún viajero tiene afán de llegar, al doblar una curva desde donde se avizora el valle de Risaralda hacia el Cauca, encontrará un letrero que lo hará cuestionar su prisa: «Carretera lentaISIow road». No solo es la mejor manera de prevenir accidentes sin una orden imperativa, sino una invitación a que disfrute él paisaje, pare en las fondas camineras a tomar aguapanela o comer sancocho de gallina, y llene los pulmones de vaharadas dulces que desprenden guaduales, cafetales, árboles frutales, flores y helechos milenarios.
Desde ese momento uno se da cuenta de que va hacia un lugar especial, pero no alcanza a imaginar siquiera lo que viene. Marsella está en la cima de una montaña. Es un pueblo pequeño que pertenece al Paisaje Cultural Cafetero y, claro, tiene un parque principal. Todas las casas parecen pintadas el día anterior, con esos colores encendidos que se han usado desde siempre en los municipios cafeteros. Y las casas están en un estado de conservación óptimo. En el parque, como casi siempre sucede, hay una acacia grande y una fuente. Y alrededor del parque, lo de siempre también: la iglesia y la Alcaldía: Pero en una esquina hay una edificación enorme que desentona con el paisaje habitual de los pueblos colombianos. Es verdaderamente enorme y ostenta con cierta altanería su arquitectura centenaria; esa arquitectura de la colonización antioqueña, acostumbrada a levantar verdaderos prodigios sobre laderas, plenos de grandes salones en galería, chambranas y postigos. Más extraño aún es la razón social de construcción: es la Casa de cultura.
Es imposible visitar Marsella sin enterarse de que existe. Y es imposible enterarse de su existencia y no entrar. Sería como estar en Foz de Iguazú y no mirar las cataratas. Es común encontrar turistas nacionales y extranjeros que van expresamente a conocerla -en el 2013 fue visitada por 396 extranjeros y 11.000 turistas nacionales-. Es común también verlos con la boca abierta apenas cruzan el salón de recibo. Porque un tropel de balcones con chambranas de macana, porque una gran cantidad de salones y puertas con viñetas, porque pisos de madera reluciente y materas que cuelgan al vacío rebosantes de plantas florecidas, porque todas las paredes hablan con lenguaje visual en forma de fotografía, afiche o grabado, porque el mobiliario de los pasillos cuenta la historia de la vida cotidiana de los marselleses. Y porque la banda sonora de tanta maravilla puede ser «Oye cómo va mi ritmo», de Carlos Santana, y sale de las entrañas de la misma casa, interpretada como una brisa tropical y delicada. Y cuando uno abre la puerta del salón Pablo Neruda descubre que la Banda Infantil está ensayando ese tema. Niños con instrumentos musicales, bañados por luces de colores que se filtran por los vitrales de un salón enorme, es una imagen difícil de olvidar.
También es difícil entender de dónde viene tanto interés por las manifestaciones artísticas, tanta preocupación por la historia. Difícil en la medida en que los marselleses son campesinos o hijos de campesinos, «montañeros» de pura cepa, que bien podrían conformarse con lo que tienen sin pensar en lo que tienen. Es decir, sin atravesarlo por un discurso para tratar de entenderse y entender el mundo.
¿De dónde, pues…?
A vuelo de pájaro atrevido, todo eso tiene que ver con la influencia del café. Con la cultura cafetera y los muchos logros de la Federación Nacional en sus años mozos. De cómo traspasaron el lugar común del dinero salvaje para convertirlo en escuelas con maestros bien pagados, en carreteras, en servicios públicos y hospitales. Un tejido de bienestar al que se acostumbraron todos los habitantes del Eje Cafetero y que, sin lugar a dudas, dejó una estela de dignidad a lo largo de los años.
La historia de la Casa de cultura tiene que ver con esa dignidad de marras y con una banda de muchachos inquietos a comienzos de los años setenta.
Mayo del 68 catapultó la revolución de la juventud en el mundo entero. Desde París se propagaron consignas profundas y divertidas hacia todas partes. Venían con la carga de Sartre y Marx, con la música de los Beatles y los Rolling Stones, con el desparpajo propio de todas las revoluciones culturales. Aquel fervor juvenil también llegó a Marsella. Los muchachos leían, se inventaban el mundo, se divertían. Y querían cuestionar todas las empolvadas instituciones que dictaban sin empacho normas de comportamiento. Uno puede imaginarse la conmoción que produjo la muchachada en el parque principal de Marsella, a la luz de lo que pasaba en las grandes capitales de Colombia. En Medellín, Cali, Bogotá, los diarios se aterraban de los pelos largos, las contorsiones al bailar, el apoyo a las revoluciones, las lecturas públicas de Marx y Bakunin, de los nadaístas, del cigarrillo público, de la revolución sexual. No es difícil imaginar la resistencia de los marselleses hacia esa bandada de muchachos. Pero ahí estaban ellos en el parque, a la vista, como una manifestación necesaria a la que se fueron acostumbrando todos los habitantes.
Don Gilberto López Ángel era uno de ellos. El número de jóvenes es incierto. Unos dicen veintinueve, otros veinte. De cualquier forma eran muchos, casi todos.
-Estábamos en el parque porque no teníamos dónde meternos -dice don Gilberto.
Entonces, una buena tarde, se quedaron mirando el antiguo Colegio del Sagrado Corazón de las Betlehemitas. Abandonado, la desidia hacía de las suyas en todos los rincones. Construido a comienzos del siglo XX, el colegio educó a casi todas las mujeres del pueblo, y cerró sus puertas a mediados de los sesenta. Allí estaba el lugar. Un ambicioso lugar que se desmoronaba frente a todos en plena plaza pública.
Marsella, en un lejano 24 de diciembre de 1972. Se celebró entonces el nacimiento número mil novecientos setenta y dos del Niño jesús, y el advenimiento del nuevo mundo en Marsella, el embrión de la Casa de cultura.
-Vindicábamos la libre expresión y la igualdad de todos los marselleses -dice don Gilberto, con los ojos idos en esos tiempos.
Tal vez alguien entonó en silencio los dos primeros versos de La Marsellesa: Allons enfants de la Patrie/le jour de gioire est arrivél
Había llegado, sin duda, el día de la gloria. Luego llegaron campesinos con maderas del Alto Cauca, luego las mujeres hicieron empanadas para vender, luego todos trabajaron manga por hombro hasta reconstruirla. Todo fue meteòrico en sus inicios: en febrero veintiséis el Centro de Estudios Sociales creó un comité provisional coordinador de la Casa de cultura; el dos de marzo aprobaron los primeros estatutos; el primero de junio ya tenían personería jurídica; en agosto compraron el edificio a las betlehemitas; y el primero de marzo de 1974 abrió sus puertas a la comunidad, y ofreció servicios de biblioteca, ajedrez y tenis de mesa.
Estampas de Marsella en un día cualquiera
En un restaurante paisa la gente se dispone a almorzar. Suenan boleros a volumen mesurado y los comensales conversan como en la sala de su casa. La comida es típica de la zona. Y las mesas están vestidas con manteles de cuadritos que se bambolean por la brisa que entra por el balcón. En un pequeño salón del restaurante no hay mesas ni comensales. Lo que hay es una sala típica de una casa montañera de los años cuarenta: el televisor Philips de patas delgadas, un enorme radio Philco de tubos, un par de sillas toné, un pequeño sofá, dos mesitas asistentes estilo toné también, y en las paredes una fotografía sepia de un papá y una mamá mirando al frente y un cuadro al óleo de un paisaje cafetero. Es un museo en un restaurante cualquiera.
En la Casa de cultura hay un museo de la vida cotidiana también. El novedoso concepto museográfico nació a los pocos años de fundada. Recuerdan orígenes, personas, maneras de vestir, arquitecturas. En sus pasillos está el primer armonio con su pequeña reseña histórica; la máquina de coser que fundó el costurero de San Cayetano, prestada por doña Mery López de Giraldo; la olla en la que se hacían los sancochos en las mingas de trabajo para la construcción del templo parroquial, cedida por doña Delia Álvarez Robledo; el rosario del padre Jesús María Estrada, líder espiritual de Marsella desde 1905 hasta 1967; la silla del barbero del pueblo; aperos, carrieles, pupitres, una desnatadora; el proyector de cine del desaparecido teatro Cardona y miles de objetos más que tienen un valor simbólico incalculable, están expuestos con pulcritud en todos los pasillos. En el primer piso también hay una exposición de puertas y ventanas de madera, testimonio de los sutiles cambios arquitectónicos a lo largo del tiempo, y del trabajo de los ebanistas. La Casa de cultura ha promovido ese amor por la historia. Esa historia que cuentan los objetos y que mantienen en el presente orígenes insospechados. Es difícil encontrar un habitante de Marsella que no haya visitado el museo, entre otras porque está dispuesto de una manera cómoda y cercana, lejos de cultos exagerados.
Junto a la fuente del parque principal los viejitos se reúnen a charlar. Muchas veces juegan ajedrez en tableros enrollables con jóvenes que van de paso. Conversan de los trabajos y los días mientras mueven caballos y peones y preparan duras ofensivas. Son partidas dignas de observar en silencio, porque a veces repiten jugadas de grandes maestros como si las hubieran inventado ellos. En el ínterin se ponen al día en historias, se deshacen entuertos, se dan consejos, se recuerdan muertos.
Don Guillermo Londoño es el vigilante de la Casa de cultura en las mañanas. Tiene 32 años de trabajar y es un hombre de sonrisa fácil. Más que un vigilante es un guía especializado en cada rincón de la casa. Es quien da la bienvenida, y con sus manos la muestra desde el salón de recibo, como aquellos patriarcas que enseñaban sus tierras señalando el horizonte alrededor, y no les cabía tanta tierra en ese gesto. Ni tanta dicha. Así es don Guillermo, muestra la casa mientras sonríe y siempre está atento al gesto del visitante. Podría hacer un tratado en exclamaciones de asombro y bocas abiertas. En las tardes, don Guillermo deja su rol de vigilante y se convierte en el instructor de ajedrez y pimpón. Lleva 28 años en ese oficio. En el patio central hay un ajedrez enorme, donde es habitual ver niños moviendo gigantes para un enroque.
Es miércoles en la noche en el restaurante Pipatón, el que está junto a la iglesia de Marsella. Hay poco movimiento en el parque y la poca gente que hay se concentra en algunos cafés al otro lado. El Pipatón tiene mesas afuera y algunas personas despiden el día comiendo algo y conversando. La dueña, Gladys, va y viene con encargos a cada mesa. La imagen emana cierto bienestar: las sutiles luces amarillas que iluminan los caserones de la plaza, el parque solitario y una brisa cálida emparentan la escena con una película de Wim Wenders. Mucho más cuando del interior del restaurante comienza a sonar un clarinete solitario. Si la cámara se moviera un poco revelaría la fuente de ese clarinete: una pequeña niña de trece años completamente concentrada en su instrumento. Es la hija de Gladys. No se trata de un performance sorpresa para los comensales de ese momento. Se trata de un músico perfeccionando su técnica en la noche.
La hija de Gladys hace parte de la Banda Sinfónica juvenil de la Casa de cultura. Entró cuando tenía siete años. Hubiera podido entrar a los dos años si Gladys la hubiese matriculado en iniciación a la música para párvulos. Las escuelas de formación musical son uno de los fuertes de la casa. El año pasado, 2013, hubo casi 400 alumnos inscritos en las distintas modalidades, incluyendo música de cuerdas para la comunidad indígena. Y tienen orquestas con músicos de planta formados allí mismo desde muy chicos. La orquesta K-lidad 21, la orquesta Semillero, la Banda Infantil y, claro, la Banda Sinfónica con todo su palmarés, entre ellos el primer puesto en el Festival de Bandas de Paipa en el 2001 y 2006, y muchísimas veces el primer puesto en el Departamental de Bandas del municipio de Apía. La banda ha sido invitada a varias ciudades del país y, en el año 2013, fue invitada a Panamá. Los concierto de la banda nadie se los quiere perder. el concierto de Navidad, por ejemplo,es emblemático en Marsella, vienen persona de muchos municipios cercanos. No es para menos. El escenario es el patio de la Casa de cultura y el auditorio los pasillos del segundo y tercero, engalanados con alumbrados navideños. Es un espectáculo de lujo en este pequeño pueblo montañero de carreteras lentas.
Son muchas las historias vivas que se mueven por Marsella influenciadas por la Casa de cultura. Es difícil ser marsellés y no tener nada que ver con este centro cultural. Los museos que tiene son importantes para el país. El museo precolombino está en el segundo piso del salón Pablo Neruda -antigua capilla del colegio-, tiene piezas de gran valor. Aunque están expuestas con pulcritud, el espacio que tienen es pequeño y limita la colección a lo existente. El museo del periodismo conserva los periódicos editados en el municipio desde 1913 y los equipos de la primera emisora. También está el museo fotográfico. En realidad, toda la Casa de cultura es un gran museo con distintas colecciones permanentes y salones para exposiciones itinerantes. Un pequeño museo nacional enclavado en las montañas de Risaralda.
A lo. largo de estos cuarenta años (1974-2014), la Casa de cultura ha sido motor de transformaciones sociales y culturales.-Fue allí donde comenzó la conciencia verde del municipio, esa conciencia que convirtió a Marsella en el Municipio Verde de Colombia. En 1975 advirtió a la población sobre el deterioro de las microcuencas de las quebradas El Maní y El Zurrumbo. Y no cesó en su empeño jamás. Hoy en día, Marsella cuenta con una hermosa reserva forestal construida por todos sus habitantes. El municipio compró la tierra, la gente sembró los árboles y protegió la cuenca de la quebrada La Nona, que hoy se enaltece como reserva natural. Los niños de hoy tienen esa información en su sangre, es atávico y será heredable esa conciencia ecológica. En el jardín botánico Alejandro Humboldt está uno de los museos más conmovedores del planeta. El museo de la cauchera tiene 369 piezas donadas por los niños, luego de una campaña de «desarme infantil». El poeta marselles Antonio Mejía Gutiérrez Contribuyó con «Palabras al hijo para que no use Caucheras»:
(…) quiero hacerte un ruego para entonces/ en nombre del pueblito de las aves../ no es bueno que se extienda tu estatura/con los hilos de caucho en tus falanges/la cauchera es traición. Es alevosa/ tiene el sigilo de los criminales.
. . .La Casa de; cultura de Marsella la sigue siendo Centro de Estudios Sociales. En sus espacios se ha discutido el futuro y se ha pensado el presente .Un centro de pensamiento que es tenido en cuenta a la hora de las políticas públicas, El año pasado prestaron espacios 675 veces para reuniones de la comunidad embera- chamí .discusiones, sobre la carretera lenta, cursos de manipulación de alimentos, archivo,, inglés, comunicaciones y un larguísimo etcétera.
y ahí está la biblioteca, que atendió más de sesenta mil solicitudes; el más tierno y emotivo departamento recreativo; pimpón, ajedrez, trique , rompecocos, dominó, sapo y golosa, que atendió casi cuarenta y cinco mil usuarios. Más las escuelas de danza, las de música, los museos, en fin.
-Cuando comenzamos no sabíamos qué hacer con tantos salones -dice don Gilberto López Ángel.
Hoy semejante casa les ha quedado pequeña. ¡No caben! Tiene tanto éxito como un festival del descuento en un centro comercial. Solo que en la Casa de cultura nada se compra y nada se vende. Un promotor de ventas callejero, una especie de culebrero con acento marsellés, podría promocionarla de esta manera;
«Siga usted señora, siga usted señor, le tengo el clarinete para la niña, el oboe, la tuba, el timbal y la flauta, el profesor de música y el de danza; ¿sus niños quieren jugar ajedrez?, pásese por aquí que le tengo el profe y el ajedrez gigante, y la golosa, el sapo y el trique; para usted, mijo, que lo veo leyendo, pásese tranquilo que la biblioteca es suya y es buena pa la pensadera; ¿que la abuelita no tiene nada que hacer? Cuando quiera venga que aquí hay mucho donde ocuparse; ¿sana convivencia? Se la tengo, cómo no, aquí cabemos todos: blancos, afros, indígenas y mestizos; ¿que quiere ver cómo vivían los abuelos? Nada más camine por esos pasillos pa que se entere, ahí está la camándula del padre Estrada, el armonio, la silla del barbero y también las fotos de hace tiempo; sigan pues que siempre estamos de fiesta, hay pa todos y todo es gratis».
Sigan pues…
Disfrute de las imágenes en la sección inferior
MUSEO HISTÓRICO
Distribuido en los corredores y conformado por bienes muebles, que se han constituidos en eslabones de nuestra historia.
A continuación una muestra original de algunos elementos de este museo. Las notas son tomadas directamente del original.
MUSEO PRECOLOMBINO
Más de 150 piezas de la cultura Quimbaya, encontrados en territorio de la localidad.
MUSEO DE PERIODISMO, “Fabio Giraldo Vélez”:
Conserva los periódicos editados en el municipio desde 1913. Los equipos de la primera emisora y los afiches promocionales de eventos realizados en Marsella
MUSEO FOTOGRÁFICO
Consta de 50 unidades facilitadas por la comunidad, debidamente ampliadas, enmarcadas y protegidas, a través de las cuales hacemos un recorrido por las imagenes de los último 107 años del municipio.
Museo de Puertas y Ventanas:
Testimonio de la creatividad de nuestros ebanistas a través de los años.
Exposiciones Eventuales:
Didácticas y promocionales, que entregan al visitante los conocimientos elementales en temas de actualidad, donde se abren espacios para que artistas nacionales compartan su obra con la comunidad.